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Capacitacion


Enviado por   •  12 de Diciembre de 2014  •  1.892 Palabras (8 Páginas)  •  167 Visitas

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3. Desarrollo endógeno: un modelo integrador entre el Estado y la sociedad.

Actualmente el desarrollo endógeno se ha convertido en un tema de mucho interés nacional .Por consiguiente, es necesario su conceptualización a objeto de tener varias definiciones que soporten el discernimiento e interpretación como una propuesta de transformación social que va a permitir la integración de entes importantes tales como el estado y la participación ciudadana vinculados con los recursos que genere el estado y fundamentalmente los informacionales como producto de índole cultural, que van a permitir la generación de conocimiento y transformación en pro del desarrollo endógeno.

Considerando lo expuesto, se han tomado en cuenta lo señalado por los autores como Vásquez (2006); Sunkel (1991), Boisier (citado por Martínez, 2006) y el Instituto Latinoamericano y del Caribe de Planificación Económica y Social (ILPES 2006).

Para Vásquez (2006), el desarrollo endógeno puede entenderse como un proceso de crecimiento económico y cambio estructural por la comunidad local, utilizando el potencial de desarrollo que conduce a la mejora del nivel de vida de la población.

En este sentido, representa la capacidad de una determinada región para generar bienestar colectivo, partiendo de sus recursos naturales disponibles, e incorporando los diferentes cambios que le permitan crecer con la participación de los diferentes actores locales y sus correspondientes conocimientos tecnológicos y culturales.

Paralelamente, el Instituto Latinoamericano y del Caribe de Planificación Económica y Social, ILPES (2006), lo definen como un proceso reactivador y dinamizador de la economía local, que mediante el aprovechamiento eficiente de los recursos endógenos, existentes en una determinada zona, es capaz de estimular el crecimiento económico, crear empleo y mejorar la calidad de vida.

Mientras que en el planteamiento de Sunkel (1991), se dejan ver opciones para orientar la industrialización “desde adentro” hacia determinados mercados internos y externos, prioritarios en la estrategia de desarrollo de largo plazo, en los cuales nuestros países posean o puedan adquirir niveles de excelencia relativa que les garanticen una sólida inserción en la economía mundial.

Para Boisier (citado por Martínez, 2006), este desarrollo constituye un enfoque humano, que le permite al hombre su transformación, potenciarse a si mismo para llegar a ser una verdadera persona humana. El desarrollo no lo hace nadie sino el hombre, su individualidad y en su sociabilidad. Este autor está ganando fuertemente en la idea de que el desarrollo endógeno es una fuerza espiritual, es la voluntad de superar las necesidades en un ámbito de encuentros de práctica de valores, cuyo principal requerimiento es lo cognitivo, un individuo abierto al cambio permanente. En eso está basado su enfoque en el conocimiento para la acción territorial.

A nuestro juicio, el desarrollo endógeno implica una transformación social, cultural y económica de la región, que se relaciona directamente con la utilización eficiente de los recursos naturales en productos que se pueden consumir, distribuir e incluso exportar, basadas en relaciones equitativas de producción, respeto al medio ambiente, donde los actores económicos y sociales se integran con las instituciones locales formando un sistema denso de relaciones que incorporan los valores de la sociedad en el proceso de desarrollo.

Al observar las definiciones expuestas, en cada una de ellas se destacan elementos que describen el desarrollo endógeno como un proceso naciente de adentro hacia fuera, y donde el factor transformador principal es el hombre, para quien se genera y crea el concepto, primeramente como una esencia, y luego con sentido comunitario de participación. Esto induce a la consideración de que el desarrollo endógeno como tal, representa una tendencia propulsora a un cambio, pero, a su vez, el factor de mayor interés para promoverlo, es el hombre.

Durante el siglo XIX y comienzos del XX, Venezuela se dedicaba principalmente a la explotación del café y el cacao para la exportación, esto generó un estilo de vida europeizante, según Martínez (2006), lo cual significaba el cambio de una mentalidad venezolana para mantener el dominio humano y territorial mientras se consumía todo lo que era europeo como productos e ideas.

Posteriormente, Venezuela, entra en la etapa de la explotación de los hidrocarburos por empresas transnacionales en su mayoría de concesión norteamericana; esto no generó cambios estructurales económicos que impulsasen un crecimiento del país, por cuanto no hubo planes de inversión interna, ni siquiera para incrementar un aparato productivo que generase bienestar en la población, en vivienda o en educación, entre otros.

Hoy Venezuela debería dar respuesta a esta situación e impulsar un nuevo modelo de desarrollo donde el hombre y sus necesidades sean la base fundamental; a este respecto, de acuerdo con Barrios (citado por Castellano, 2005), en años recientes se ha empezado a valorar las iniciativas locales de desarrollo y creación de empleo como una vía novedosa para promover el crecimiento económico y el bienestar social de un ámbito subnacional dado. Por estas razones el gobierno nacional de turno ha impulsado un nuevo proyecto que permite a las comunidades excluidas generar su propio progreso a través de la economía social, donde lo cultural es parte importante para el mantenimiento de su entorno así como su identidad, su pasado histórico y su modo de producción. Por ello la configuración de estas unidades de producción deben estar diseñadas por los mismos agentes involucrados; donde confluyan los distintos saberes que circulan entre sus miembros, los productores, los hombres y mujeres para transformar su hábitat en un núcleo de desarrollo y se cambie de una mirada particular de la realidad local a la generación de una mirada global del mundo.

Dentro de estos actores involucrados deben estar presentes organismos para capacitar y brindar apoyo a estas comunidades, las cuales no deben ser vistas como objetos de cambio sino sujetos que están en un proceso de transformación que necesitan ser adiestrados para que en un futuro próximo no dependan de agentes externos (Martínez, 2006).

Sunkel (1991)

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