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Enviado por   •  30 de Noviembre de 2012  •  618 Palabras (3 Páginas)  •  434 Visitas

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3. EL PUNTO DE VISTA DESDE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA SOBRE LA DEMOCRACIA

Hay dos puntos que tratar entre la democracia y la doctrina social de la Iglesia. En primer lugar, lo “social” como “político” es un punto central de la doctrina cristiana que, precisamente en consideración de la definición de lo social y de su profundización, ofrece una contribución original, basada en la Revelación. El Dios revelado por Jesucristo, de hecho, es Dios Amor, Dios Trinidad de Personas; es la Trinidad misma, para los cristianos, el modelo originario de las relaciones. Es el modelo de la sociabilidad, o sea de todas las formas relacionales comunitarias en las cuales los sujetos expresan al mismo tiempo, la personal originalidad de cada uno.

En segundo lugar el cristianismo, a medida que logra interiorizar esta concepción de la realidad de Dios y hacerse plasmar por ella, elabora, en el curso de la historia, una visión política profundamente distinta de la de los regímenes absolutistas de la antigüedad basados en la verticalidad del poder; una visión en la cual lo social, como lugar específico de las relaciones de libertad, es central.

Si abrimos el Compendio de la doctrina social cristiana en el capítulo VIII, dedicado a la “comunidad política”, observamos que está ante todo ilustrado un dato bíblico, relativo a la historia de Israel, cuya enseñanza será, sucesivamente, incorporada en la doctrina social cristiana. El pueblo hebreo había vivido durante la época de los Jueces sin una monarquía constituida. La sociedad israelita seguía la ley de Moisés y se formaba sobre la base de ella; el Señor enviaba como regalo a su pueblo hombres sabios –los jueces– que sabían orientarlo y que no creaban dinastías; se subrayaba así la idea de que el Señor gobernaba directamente a su pueblo, suscitando y donando a sus enviados según la necesidad.

La sociedad israelita se había pues estructurado y formado en ausencia de una monarquía, hasta que, en cierto punto, decide pedirla al último de los jueces, Samuel, como cuenta el primero de los libros de la Biblia que lleva su nombre (1 Sam 8,5; 10,18-19).

El Señor concede la monarquía a Israel y escoge como rey a Saúl (1 Sam 10,1-2). El rey pasa a ser depositario de la promesa hecha por el Señor a Israel y tiene la tarea de gobernar con justicia.

Esta institución de la monarquía contiene importantes enseñanzas. Ante todo, el poder político sobreviene después que el pueblo está ya constituido como tal, después que tiene ya una identidad, un ideal, una misión en la historia: el poder político no sustituye a la sociedad ya existente que el Señor mismo había construido y que había hecho nacer del Pacto establecido con Abraham y continuamente renovado, sino que se pone a su servicio.

La democracia, en suma, se puede realizar solo si existe un pueblo compuesto de ciudadanos conscientes y activos, y tiene la

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