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EL DRAMA “PROHIBIDO SUICIDARSE EN PRIMAVERA”


Enviado por   •  25 de Julio de 2014  •  Informe  •  12.871 Palabras (52 Páginas)  •  414 Visitas

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EL DRAMA “PROHIBIDO SUICIDARSE EN PRIMAVERA”

Sobre el autor y la obra…

ALEJANDRO CASONA

(Alejandro Rodríguez Alvarez) nace en Besullo, pueblecito vaquero y artesano de la

provincia de Asturias, desde pequeño delata su irresistible propensión a ponerse en

contacto con un mundo sobrenatural alimentado por la magia. Sus estudios de

Bachillerato los realiza en el "Instituto Jovellanos" de Gijón donde según su propia

confesión, tiene sus dos primeras conmociones entreveradas de espiritualidad y

sentimentalismo: La lectura de "La vida es Sueño" de Calderón de la Barca y la asistencia

a una representación de "La Loca de la Casa" de Benito Pérez Galdós. A partir de ese

momento le brotaron, irresistibles, sus deseos de escribir textos que pudieran ser

representados en el escenario.

Entre sus obras más reconocidas figuran: "Prohibido Suicidarse en Primavera"

estrenada en México en 1937, "Las Tres Perfectas Casadas" (1941), "La Dama del Alba"

(1944), "La Barca sin Pescador" (1945), "La Molinera de Arcos" (1947), "Los Árboles

Mueren de Pie" (1949) "La Tercera Palabra" (1953), "Corona de Amor y de Muerte" (1955)

y "La Casa de los Siete Balcones" (1957).

Uno de los valores más importantes del teatro de Alejandro Casona es su

universalidad: En cada obra va expresando la total revelación de su arte en sus aspectos

más humanos y fantásticos. Su pensamiento, estilo, técnica, discrepancias, afinidades y

trucos son perfectamente ortodoxos y plenos de armonía; es la evolución en su genuina

permanencia, aunque esto parezca una paradoja. La acción dramática cobra proporciones

de ensueño y la cotidianeidad queda envuelta y saturada de poesía.

La obra

Prohibido suicidarse en primavera es una obra literaria como pocas. Es una obra

(en mi opinión) única. Única por la complejidad de sus personajes, sus temas, sus tramas.

Creo yo que todas estas variedades se reúnen bajo el tratamiento de un tópico literario

que no es muy común de ver: lo entendible y atractivo que resulta ser el deseo de dejar

de vivir, el querer acercarse a la muerte por manos propias: el suicidio. En simples

palabras, lo que esta obra irrefutablemente nos dice es que hay muchas maneras de

recuperar las ganas de vivir, y que en muchas ocasiones lo que nos hace seguir viviendo

es un inconsciente destello de esperanza que se encuentra de diversas maneras.

ALEJANDRO CASONA

PROHIBIDO SUICIDARSE

EN PRIMAVERA

COMEDIA EN TRES ACTOS

PERSONAJES:

CHOLE

ALICIA

LA DAMA TRISTE

CORA YAKO

FERNANDO

JUAN

DOCTOR RODA

HANS

EL AMANTE IMAGINARIO

EL PADRE DE LA OTRA ALICIA

Estrenada en el Teatro Arbeu, de

México, el 12 de junio de 1937, por la

Compañía Josefina Díaz-Manuel

Collado.

ACTO PRIMERO

En el Hogar del Suicida, sanatorio de

almas del doctor Ariel. Vestíbulo como de

hotel de montaña, recordando esos

paradores de turismo construidos sobre

ruinas de antiguos monasterios y

artísticamente remozados por un gusto

nuevo. Todo es aquí extraño, sugeridor y

confortable: el mobiliario, la plástica, el

trazado de las arquerías, la disposición

indirecta de las luces acristaladas. En las

paredes, bien visibles, óleos de suicidas

famosos reproduciendo las escenas de

su muerte: Sócrates Cleopatra, Séneca,

Larra. Sobre un arco, tallados en piedra,

los versos de Santa Teresa: «Ven,

Muerte, tan escondida —que no te sienta

venir— porque el placer de morir —no

me vuelva a dar la vida.

Amplia verja al fondo, sobre un claro

jardín de sauces y rosales. El jardín tiene

un lago, visible en parte, un fondo lejano

de cielo azul y montañas jóvenes

nevadas. En ángulo, a la derecha,

arranca una galena oscura, en arco, con

pesada puerta de herrajes, practicable;

sobre el dintel, una inscripción que dice:

«Galería del Silencio». En frente, otra

semejante, pero clara y sin puertas:

«Jardín de la Meditación».

En escena, el Doctor Roda y Hans, su

ayudante, con bata de enfermero. El

primero, de aspecto inteligente y

bondadoso; el segundo, de rostro y

palabra mortalmente serios. El doctor, al

lado de una mesa volante de trabajo,

revisa sus ficheros.

DOCTOR.—Desengaños de amor, 8.

Pelagra, 2. Vidas sin rumbo, 4.

Catástrofe económica... cocaína... ¿No

tenemos ningún caso nuevo?

HANS.—El joven que llegó anoche. Está

paseando por el parque de los sauces,

hablando a solas.

DOCTOR.—¿Diagnóstico?

HANS.—Dudoso. Problema de amor.

Parece de esos curiosos de la muerte

que tienen miedo cuando la ven de

cerca.

DOCTOR.—¿Ha hablado usted con él?

HANS.—Yo sí, pero no me ha

contestado. Sólo quiere estar solo.

DOCTOR.—¿ Decidido ?

HANS.—No creo: muy pálido,

temblándole las manos. Al dejarle en el

jardín he roto detrás de él una rama

seca, y se volvió sobresaltado, con cara

de espanto.

DOCTOR.—Miedo nervioso. Muy bien;

entonces hay peligro todavía. ¿Su ficha?

HANS.—Aquí está.

DOCTOR (Leyendo).—«Sin nombre.

Empleado de banca. Veinticinco años.

Sueldo, doscientas pesetas. Desengaño

de amor. Tiene un libro de poemas

inédito». Ah, un romántico; no creo que

sea peligroso. De todos modos vigílelo

sin que él se dé cuenta. Y avise a los

violines: que toquen algo de Chopin en el

bosque al caer la tarde. Eso le hará bien.

¿Ha vuelto a ver a la señora del pabellón

verde?

HANS.—¿La Dama Triste? Está en el

jardín de Werther.

DOCTOR.—¿Vigilada?

HANS.—¿Para qué? La he venido

observando estos días; ha visitado todas

nuestras instalaciones: el lago de los

ahogados, el bosque de suspensiones, la

sala de gas perfumado... Todo le parece

excelente en principio, pero no acaba de

decidirse por nada. Sólo le gusta llorar.

...

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