Andrew Vanwyngarden
Enviado por diegoalexiz • 19 de Marzo de 2013 • Biografía • 1.503 Palabras (7 Páginas) • 393 Visitas
SON dos. Y se complementan. Andrew Vanwyngarden habla tan bajito que a veces resulta imposible entenderle y hay que pedirle que repita sus palabras. Pero ahí está Ben Goldwasser para socorrerle. Debe estar acostumbrado a su volumen, porque le ríe las gracias. Que no son pocas. Ironía. Ahí reside la piedra angular de MGMT, una banda a la que le cayó del cielo un contrato discográfico con Columbia el pasado año y que, tras arrasar en el Reino Unido, ahora intenta ganarse el sueldo en su propio país, Estados Unidos.
Andrew, que además de esconder su voz oculta sus ojos tras un flequillo larguísimo unido a una melena modélicamente despeinada, es el menos serio de los dos, aunque la primera impresión indique lo contrario. En su mochila esconde el libro de Carl Jung Arquetipos e inconsciente colectivo, y pese al sesudo título queda claro que lo suyo es reírse del mundo. Me encanta que la gente piense que soy más listo de lo que parece, por eso siempre llevo libros como éste, bromea. Aun así, le ha dedicado tiempo y tiene subrayadas unas cuantas frases, entre ellas: La vida es una locura y al mismo tiempo está llena de sentido.
Las palabras de Jung sirven de perfecta metáfora para explicar lo que les ha ocurrido profesionalmente a esta pareja de estudiantes de música y arte de la exclusiva Universidad de Wesleyan (Connecticut), licenciados hace apenas dos años, con los que nos encontramos en Greenpoint, uno de los barrios de Brooklyn donde los grupos de música se reproducen como esporas. MGMT ensayan ahí, aunque prefieren recibirnos en un café cercano a la nave industrial donde ellos y todo tipo de artistas multidisciplinares se dedican a construir el futuro creativo de Nueva York.
O más bien habría que hablar de presente. La historia de MGMT, además de a la suerte, está precisamente unida a la situación de desesperación por la que están atravesando las grandes discográficas en la actualidad, que buscan ansiosamente el próximo éxito haciendo arriesgadas apuestas. Nosotros tocábamos en la universidad. Teníamos músicas pregrabadas y cantábamos sobre ellas. Nada sofisticado, era algo que hacíamos por pura diversión. Estuvimos una temporada de gira con Of Montreal, y llegó un momento en el que cada uno decidió tirar por su lado pero, de repente, nos llegó un e-mail de Columbia proponiéndonos que grabáramos un disco. Fue un poco surrealista, porque en aquella época (finales de 2006) ni siquiera nos hablábamos y hacía más de seis meses que no tocábamos juntos. Ben estaba pensando en dedicarse a las ciencias sociales, y aunque yo quería ser músico, no tenía muy claro qué hacer. La conversación la llevan a dos voces. Ben, el que más sonríe, con una barba que no oculta sus escasos 25 años, completa las frases de Andrew mientras éste se bebe un té mañanero con la energía de quien tiene la legaña aún pegada al ojo. Y eso que es más de la una de la tarde
La propuesta de Columbia les pilló por sorpresa, pero tenía muchas ventajas. Por un lado nos permitía dedicarnos a la música sin tener que depender de un trabajo cualquiera para mantenernos y, la verdad, tener una multinacional como plataforma no está mal para empezar, ¿no? Además, nos han dado un productor increíble, Dave Friedman [ha producido a Flaming Lips entre otros]. ¿Qué más se puede pedir?. Así nació Oracular spectacular, el primero de los cuatro discos a los que se han comprometido, algo que según ellos no les ha creado muy buena prensa entre los otros grupos de Brooklyn. En este nuevo mundo de Myspace, firmar con una major suena a pecado mortal, corean. Pero lo cierto es que si se les pregunta tampoco parecen conocer a muchas bandas de su barrio. Es cierto que hay mucha movida musical en Brooklyn, pero nosotros apenas nos relacionamos con ellos porque no tocamos a menudo, dicen. Y como colofón admiten: Quizá sea sólo una sensación imaginaria y en realidad sí que les caemos bien.
En realidad, como banda propiamente dicha no tienen mucha carretera. Hasta 2005 tocaban con sonidos pregrabados a los que a veces les añadían guitarras. Quizá por eso sus directos no sean precisamente lo más alabado por la crítica. Tras verlos actuar en un miniconcierto en la clausura del festival de cine Genart, en Nueva York, con otros tres músicos sobre el escenario, la impresión irrefutable los cubatas gratis de la fiesta hicieron bastante más furor
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