Casi Gabriela

FORO PLENARIO CASO 1 Gabriela y la mentalidad ¿Japonesa?

Analizando la situación, el proceso administrativo y las decisiones que se tomaron, justifica si fue o no el más adecuado; posteriormente, compáralo desde un punto de vista económico con los efectos positivos y negativos que tendrá esta decisión.

La situación que se presenta, es principalmente y evidentemente un caso de discriminación de género hacia Gabriela Hernández, posteriormente si bien la estructura organizacional de Autojal, contaba con un organigrama organizacional, manuales de procedimientos, descripciones de puestos, delegación de tareas y sistematización de operaciones, no contaba con códigos de ética o algún tipo de reglamento que hiciera referencia a la Cultura Organizacional.

Discriminación de género

A pesar de los diversos cambios sociales, económicos y culturales en nuestro país en los que se han visto involucrados hombres y mujeres, las mujeres seguimos encontrando barreras para lograr nuestro desarrollo.

En México el 30% de los poco más de 10 millones de mujeres que trabajan han sido víctimas de algún tipo de discriminación, violencia laboral y más de un millón de ellas sufre de algún tipo de acoso sexual donde trabajan, según datos de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares 2006 (ENDIREH). (CNNMéxico, 2011).

Lo anterior se ve reflejado (aún más y por el año al que hace referencia el dato anterior) en el caso que nos compete, ya que Gabriela, pese a ser una empleada destacada y haber sido merecedora al viaje, se le niega justificándolo debido a que no irán mujeres de Japón y a la “mentalidad japonesa”.

Dicha discriminación de género es un asunto ético, que la empresa Autojal, no debería permitir.

Dicha falta de ética, no sólo se ve reflejada en la manera de actuar de Alejandro Aguirre al negarle el viaje a Gabriela, sino que también en la manera de actuar de ella, quien pese a manejar un agradable clima laboral y destacado compromiso, permite la disminución de la compensación que inicialmente se había asignado a los vendedores.

Ambos en términos éticos, caen en un comportamiento que bien podemos ubicar en una etapa de desarrollo moral convencional, aunque ella se encuentra entre una etapa convencional y de principios.

Etapa de desarrollo moral Convencional: se tienen estándares separados entre lo que la persona espera y lo que el resto de las personas o el grupo espera de ella. En este caso se requiere simplemente cumplir con las expectativas del resto, la razón por la que hay empleados que aunque no están de acuerdo con el comportamiento o acciones de otros empleados, realizan las mismas actividades para no tener problemas con el resto. (Robbins, 2009)

Principios: independientemente de la opinión de las autoridades con las que colaboran, cada uno de los individuos define sus valores

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