Estetica del Cine y lo Cotidiano
Enviado por Macarena Díaz Villarroel • 21 de Septiembre de 2015 • Ensayo • 1.817 Palabras (8 Páginas) • 223 Visitas
FUNDAMENTOS DE LA ESTÉTICA EST 210 A _ 2
Profesora: Rosa Droguete Abarca
Ensayo UNIDAD II 2014
De una vivencia se llegan a otras, y de las otras se llega a solo una.
Macarena Díaz Villarroel, estudiante de arquitectura 2011
En este ensayo, contado en un índole mucho más personal, se tratan de abarcar los temas de lo sublime, T. Adorno y lo grotesco, visto desde la unión de diferentes sucesos y recuerdos tenidos a lo largo de estos últimos cuatro años, sin embargo, no teniendo un orden cronológico necesario, siendo más importante como cada tema llega gracias al impulso de un tema anterior y así comenzarlo y quizás… terminarlo.
In this paper, written with a personal view, I tried to take in the concepts of the sublime, T. Adorno and the grotesque, seen from the union of several events in the last four years. However, not necessary having a chronological order, being more important how each subject arrives thanks to the urge of a previous subject and beginning to write and perhaps…. Finish it.
El martes 25 de marzo del 2014, tipo 14.20 y 15.30 hrs, tuve una actividad con mi curso de Fundamentos de la estética. Nos adentraríamos en el cerro Santa Lucia, debíamos tener un caminar en solitario, desde la casa central, la alameda y el ascenso pausado a la cima del cerro. Al comenzar el recorrido, no sentí ninguna experiencia “sublime” o particular a esto, ya que muchas veces he caminado por estos lugares. Sin duda recordé cuando llegue a Santiago, dos meses antes de comenzar la universidad y adentrarme a esta ciudad que en ese entonces me parecía desconocida y abierta a muchas posibilidades, sobretodo a una futura estudiante de arquitectura.
Sin presta mucha atención a lo que comentaba la profesora, ya que el ruido era bastante y al haber llegado de las últimas, más perdida me encontraba. Comenzamos de poco a ascender, sacaba fotos de las escaleras, de la pileta, al igual a mis compañeros, tratando de “sentir” o re observar lo que tantas veces había visto.
Al llegar a la cúspide del cerro, se podía ver una plaza con árboles y bancas. Me senté en una y me puse a descansar y mirar.[pic 1]
En ese mirar descubro a una pareja de ancianos abrazados, sentados en la banca del frente, a espaldas mías, contemplando los edificios y descansando del calor, gracias a la sombra de un gran árbol. Tuve el tino de tomar de nuevo mi celular y de la manera más rápida, capturar ese momento.
Tuve de nuevo un flashback de cuando llegue hace ya tres años a Santiago, mis caminatas por Santa Lucia, extensas y siempre con algún acontecimiento interesante. Había un valor personal mayor a cualquier lugar de Santiago. Este cerro, estos edificios colindantes, estos locales, estos ancianos. Todo me recordaba a mi primer hogar en la capital, en el edificio que miraba al frente de este cerro, el departamento 605 en el cual mi primer semestre viví.
Luego de estar inmersa en mis pensamientos y además de sentirme afortunada de notar esta pareja, me percate de la hora, fui a ver a mi curso de estética y tuve que salir corriendo, como siempre lamentablemente, porque debía continuar trabajando en taller.
¿Qué fue lo que sucedió en esos minutos? Una experiencia estética pura. No era felicidad o tristeza, era un sentimiento mayor a cualquier otra cosa, iba más allá de lo bello del lugar, de la foto lograda o del rememorar. Lo sublime como una facultad del espíritu que supera a todos los sentidos (Kant, E. p.151). En palabras sencillas; lo bello agrada y contenta, pero lo sublime desborda y asombra.
Sentí que era parte de ese momento, no era solamente los ancianos, sino que al estar apreciando y viendo esta escena, se volvía completa. Me sentí una romántica de esta ciudad.
Una romántica… pensé en esas palabras muchas veces, no en el sentido amatorio y novelesco. Sino que en el sentido que una vez llego a mis oídos en una clase de “Historia de la arquitectura I”. Fue nuestra segunda o tercera clase del semestre, y recuerdo que el profesor nos habló del romanticismo, poniendo en el ppt, la famosa pintura de Gaspar David Friedrich “El caminante sobre el mar de nubes”. Nos explica que el romanticismo, es el periodo de la añoranza, de la apreciación más sensible y visceral de lo que había dentro de la persona, principalmente en términos de la naturaleza, nos hablaba de cómo la gente en ese periodo, era literalmente dueño de lo que veía y quería, no solo en términos materiales, sino que también inconscientemente. Comenzó la exaltación del yo, de la libertad individual del hombre. Era el periodo en que el hombre aun podía tomar un lugar, y volverlo propio, por el simple hecho de asentarse ahí y cuidarlo. En estos tiempos eso ya no es posible, ya que todas las cosas poseen una escritura y un dueño físico, refiriéndose a que las cosas están completamente acaparadas.[pic 2]
Al ver esa pintura pensé como ese hombre completamente bien vestido, incluso con un bastón, representando la sociedad civilizada de su época, aspira y se mantiene firme en ese paisaje indómito, impreciso y basto. Y pienso, todos somos ese hombre, en búsqueda de una añoranza de algo que es más grande que nosotros y por sobretodo, nos deje sorprendido y nos llene de experiencia. Ese hombre aun es dueño del mundo, puede tomar lo que quiera y volverlo a su voluntad, la pregunta siempre es ¿Cómo?
Y pensé en mis ancianos, en mi historia universitaria, en mí llevar por esta ciudad y como a pesar de que yo no viví en la época romántica, me siento completamente identificada, ya que este mundo que recorro que proyecto y que observo y escribo para mí, se ha vuelto completamente mío. Al menos inconscientemente. Ante todo el juicio personal, pero guiado de una manera liberal y arraigado con lo que está alrededor, ciudad, tierra, naturaleza.
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