Caso Asesorías Hernández

Caso “Asesorías Hernández”

Docente: Marcell Saavedra Pinto

La empresa Asesorías Hernández, fue fundada el año 2005, en la ciudad de Antofagasta. Comenzó asesorando a pequeñas empresas del rubro minero, en temáticas como Automatización y Control Industrial. Al inicio contaba con 3 trabajadores, José Hernández, su esposa Margareth y el pequeño José.

Pasó el tiempo y el pequeño José obtuvo el título de Ingeniero en Automatización y Control Industrial, especializándose en el rubro y comenzó a hacerse cargo de la empresa, recibiendo una organización sólida, con años de experiencia, una sucursal operativa en Antofagasta y otra Administrativa en Santiago, específicamente en la comuna de Huechuraba. La empresa que recibió José Hernández hijo venía con una cartera de clientes consolidada, con empresas nacionales y extranjeras, demostrando crecimiento y rentabilidad. Llegó un momento en que tuvo que hacerse cargo completamente de la organización, cuya planilla de trabajadores se componía de un Gerente General, un asesor legal y contable, jefe de operaciones, con operarios y supervisores, jefe de servicios, también con operarios y supervisores. En total son 24 personas.

En la Universidad, José Hernández hijo conoció a Máximo, manteniendo una relación cercana, lo que llevó a que Máximo fuese invitado a participar de la empresa, dado que buscaba abrir una gerencia comercial. A las semanas, Máximo ya se desempeñaba en la organización y además cumplía un rol de apoyo para José Hernández en la toma de decisiones.

Al año de gestión, la empresa aumentó la cantidad de proyectos a ejecutar, por tanto, se necesitaba un plan de desarrollo estratégico enfocado que permitiera abordar esta situación de la mejor manera posible. Primero que todo, se necesitaba contar con 15 trabajadores más, sin considerar la dotación indicada anteriormente, entre ellos un grupo de vendedores, operarios y supervisores. El proceso de reclutamiento y selección fue acorde a las exigencias del mercado y se contrató una consultora externa para este proceso.

En la ejecución de los contratos, algunos clientes comenzaron a entregar información relativa al bajo desempeño de algunos trabajadores y la calidad de los trabajos entregados, los que incluso se han traducido en accidentes de gravedad. El Señor Hernández y Máximo estaban confundidos, se había hecho todo lo correctamente definido, se reclutó y seleccionó personal, había preocupación por mantener un proceso administrativo actualizado cada semestre, pero la situación era la misma.

Los trabajadores estaban un tanto desanimados, sintiéndose presionados y consideraban que la organización solo se preocupaba de lograr contratos para beneficio de sus dueños, quienes incluso establecían reuniones de negocios donde se demostraba opulencia y comidas consideradas de lujo. Algunas situaciones eran importantes de analizar, como por ejemplo José Hernández realizaba asignaciones de bonos ante los trabajos que él consideraba más importantes, incluso en distintas ocasiones asignaba trabajos que tenían una duración mayor a la esperada, lo que generaba que se quedaran en faena más tiempo de lo habitual. A su vez, el trato que ejercía hacia algunos trabajadores era bastante particular, llegando incluso a insultos y gritos cuando alguno no le gustaba, los que se escuchaban bastante lejos, por ende, eran percibidos por otras áreas de la empresa.

Dentro de su política, tenía arraigada una frase que su abuelo le enseñó: “Al ojo del amo, engorda el caballo”, por lo tanto, no se tomaba ninguna decisión en el área sin que él supiera, incluso previa consulta a su amigo Máximo. Se llegó al punto en que ambos tenían actitudes hostiles hacia sus trabajadores. En algún momento, el señor Hernández, muy molesto, llegó al nivel de golpear a uno de sus trabajadores debido a que se ausentó de las labores de faena debido a que se encontraba con hálito alcohólico un día lunes a primera hora, lo que generó pérdidas para la organización. Este trabajador, llamado Ismael, negó los hechos y amenazó con ir a la Inspección del Trabajo.

En algún momento, el Señor Hernández quiso medir el clima organizacional, pero lo hizo según una búsqueda de internet realizada, tomando un cuestionario y aplicándolo, cuyas conclusiones quedaron solo para él, sin establecer mayor intervención y ante la duda de los trabajadores solo se limitaba a comentar que fue un proceso que no tenía mayor utilidad. Ante los constantes reclamos de los clientes, finalmente el Señor Hernández se dio cuenta que probablemente existía una relación entre la productividad y lo que ocurre al interior de su organización, ya que en una reunión los trabajadores indicaban que se sentían incómodos, algunos que estaban buscando trabajo o que sinceramente no se proyectaban en la empresa. De hecho, uno de los trabajadores indicó que su vida familiar se estaba viendo afectada por la situación de la empresa, ya que sentía miedo del señor Hernández. Uno de los trabajadores comentó la situación a algunos trabajadores de las empresas que tenían contratos con la empresa del Señor Hernández, por lo tanto, los clientes han dado un ultimátum y es que mejore la situación en un corto plazo, de lo contrario buscarán otra organización que entregue sus servicios. Ante este escenario, el señor Hernández solicita ayuda a terceros.

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