Acopio De Críticas De "El Artista" - Argentina
Enviado por marioval • 1 de Julio de 2012 • 3.504 Palabras (15 Páginas) • 683 Visitas
CINE › EL SECRETO DE UNA HISTORIA QUE CAUTIVO A BUENA PARTE DE HOLLYWOOD
De la comedia al melodrama
El largometraje de Hazanavicius, mudo y en blanco y negro, demuestra que es posible filmar hoy una película como las que se hacían hace casi un siglo. Es así como entretiene y emociona, sin que se pongan de manifiesto trucos ni golpes bajos.
Por Horacio Bernades
En un par de ocasiones, El artista –que, como se sabe, es enteramente muda, en blanco y negro y formato 1/1:33 (el que se usaba en la época)– observa el cine silente desde la perspectiva del espectador medio contemporáneo, tomando a burla el estilo de actuación hiperartificioso que predominaba en la época (la Garbo, Keaton y Stan Laurel demuestran que el predominio no era absoluto). Como bien explica el realizador en la entrevista de aquí al lado, El artista se permite esa mirada en momentos muy específicos: aquellos que los académicos llaman “de segundo grado”. Dicho en sencillo, los de la ficción dentro de la ficción, las películas en las que los protagonistas de El artista, que son actores de cine mudo, trabajan, de acuerdo al estilo de la época. Fuera de esos momentos, la película del parisino Michel Hazanavicius jamás comete el pecado de ponerse por encima de lo que muestra, aprovechando la presunta “superioridad” que darían los casi cien años transcurridos.
De esa postura justa deviene el gran triunfo ético y estético de El artista, consistente en demostrar que sí, es posible filmar hoy una película como las que se hacían hace casi un siglo. Y que esa película funcione tal como funcionaban entonces: divirtiendo y emocionando al espectador, sin que en la sala se huela una sola bola de naftalina, sin que se oiga una sola risa canchera. Pasar con total fluidez de la comedia al melodrama era algo que el cine mudo practicaba con maestría. Sobre ese rumbo se lanza Hazanavicius, haciendo crecer un conflicto que si a alguna película “vieja” recuerda es a Nace una estrella, cuya primera versión es de 1937. El artista se inicia justo diez años antes de esa fecha, cuando la estrella de George Valentin (el actor francés Jean Dujardin, una de las diez nominaciones al Oscar de este batacazo) luce bien alta en el cielo. Bigote anchoíta, sonrisa ganadora, idolatría, groupies, tapas de Variety, mansión en Bel Air, auto con chofer, locos años locos. Como en una película de Hollywood, un pequeño accidente permite a Peppy Miller (la argentina Bérénice Bejo, también nominada al Oscar; ver recuadro) pasar al otro lado de la cuerda que, como un muro, separa un mundo de otro: cazaautógrafos de famosos.
Peppy tiene lo que en la época se llamaba ángel. Hace reír a la estrella, baila con energía de Betty Boop durante una prueba de casting y ya está adentro. Adentro de las películas, cielo que dos de cada tres chicas querían alcanzar a comienzos del siglo XX. George la recibe en su camarín, están a punto de besarse, pero un azar inverso lo impide ahora. Comedia con enormes sonrisas, grititos (mudos), saltitos y guiñaditas de ojo en los primeros tramos, la llegada del sonoro hará de El artista un melodrama. Melodrama a full, como los de la época, basado en el orgulloso, ciego rechazo de Valentin por lo que considera ridículo (algo de lo que el espectador se entera, como corresponde, por un entretítulo). Detalle interesante, ya antes de eso esta comedia flapper era un melodrama. Siempre y cuando uno pudiera ponerse en los zapatos de la esposa de Valentin (la resurgida Penelope Ann Miller), víctima de la manteca al techo que, con típica desconsideración de exitoso, el esposo desparrama fuera de casa.
En el afán mimético que con toda lógica la sostiene, Hazanavicius, autor del guión y coeditor, no deja elemento del cine mudo sin apropiarse. Desde la omnipresencia de la música (servida aquí por su compatriota Ludovic Bource) hasta el terrier que, como Asta en la serie The Thin Man, hace monerías. Pasando por el gran plano general que, como en El cameraman, muestra un corte del decorado; el paso de tiempo dado en una sola escena; la pesadilla expresionista; la gracia y poder de síntesis con que se presentan situaciones de comedia, con apenas un par de elementos; el valor del que se invisten determinados objetos: un anillo, una pistola largamente guardada, la lata de película soñada que el héroe abraza en la escena culminante.
Unica patinada, que va en contra de todo el sistema armado por El artista, la utilización de la música de Vértigo para acompañar todo el descenso final de Valentin. ¿Vértigo? ¿Qué se le dio a Hazanavicius por recurrir a un cover, teniendo a un músico como brazo derecho? ¿Encima, una música tan citada y recitada como ésa? ¿De una película tres décadas posterior a la época en que transcurre ésta? Habrá perdido la cabeza el realizador, pero por suerte es un brote pasajero. El resto es perfectamente riguroso y coherente, funciona por sí mismo sin estar llamando la atención sobre el truquito y encima, como se dijo más arriba, divierte y emociona. A este crítico, al menos. ¿Que El artista no tiene ni título en francés, que es una película apátrida, que podría ser (o quiere pasar por) una de Hollywood? Eso sí. Pero ése es, en tal caso, un dolor de cabeza para los compatriotas del director.
8-EL ARTISTA
The Artist,
Francia/Bélgica, 2011
Dirección y guión: Michel Hazanavicius.
Fotografía: Guillaume Schiffman.
Música: Ludovic Bource.
Edición: Anne-Sophie Bion.
Intérpretes: Jean Dujardin, Bérénice Bejo, John Goodman, James Cromwell, Penelope Ann Miller, Missy Pile y Malcolm McDowell.
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/5-24368-2012-02-16.html
Habla, mudito
Crítica. “El artista”. Homenaje al cine de Hollywood, con una historia de amor tragicómica.
• 16.02.2012 | Por Pablo O. Scholz pscholz@clarin.com
Ya en la proyección para la prensa, en Cannes, un domingo a la mañana, llamó la atención la sala Lumière colmada. ¿Pero si los cronistas franceses suelen ver antes que nadie las películas de su país, por qué tanta conmoción? El artista llegó en puntitas de pie, y se fue ganando críticos y público, y cuando los Weistein le echaron el ojo para su distribución en los Estados Unidos, el moño del paquete se terminó de anudar. Y hoy El artista no sólo es la película que hay que ver, sino la muy probable ganadora del Oscar.
Pero ¿qué tiene esta película en blanco y negro, muda pero sonora, para generar tamaña expectativa? Una excelente campaña de marketing, eso es seguro, y también cierto homenaje al Hollywood de antaño en particular y al cine en general.
No a la manera de La invención de Hugo Cabret : allí donde Scorsese hace lagrimear en buena ley, apelando
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