La vitalidad de los cambios

Nombre: Valentina Muñoz Caicedo.

Código: 8955299

La vitalidad de los cambios

 Habitamos en un mundo físico que nos permite entendernos a través de los sentidos, desde la experiencia más temprana hasta la vejez, todas las puertas al interior se abren a través del cuerpo. Siendo este la herramienta más importante que tenemos,  pues aunque esté nuevo, viejo, entero o mutilado, nos da la oportunidad de interactuar y percibir el mundo desde una perspectiva única para avanzar en la línea del tiempo, en constante cambio.

Estos cambios se manifiestan en nosotros de manera inminente mediante el cuerpo, nos sacan de la normalidad, nos ubican fuera de nuestra rutina y suponen un reto adaptativo a nivel psicológico, emocional y físico para todo ser vivo. En este sentido, cuando se habla del cuerpo me refiero a la materia orgánica que envejece, muere y se transforma, convirtiéndose en un testimonio de cada etapa vivida, en el que nuestro cuerpo vive y evoluciona con el propósito de explorar y reconocer diversos aspectos de la experiencia de vida propia.

De modo que, el reconocer el cuerpo cómo escenario vital de los cambios nos invita a reflexionar sobre la importancia de la capacidad de adaptación y el cuidado que cada persona tiene sobre el mismo. Es decir, una persona que sepa cómo adaptarse, es una persona que necesariamente conoce cómo manejar su cuerpo, además de que comprende la importancia de atenderle tanto como a la mente y  manifiesta interés por el cuidado y la preservación del gran escenario de la vida humana, el cuerpo.

Por otro lado, la mente al igual que el cuerpo es un instrumento necesario y fundamental para nuestra existencia, pues a través de esta ocurre el procesamiento de la información (pensamientos y emociones), la creación de nuestro mundo y por ende, la construcción de nosotros mismos; no obstante, el cuerpo es el motor fundamental para abordar las decisiones prácticas que son esenciales para mantener el equilibrio y bienestar en el ámbito físico, emocional y psicológico.

Por ejemplo, el agobio, los nervios y la ansiedad generados por los cambios vitales, se sienten en el cuerpo como resonancia de la mente, pues el cuerpo continúa siendo el escenario físico donde la mente reside, lo que significa que controlando nuestro cuerpo podemos garantizar estabilidad en la mente, que es la protagonista durante estos retos llamados cambios vitales. La mente es la que debe adaptarse al cuerpo, pues son las emociones las que se tramitan en él y permiten desde lo físico darle un alivio, pues no hay una fórmula que lo anule como escenario fundamental para enfrentar la experiencia humana ni atajo que no curse su rumbo para sobrellevar la vida y experimentar las sensaciones de la experiencia humana.

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