China Economia

La situación económica de China

Durante 2000 años, China fue la economía más grande del mundo, aunque a comienzos del siglo XIX comenzó su declive. De representar un tercio del producto interior bruto (PIB) mundial en 1820, pasó a solo el 3% en 1950. No obstante, desde finales de los años setenta, la economía china ha vuelto a recuperar la fuerza perdida. El país más poblado del mundo está creciendo a unos índices espectaculares, de manera que el valor de su PIB es ahora similar al de Francia. No obstante, si se establece un ranking por paridades de poder adquisitivo, esto es, depurando las diferencias de precios de bienes y servicios, la economía china sería hoy la segunda mundial, detrás de la de los Estados Unidos.

La población de la China alcanzaba los 1.280 millones en el 2002, superando así los habitantes de la India (1.049 millones de habitantes). Por su parte, la Unión Europea (con 378 millones de habitantes) y los Estados Unidos (con 288 millones) quedan muy por debajo. Aún teniendo la mayor población mundial, con el 21,9 % del total mundial, el PIB chino (sin ajustes vía ppa) sólo alcanza el 4% del total mundial, frente al 29,1 % de los Estados Unidos. No obstante, como ya se apuntó, en términos de volumen, esto es, sin tener en cuenta su bajo nivel de precios, China es la segunda economía del mundo, con el 13,7% del total, siendo su crecimiento, también medido con el mismo criterio, el 22,5% de crecimiento global del 2004, superior al 20,5 % acaparado por los Estados Unidos. Este crecimiento es especialmente patente en el comercio mundial, en el que las importaciones y las exportaciones de la China en dólares, han pasado de ser del 2% del total mundial en el 1990 al 6,5% en 2003. En la actualidad, China es una de las economías más dinámicas del mundo, tanto por su crecimiento comercial como por su fuerza inversora. En este punto, China es, con ventaja, el mayor receptor mundial de inversión directa extranjera. En cuanto a la oferta, en la estructura del producto interior chino destaca el peso de la agricultura, el alza de la industria –principal motor del crecimiento- y el reducido peso del sector de servicios. Como corresponde a un país emergente, sobresale el intenso proceso de sustitución de la agricultura por la industria, donde las industrias pesadas representan el 70% del total de este componente. En el cuarto trimestre de 2004, el sector agrícola creció el 6,3% interanual, y la industria, el 11,1%, mientras que los servicios subieron por encima del 8,3%. Este fuerte crecimiento, basado en la industria, tiene importantes consecuencias que serán tratadas lo largo del presente texto.

Los cambios institucionales son también importantes. El pragmatismo de la élite gobernante ha garantizado, hasta el momento presente, la estabilidad política. Los pasos realizados en 2004 para garantizar los derechos de la propiedad y los intentos de saneamiento del sistema bancario, ilustran este pragmatismo. Además, no tiene que olvidarse la importancia dinamizadora de las comunidades chinas situadas fuera del territorio nacional, como Singapur, Malasia o Estados Unidos. Comunidades con unos mercados financieros desarrollados y con una marcada vocación comercial. Su afinidad cultural con la China continental hace que sean importantes proveedores de inversión directa y de un capital humano de alto nivel.

El cambio económico acelerado de la China está cambiando su carácter de país agrícola. Así, aunque el 50% de los trabajadores continúan siendo campesinos, el sector primario sólo representa el 13% del valor añadido del sector. Aunque la India tiene el 67% de la población activa en la agricultura, su tierra cultivable por persona es un 50% superior al promedio chino. Esta escasez relativa de tierra cultivable también explica las grandes diferencias de ingresos que existen entre las zonas urbanas y las rurales. La necesaria mecanización del campo junto con el atractivo de las ocupaciones industriales, provoca un enorme flujo migratorio hacia las ciudades, siendo necesario crear millones de puestos de trabajo al año, cosa que obliga a mantener altas tasas de crecimiento económico con unos bajos costes laborales.

Por lo que se refiere a las empresas estatales, muchas de ellas en el subsector de de la industria pesada, aún representan más del 40% de la producción industrial. Estos conglomerados generan pérdidas y su financiamiento por parte de bancos, representa un riesgo para la estabilidad financiera. Otra consecuencia del rápido y colosal desarrollo industrial chino, ha sido la avidez del país para obtener materias primas, especialmente minerales, que han incidido directamente sobre los precios de mercados mundiales.

Desde la óptica del gasto, el componente dominante es la inversión, situada por encima del 40% del PIB. En este sentido, el año 2003 el crecimiento inversor fue del 77% de la expansión de la demanda interna. La inversión más rentable ha sido la destinada a la fabricación de productos de exportación, aprovechando las ventajas comparativas del país, principalmente sus bajos costes laborales. El consumo interior de bienes manufacturados está relativamente atrasado, pero para productos como el automóvil

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