Relacion espectador-artista en el teatro
Enviado por coteevenegas • 11 de Junio de 2023 • Trabajo • 1.662 Palabras (7 Páginas) • 60 Visitas
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El teatro es una manifestación artística que combina diversos elementos para crear una experiencia única. Uno de ellos es el espectador, quien, sin duda, es parte fundamental, ya que es a él a quien va dirigida la obra y con quien se establece una relación. El espectador es el receptor de la obra, pero también es quien la completa y la hace posible. A pesar de eso, no todas las obras invitan u obligan al espectador a tomar parte en ellas. Durante siglos, el espectador de una obra de arte fue considerado como un sujeto pasivo, limitado a contemplar y recibir el mensaje que el artista transmite a través de su obra. Sin embargo, a lo largo del siglo XX, diversas corrientes artísticas empezaron a cuestionar esta relación, proponiendo nuevas formas de interacción entre el espectador y el artista.
A partir de lo dicho, es que surge la importancia de analizar el rol que ha cumplido el espectador en la obra de arte y como ha ido cambiando su relación con el artista, llegando incluso a traspasar los límites entre dichos agentes. Pero antes de profundizar es necesario definir el concepto de espectador.
En palabras de la rae espectador es entendido como el sujeto “Que mira con atención un objeto”. /” Que asiste a un espectáculo público”. Según esta definición podemos entender que el espectador es alguien que carece de actividad y que recibe la obra de arte ya terminada absorbiendo su significado desde una posición sumisa, es decir, está limitado a observar. Esta definición se relaciona bastante con la idea de espectador que había antes del siglo XX, donde la contemplación y la admiración de la obra de arte eran vistas como la función principal del espectador, quien debía recibir y apreciar el mensaje que el artista intentaba transmitir a través de su obra, permaneciendo en la apariencia y en la inmovilidad.
Sin embargo, en el siglo XX y con la llegada de las vanguardias, el arte se convirtió en un medio para desafiar las normas y expectativas convencionales de la sociedad. En ese sentido la noción de espectador y su relación con el artista no fue la excepción, y una de las formas de cuestionarlo fue mediante la performance. Uno de los movimientos que pone en duda el rol del espectador y juega con el límite entre el y el artista a través de la performance es el Dadaísmo, movimiento que nace con el objetivo de destruir todos los códigos y sistemas establecidos en el arte. Es un movimiento antiartístico, antiliterario y antipoético, ya que cuestiona la existencia del arte, la literatura y la poesía. Por su parte la Performance es una forma de expresión que surge como una alternativa más de manifestarse en el arte. Nace en 1916 a la par que el movimiento Dadaísta bajo el nombre de Arte Conceptual y consta de cuatro elementos básicos: el tiempo, el espacio, el cuerpo y la relación entre el creador y el público. Es decir, buscan por sobretodo generar una reacción y dicha reacción en muchos casos lo logran por medio de la provocación. Justamente ese es el caso del cabaret Voltaire, un espacio cultural fundado en 1916 en Zurich, Suiza, que reunió a diversos artistas los cuales buscaban por medio de espectáculos experimentales, que incluían poesía, música, teatro, performance, proyecciones de cine y exposiciones de arte provocar y cuestionar las convenciones artísticas y culturales de la época.
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En las performances del cabaret el artista, muchas veces, utilizaba su cuerpo y sus acciones para crear una obra de arte en vivo frente a un público en vivo. Esto permitió una mayor interacción entre el artista y el espectador, y en muchos casos, el espectador se convirtió en parte de la obra. En este contexto, la relación entre el artista y el espectador se volvió más igualitaria. En lugar de ser un público pasivo, el espectador se convirtió en parte activa de la obra, ya sea como testigo o como participante, produciendo un “borramiento de la frontera entre aquellos que actúan y aquellos que miran” (Rancière, 2010, p. 25).
Los dadaístas del cabaret buscaban interactuar con el espectador a través de acciones que incitaran la reacción activa de la audiencia ante el acto escénico y la forma de lograrlo era a partir de actuaciones, a veces, llenas de agresividad, faltas de lógica y totalmente absurdas que enfrentaban al público de manera violenta y combativa. Y frente a esto, los espectadores lejos de asustarse, disfrutaban respondiendo con las mismas armas lanzando al escenario objetos contundentes como pedazos de carne y verduras. En ese sentido podemos observar claramente la participación del espectador, quien deja de ser un sujeto pasivo para hacerse partícipe de la obra, de manera natural gracias a los mismos artistas quienes los invitan a movilizarse.
“Nuestro intento de entretener al público con cosas artísticas nos empuja sin tregua a lo vivo, lo nuevo, lo ingenuo de una forma tan estimulante como instructiva. Es una carrera con las expectativas del público que requiere de todas las energías para la invención y el debate” (Ball, H. 2005, p.110)
Este nuevo lenguaje, a través de recursos físicos buscaba despertar el interés e integración de los espectadores, y estos, a su vez, al decidir participar adoptan un rol en la obra, traspasando el límite entre el público y el artista, ya que el espectador sale de su cotidianidad y de su papel de observador para participar y completar la obra.
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