Sergio Wolf, Ritos De Pasaje
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La literatura en las artes combinadas 1
Apunte de cátedra
Reseña bilbiográfica de: WOLF, Sergio, Cine/Literatura -Ritos de pasaje,
Buenos Aires, Ed. Paidós 2001.
Patricia Russo
Introducción
Sergio Wolf dice que su búsqueda se orientó a intentar cercar el objeto: la transposición
literaria, el que siempre se presenta como resbaladizo e inasible por la diversidad de
materiales y códigos a considerar y los marcos teóricos posibles para su abordaje. En
primer lugar había que detectar los nudos conflictivos básicos del proceso de transponer
un texto a un film, hallar el conflicto necesario que genere zonas de interés y favorezca
el diálogo, pues entre el mundo del autor y del director existen zonas ríspidas,
distancias, afinidades y repulsiones, fronteras y vecindades que enriquecen la reflexión
sobre el tema. Es así que la selección de “casos” propuesta, inevitablemente subjetiva,
pretendió alejarse de los casos ejemplares haciendo convivir obras de literatura culta
con otras de literatura de mercado puesto que en ambos casos existen las mismas
dificultades para un guionista o un cineasta a la hora de transponer.
Un problema de origen
Habitualmente se habla de adaptación, lo que implica que un objeto deba integrarse a
otro, subordinarse, produciendo pérdidas o reducciones, o bien que se trata de una
adecuación de formatos, donde el formato de origen, la literatura, debe ablandarse para
“caber” en otro: el cine. Otros ensayistas hablan de traslación para llegar al término
“traducción” o bien a la idea menos precisa de “hacer una versión”.
Wolf se inclina por la noción de transposición, “porque designa la idea de traslado pero
también la de transplante, de poner algo en otro sitio, de extirpar ciertos modelos, pero
pensando en otro registro o sistema”.
La literatura, por ser el modo de narración dominante hasta el siglo XIX, sirvió desde
los orígenes del cine como proveedora de historias. El lugar que ocupa como fuente de
argumentos se mantuvo durante toda la historia del cine, tratando de incorporar textos
con mayor o menor espesor literario, relevancia o valor académico. Que las relaciones
entre cine y literatura se refieran siempre a los orígenes es el motivo por el cual se
piensa la transposición a partir de la literatura.
El caso pionero de David W. Griffith es ejemplificador. Fue él quien pensó en las
potencialidades del aparato cinematográfico y de allí extrajo, o dedujo, las cuestiones
clave del lenguaje del cine, como los distintos tamaños de plano en función de las
necesidades dramáticas y el rol fundamental del montaje o, al menos, las relaciones
significantes entre los planos. Lo hizo impulsado por su interés en sustituir los
procedimientos con que narraba la literatura por los de la nueva máquina de escritura
que era la cámara cinematográfica.
“La práctica de la transposición excede en mucho al valor literario de los textos de
origen”, dice Wolf, aunque la norma parece ser que “la transposición tenga efectos
rigurosamente vigilados e inversos al valor de origen”, siendo entonces que grandes
obras literarias derivaron en películas pobres y otras de escaso valor fueron reinventadas
por el cine.
Los tipos de abordaje
La transposición, entonces, es un trabajo. Y hay que pensarla como un “abanico de
problemas a resolver” que tiene que ver fundamentalmente con los usos y prácticas del
cine.
Los modos de reflexionar sobre las transposiciones son variados:
¨ El que supone que la transposición tiene un valor previo, dado por el valor del
escritor
Si se acepta un canon literario, local o universal, se piensa la transposición como “una
desgracia inevitable” contra la cual los escritores no tienen más remedio que estrellarse.
Bien viene aquí la mención de un ejemplo argentino: dos cuentos transpuestos por la
misma época (los ’60) “Hombre de la esquina rosada” de Jorge L.Borges con la película
homónima de René Mugica y “Los inundados” de Mateo Booz cuya película fue
dirigida por Fernando Birri. La atención crítica y teórica del momento fue abundante en
el caso Borges/Mugica y escasa para el segundo de los casos mencionados aunque las
operaciones de transposición en este último resultaron más atractivas. Digamos que
hubo menos veneración y más apropiación del texto literario, lo cual pone al descubierto
el peso que éste tiene al momento de su análisis.
¨ El análisis tiene sentido como descripción de las diferencias con el texto original
En este tipo de análisis, el analista se erige en máquina punitoria, detector de mentiras y
alteraciones, una especie de “metáfora sancionadora de orden moral”, que se expresa en
términos de “fidelidad” o no al texto original. Este tipo de trabajo sólo se ocupa de
detectar las diferencias entre los dos textos pero deja afuera cuál es el motivo de esas
transformaciones. En palabras de Wolf “La fidelidad o el adulterio de un texto
convertido en película, por tanto, no son más que dimensiones morales, nunca ligadas a
las especificidades y las problemáticas del tema”.
¨ El análisis tiene sentido cuando está circunscripto a los textos clásicos
El cine suele recurrir a los clásicos literarios, quizás por la necesidad de recubrir a esos
films de una pátina de alta cultura, pero se queda en lo decorativo o en la fidelidad
motivada por un excesivo respeto que no condice con el origen de esos mismos textos.
El ejemplo ineludible es Shakespeare, quien manipulaba libremente los hechos
históricos en busca de mejorar la verosimilitud de su obra antes que construir un relato
histórico ajustado a la realidad.
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