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Enviado por alzu • 23 de Septiembre de 2012 • 1.141 Palabras (5 Páginas) • 791 Visitas
El beneficio que genera compartir cultura sin limitación es un exiliado en los medios de
masas y en las agendas de los gobiernos. Nada o menos que nada importa el hecho de que
millones de ciudadanos tengan hoy un acceso a la cultura que hasta ayer solo soñaban. Que
se pida que el interés privado no aplaste al interés general o que las empresas se adapten o
sometan a esta nueva realidad es un delirio propio de piratas.
La mayoría de los creadores no serían lo que son si no hubiera existido antes lo que ahora
llaman piratería. Si vas a casa de cualquier músico verás que guarda como reliquia del pasado una pila de casetes que, en sus tiempos, se multiplicaban de amigo en amigo. Es esa
música, esa cultura que se regalaba, la causa de que ellos hoy sepan qué hacer en el estudio
de grabación. La única manera de tenerle ganas a la música es escuchándola y no hay mayor
inspiración para hacerlo que ver cómo lo hicieron otros. La principal instrucción de muchos
músicos de hoy viene, precisamente, de que se saltaron la barrera que construyó el mercado y accedieron a una cultura que les estaba negada. Sería bueno que existieran los encuestados sinceros y pudiéramos saber cuántos autores de los que hoy claman contra la piratería
han sido amamantados por ella.
Daniel Samper Pizano explica en el prólogo del libro “Gerardo Masana y la fundación
de Les Luthiers” que oyó “por primera vez la música de Les Luthiers a principios de 1975
en Colombia” gracias a una “mano misericordiosa” que le entregó “un casete que alguien
copió de cierto casete que alguien había copiado de otro casete que copió, a su vez, un
admirador anónimo”. Esa mano misericordiosa de ayer, mano pirata de hoy, fue la que hizo
que años después Samper escribiera el libro “Les Luthiers de la L a la S”. Son exiliados de
las estadísticas todas las obras que nacen gracias a la misma práctica que algunos dicen que
asesina la cultura y ahoga la creación.
No solo la difusión de la cultura multiplica a los que la saben crear sino también a los
que la saben disfrutar. Mientras la televisión te condena a pena de aburrimiento perpetuo,
las redes P2P han supuesto para millones de personas la burla de un sistema diseñado para
desactivar cerebros y homogeneizar personas.
En lugar de aplaudir e intentar mantener ese avance que multiplica el acceso y la diversidad cultural de los ciudadanos, los gobiernos han decidido despreciar y criminalizar a la
sociedad a la que deberían representar y proteger. El interés que suscita el acceso a la cultura lo resumió bien una parlamentaria en un debate en La 2 y que dijo que “lamentablemente en España se lee poco, pero lo importante es que no se lea pirata”. En la España en
la que la Pantoja y Pocholo son las dos personas más populares del 2003 lo importante no
es que los ciudadanos lean, sino que no lean fotocopias.
Pero el derecho al acceso a la cultura no es el derecho al ocio, ni el derecho a disfrutar
del tiempo libre. Es mucho más. El crecimiento de cada persona es muy distinto dependiendo de la cultura que come y digiere. Tus aficiones, inquietudes, deseos e ideologías
están directamente relacionadas con los libros que lees, las películas que ves y las canciones que escuchas. Lo que está en juego es el derecho al desarrollo de la personalidad. Lo
que está en juego es el derecho a ser.
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