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Enviado por pa12may • 3 de Julio de 2013 • 1.193 Palabras (5 Páginas) • 329 Visitas
Nietzsche afirma que no es la filosofía ni la política la cúspide de la cultura griega sino que es la tragedia el fruto más maduro del mundo heleno. En la tragedia confluyen dos fuerzas que habían servido de inspiración a toda la producción griega: lo apolíneo y lo dionisíaco.
Apolo como dios del sueño, de la luz y del arte representa perfectamente lo apolíneo. Esta fuerza que ha guiado a buena parte del arte griego antiguo intenta plasmar la belleza serena del mundo, construir una isla en donde el individuo se encuentre resguardado del flujo caótico del universo y de la existencia. Lo apolíneo es un principio sosegador y aquietador, es lo moderado, el equilibrio, la belleza serena, y en las obras bajo el influjo de lo apolíneo nos sumergimos en la tranquila serenidad de la apariencia bella. La mirada, lo bello, la apariencia delimitan el ámbito del arte apolíneo, es el mundo transfigurado del ojo, que en sueños, con los párpados cerrados, crea artísticamente. En otras palabras, el solar Apolo representa el principio de racionalización gracias al cual nos sustraemos del flujo salvaje de nuestras vidas, es el descanso luminoso de nuestras almas. Nietzsche lo asocia al sueño en donde la realidad vaporosa y vagamente se nos presenta como cumplimiento de nuestros deseos.
Frente a este impulso alucinado y aquietador de lo apolíneo, Nietzsche, sitúa lo dionisíaco representado por la embriaguez. Lo dionisíaco se manifiesta como una explosión de vitalidad salvaje en la que desaparecen incluso los límites de la individualidad. Lo dionisíaco es el descontrol, el caos, la locura Dionisos, dios del vino y del éxtasis, celebra la danza orgiástica de las bacantes, de los danzantes de San Vito o San Juan o de los cultos afrocubanos. El sujeto, arrebatado por el baile y la música, pierde la noción del yo y se funde en la vorágine vital que es la esencia del mundo. “…Bajo la magia de lo dionisíaco no sólo se renueva la alianza entre los seres humanos: también la naturaleza enajenada, hostil o subyugada celebra su fiesta…” (Nietzsche Friedrich 13)
Mientras que lo apolíneo pugnaba con lo dionisíaco, lo admitía ya que asumía que la belleza aquietadora era una creación efímera, aparente, un divino juego de nuestra imaginación. El socratismo llega más lejos y pervierte el espíritu de Apolo en el momento en el que cree que la hermosa ilusión apolínea de orden y estaticidad es lo real, negándole al flujo vital su realidad, aborreciendo a Dionisos, y, por lo tanto, a la vida misma.
Lo apolíneo y dionisíaco son modos diferentes de entender la experiencia vital en pugna pero complementarios, son una doble fuente de su arte. Representan antítesis estilísticas, luchando siempre entre sí, y sólo una vez aparecen fundidas en el instante del florecimiento de la "voluntad" helénica, formando la obra de arte de la tragedia ática. En el sueño y la embriaguez se alcanza la delicia de la existencia. Mientras que el sueño es el juego del ser humano individual con lo real, el arte del escultor es el juego con el sueño. La estatua es algo muy real en cuanto figura onírica ya que es la persona viviente del dios. Ambos conceptos surgen en referencia al arte. Luego fueron extendidos a muchos otros campos.
Fuentes de Consulta:
Nietzsche, Friedrich. El nacimiento de la tragedia. Editorial: Biblioteca Nueva. España 2007
La denominación "Edad Contemporánea" es un añadido reciente a la tradicional periodización histórica de Cristóbal Celarius, que utilizaba una división tripartita en Antigüedad, Edad Media y Edad Moderna; y se debe al fuerte impacto que las transformaciones posteriores a la Revolución francesa tuvieron en la historiografía europea continental (especialmente la francesa o la española), que les impulsó a proponer
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