Banco De Tiempo

Cuando se habla de posconflicto una de las principales preguntas que surge es qué va a pasar con las miles personas que dejan las armas, pues deberán entrar a hacer parte de la fuerza laboral del país.

Actualmente existen más de 31 mil desmovilizados que siguen activos en los programas del Gobierno y se podrían duplicar si tiene éxito el actual diálogo con las Farc.

Y aunque la firma de la paz será un paso crucial, especialistas se atreven a decir que la verdadera prueba de fuego es ver cómo se incorporan a la sociedad cerca de 30 mil personas más y cómo se les ofrecen alternativas para ganarse la vida.

De hecho, hasta ahora, un talón de Aquiles tanto en los procesos de reincorporación colectiva como en las desmovilizaciones individuales ha sido la baja participación del sector empresarial.

Es por esto que La Agencia Colombiana para la Reintegración (ACR) tiene diferentes mecanismos de vinculación de reinsertados. Además de la empleabilidad, las firmas pueden apoyar programas de voluntariado que consiste en la donación de tiempo, talento y conocimiento, para apoyar proyectos de las personas en proceso de reintegración

Un ejemplo de estos mecanismos es la BANCO de TIEMPO de Coca Cola Femsa; aunque es una gota en este mar, no deja de ser un gran avance, referente y por supuesto ejemplo para las demás compañías; de este modo generan impacto en el sector y en la sociedad en la general. Podemos decir que Coca Cola Femsa es una de las pioneras en este tema en el país.

Muchas otras empresas generan un rechazo ante estas personas, Pero el estigma no es solo de los empleadores. También se han visto casos en los que compañeros de trabajo vetan a los excombatientes, y por eso el 90 % no revela su pasado, por lo cual no se pide que se de trabajo por ser desmovilizado pero sí que no se despida a alguien solo por serlo, si no que se basen en sus capacidades.

Esa actitud se debe a que muchos han sido víctimas de los grupos de los que proceden quienes hoy tocan a las puertas de las diferentes empresas, pero lo que no asimilan es que ellos también quieren borrar ese pasado, o tan simple como que no estuvieron en grupos al margen de la ley por su voluntad.

Por lo cual la vinculación directa de los jefes y directivos en este proyecto crea una conciencia de confianza y aceptación, entre los demás tragadores, es un llamado a mirar con otros ojos y darle una nueva oportunidad a los desmovilizados; pues no todos son delincuentes y a todos no se les puede catalogar de la misma forma por los hechos de unos pocos; varios estudios indicas que los desmovilizados que se acogen al plan de reintegración ofrecido por la ACR desarrollan un proceso de formación académica y psicológica durante 6 años y medio aproximadamente y 8 de cada 10 continúan en actividades legales.

Entonces un proyecto como este general gran impacto social, pues empiezan

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