Caso Prestige

CASO PRESTIGE.

Con el caso del petrolero Prestige, podemos ver, que existe una falta de planificación a la hora de tomar decisiones no previstas, tanto por parte del Gobierno como por parte de las autoridades municipales y la Xunta.

En el texto que hemos leído, se encuentran varios ejemplos claros de que las decisiones más rápidas y eficientes que se tomaron fueron aquéllas que implicaban un interés monetario particular. Dado que suponían un beneficio económico, ni siquiera la lejanía de los países interesados constituía un problema.

En el proceso de análisis y selección de las alternativas posibles se escogió la de “echarle el muerto a otro”, llevando el barco a aguas internacionales de manera que no fuese responsabilidad de los políticos que tomaban las decisiones en aquel momento.

Este tipo de decisiones muestra que no existe un proceso lineal en la toma de la decisión, sino que se empezó por cualquier punto, dejando problemas sin solucionar.

Cada uno se movió por su propio interés particular sin tener en cuenta el interés general, que era el de salvaguardar las costas gallegas.

Se tomaron medidas precipitadas, sin estudios previos, como la de arrastrar el petrolero hacia el Sur, sin prever las corrientes marinas que pudieran afectar a los vertidos, incluso se habló de destruir el barco mediante lanzamientos de bombas incendiarias desde Harrier o F-18.

Se trata de medidas desmesuradas para el problema, que denotan una inadecuada comprensión de los medios para alcanzar las metas.

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