Who Moved My Cheese?
Enviado por Johana_Alee • 12 de Noviembre de 2013 • 2.007 Palabras (9 Páginas) • 497 Visitas
¿Quién se ha llevado mi Queso?, una mejor pregunta sería, ¿siempre he tenido mi queso?, o mejor aún, ¿me percaté de que ya no estaba el queso?, cuestiones como estas surgen en mi cabeza después de leer las primeras líneas de ese texto, tenía bien definido cuál era mi queso, al menos no a un tiempo futuro muy largo, pero tampoco muy corto; en una primera instancia pensé en mi carrera, concluir satisfactoriamente mis estudios universitarios, llevar una de muchas retribuciones que les debo a mis padres, quienes siempre me apoyan, antes, ahora y seguramente también en un futuro lo harán, por supuesto dentro de sus posibilidades; pero de pronto en una conversación ajena al momento de mi lectura, una amiga con algo de incredulidad al escuchar que alguien tenía el mismo pensamiento de que su carrera era su queso, replicó para sí misma este hecho, ella consideraba que ese queso tan importante debía ser la familia. Esto me puso a pensar que yo también había considerado a mi familia como mi queso, cuando describieron que la metáfora hacía alusión a lo más importante que tenemos en nuestra vida, o algo que queremos conseguir, una meta que alcanzar, etcétera. Considero a mi familia como la mayor bendición que pude haber recibido, es mi queso permanentemente, tengo prioridades quizá no muy bien definidas, pero no me atrevo a enlistar a mi familia en ellas, puesto que siempre estarán en primer lugar, aunque hay una filosofía, por así decirlo, sobre el “ser primero tú, después tú y al final tú”, no lo considero un hecho egoísta, simplemente lo interpreto como que si quieres estar para los demás, primero debes estar bien contigo, es como la mayoría de las veces damos un consejo, que no aplicamos a nuestras situaciones, problemas y demás, por nombrar un ejemplo.
Habiendo establecido a mi familia como prioridad numero 1 permanentemente, o al menos hasta que llegue el tiempo de formar mi propia familia (que no quiere decir que dejaré de procurar a mis padres), podría mencionar en un segundo lugar mi carrera, sacar adelante una ingeniería no es cualquier cosa, no muchos pueden darse esa oportunidad, y a la vez hay constante demanda en cuanto al campo laboral, lo que me hace llegar al siguiente punto: el cambio. El cambio constante nos rodea en nuestra vida cotidiana, aplicándolo a mi mayor meta a futuro, en cuestión de un par de años, actualizarse y adaptarse a innumerables situaciones es parte del perfil que se espera en un profesional, es algo que no se debe evitar, puesto que terminaría estancándome por miedo al fracaso, y prácticamente echaría a la basura años de esfuerzo y preparación.
El miedo puede ser probablemente el principal y más grande obstáculo que se nos presenta en la vida. Ejemplo claro y conciso: las relaciones interpersonales. Son muchas las ocasiones en las que ese sentimiento de temor, combinado con pena y nerviosismo me han puesto en grandes y complejos apuros, claro, en mi etapa adolescente. Simplemente al cambiar de escuela, en cualquier nivel de educación, pasé 6 años de primaria compartiendo con las mismas personas, amistades muy distintas unas de otras, me acostumbré a peleas verbales, momentos de relajo y diversión, todo por lo que pasas en la niñez, avanzamos en el tiempo hasta la graduación, hay emociones encontradas, pero obviamente pasan desapercibidas porque somos solamente niños, no notamos que cambiaremos de ambiente y conoceremos nuevas personas. Llega el tiempo de incursionar en el mundo de la secundaria, casualmente me llegué a topar con ex compañeros de la primaria, pero por alguna u otra razón nos volvimos desconocidos, situación que en un principio parece extraña, pero al paso del tiempo simplemente te adaptas y sigues adelante. Para mí fue difícil en determinado momento separarme de las pocas amistades de primaria que conservé hasta la secundaria, seguíamos reuniéndonos en el receso, pero eso solo eran 20 minutos al día, el resto de las clases estábamos en grupos diferentes. Tenía amistades en mi grupo, después de todo iba a convivir con ellos 3 años, lo mejor era llevarme bien con ellos; tarde o temprano los intereses salen a flote y fue entonces cuando comencé a identificarme más con nuevos compañeros, busqué gustos en común y también de alguna forma llegamos a “debatir” sobre nuestras diferencias, pero todo resultó bien. El adaptarme a ese minúsculo cambio fue algo positivo, el temor había sido vencido. Haciendo un pequeño paréntesis, siempre he sido considerada como una persona seria, sino es que hasta tímida, pero me he esforzado por cambiar esa impresión, aunque sinceramente no ha funcionado del todo, cuando las personas llegan a conocerme más a fondo se dan cuenta de que soy todo lo contrario, no soy la seriedad andando, mi familia es el principal testigo, (bueno los miembros más cercanos, papá, mamá y mis hermanos), en cambio, mis familiares más lejanos lo creen. Ese aspecto de mi personalidad que me gustaría cambiar, podría ser un queso pequeñito, (casi como un cubito de los que te dan a probar en los supermercados), es una meta que no tengo mucha prisa en cumplir, pero tampoco quisiera llevármelo a paso lento.
Además de las dificultades que el miedo al cambio me causó, en cuanto a ser más “amigable”, también estuvo, está y por lo visto estará un buen rato interfiriendo en el aspecto innombrable de mi vida, de acuerdo no tan dramáticamente, en mi vida amorosa. Nunca he sido muy noviera, ni tengo interés alguno en romper un record de la mayor cantidad de novios, pero tampoco soy una chica exigente, soy fiel creyente de que en gustos se rompen géneros y muy recientemente escuché una frase que fue de mi agrado: “cada quién sus filias”. No me considero superficial ni interesada, los chicos que últimamente han llamado mi atención, son distintos unos de otros,
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