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Valles del infierno


Enviado por   •  5 de Diciembre de 2022  •  Apuntes  •  1.366 Palabras (6 Páginas)  •  177 Visitas

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Entre los valles del infierno

¿Alguna vez has enfrentado un monstruo?

No, no hablo de esos de fantasía, hablo de uno de carne y hueso, uno que por fuera demuestra su fragilidad, sus grandes ojos, su aspecto enfermizo, eso te atrae a él, te lleva hasta el punto más bajo de los infiernos sólo para mostrarte su cubierta perfecta que oculta la bestia que en realidad es.

Todos creemos que cuando nos encontremos con uno tendremos miedo, temblaremos, gritaremos y huiremos, pero, en realidad, no nos daremos cuenta de que lo tenemos frente a nosotros, seremos incapaces de identificarlo hasta que ya es demasiado tarde, hasta que la sangre se desprende de nuestra piel y en ese momento, en ese preciso instante, nos revelará que el monstruo ha estado ahí, en nuestras narices todo el tiempo y fuimos tan ciegos que no lo notamos.

Lo odio, puede infiltrarse fácilmente entre nosotros, no siente nada, pero finge que sí, manipula, miente, hace lo necesario para conseguir lo que quiere. Me pregunto, ¿hay más?

Despierto un día más, un día más en este aburrido pueblo donde no pasa nada, es una mañana fría pues se acerca el invierno, salgo de mi cama frotándome los ojos y voy directo a la cocina. Han pasado seis meses desde que ya no la veo, seis meses donde mis noches no han sido tranquilas, las paso en vela preguntándome cuándo volverá, tengo miedo de que esta vez termine conmigo, me dio una advertencia, recuerdo perfectamente sus palabras diciéndome “volveré, volveré cuando te encuentres en tu punto más alto para así bajarte conmigo al infierno donde navegaremos juntas por toda la eternidad” hoy tengo mucho miedo, no quiero que se acerque la noche.

La conocí hace algunos años atrás, desde ese entonces su aspecto enfermizo la acompañaba, sus grandes ojos fueron lo que me cautivaron, una mirada regia y oscura como la madera de un nogal, un color café rodeado de un negro profundo, sin duda una mirada intrigante puesto que debajo de ellos se pintaban unas grandes ojeras que te hacían dudar si en realidad dormía, qué era aquello que no la dejaba dormir, te incitaba a descubrir lo que ocultaba; su aspecto delgado, casi esquelético hacía que muchos se alejaran pero yo no, al contrario, me acerqué más con la esperanza de poder conocerla, de adentrarme en su mundo sin pensar en las consecuencias, que torpe fui.

La vi sola y sentí que tenía que acercarme, protegerla de todo lo que la atormenta, protegerla de cualquiera que intentase hacerle daño, y así lo hice, fue difícil y más en esos días donde la escuchaba llorar por las noches porque sentía que se moría por dentro, sentía cómo poco a poco sus emociones se apagaban y lo único que sentía era odio; ¿llegué tarde? No pude evitar que saliera lastimada, “haría lo que fuera para que te sientas mejor y puedas estar bien” le dije, malditas sus palabras cuando me respondió diciendo “quédate conmigo, nunca te vayas de mi lado y acompáñame por siempre”, no pude negarme y sin dudarlo le dije que sí, la quería demasiado y en cierta forma se parecía a mí, éramos almas gemelas destinadas a estar juntas, le daría un hombro en el cual pudiera llorar, un lugar tranquilo, un hogar.

Hubo un día que, aunque lo intente, jamás podré olvidar, llegó a mi destrozada, me dijo “ya no puedo” asustada corrí a ella y la vi golpeada, con rasguños, sentí su pesar como si fuéramos una sola, le pregunté el por qué y me dijo “tu lo sabes, puedes sentirlo al igual que yo, sólo déjame quedarme por un rato, después me voy” acepté, juntas vimos pasar la noche, en un momento me abrazó y de ahí ya no vi nada, a la mañana siguiente cuando desperté ya no estaba, se marchó sin decir adiós y creí que todo lo que vi anoche jamás sucedió pero grande fue mi sorpresa cuando esa misma noche ella llegó, la oscuridad juntas y después de un abrazo desperté como si nada hubiera sucedido.

El tiempo se fue, sus heridas eran cada vez más alarmantes y hasta este punto me enojaba que sus padres no se dieran cuenta; todo cambió cuando se apareció un día frente a mí, pero no lo hizo llorando, llegó callada, muy seria y como los otros días me dijo “sólo déjame quedarme por un rato, después me voy” durante toda la noche no me habló, no emitió ningún sonido tan solo se escuchaba su respiración agitada, vi los primeros rayos del sol y ella seguía ahí, escuché con su suave voz preguntándome “¿escaparías conmigo?” 

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