¿Cuáles son los elementos clave que definirían el Consenso de Pekín?

 ¿Cuáles son los elementos clave que definirían el Consenso de Pekín? Para ello debes estudiar las líneas básicas del proceso de reforma que se inició en China en 1978 y los resultados que ha tenido. A continuación, identifica con claridad los principales componentes de este modelo.

Como es notorio, China inició hace tres períodos un proceso de reformas que ha transformado por completo su economía. En el año 1978 se entabló en China un proceso de transformación y apertura, que constituyó uno de los acontecimientos económicos de mayor relevancia del siglo XX, tanto dentro del país como fuera de él. La meta de esta causa era la edificación de una economía de mercado demócrata con miras a renovar el país más poblado del mundo, es decir, plasmar un socialismo con singularidades chinas. China se embarcó en un proceso de reformar su economía que, sin tenerlo planeado de forma expresa, en la práctica ha ido introduciendo paulatinamente los componentes propios de la economía de mercado, mostrando, por la habilidad desarrollada, un caso único en el mundo. La reforma inició Deng Xiaoping en 1978 esto se ha distinguido de las anteriores en que por primera vez se prefirieron los objetivos económicos a las cuestiones políticas. De este modo, el gobierno jugó por el crecimiento económico como motor de la innovación sin trazar un proceso de liberalización en lo político, es decir, sin dejar el régimen comunista. Ésta es una de las varias diferencias que existen entre la innovación china y la acarreada a cabo por otras economías socialistas en su transformación hacia el mercado.

En contraposición a la opción ortodoxa —conocida como big bang o transición rápida—, China optó por una reforma caracterizada por el gradualismo —tanto geográfico como sectorial— y por la experimentación1 . Tal y como lo expresa Nolan (1994), la transición gradual consistiría en "pisar las piedras para cruzar el río", en lugar de tratar de atravesarlo de un solo salto. En la práctica las medidas reformistas de esta primera etapa se concretaron en dos direcciones: las Cuatro Modernizaciones y la política de puertas abiertas (Salvador Chamorro, 2008)

Existe cuatro modernizaciones a un conjunto de medidas liberalizadoras en el campo de la agricultura, la industria, el ejército, y la ciencia y tecnología. De ellas, desde el punto de vista económico son las reformas agrarias y la industrial. Como resalta Perkins (1994), “la secuenciación de la reforma fue consecuencia de la percepción del gobierno sobre la complejidad de llevar a cabo las medidas necesarias; por ello, el cambio se inició en los sectores "fáciles de reformar (la agricultura y el comercio exterior) y, más adelante, se acometió una tarea más difícil: la de reformar el sector industrial y, en especial, las grandes empresas de propiedad estatal.

A grandes rasgos, el objetivo de esta etapa fue crear progresivamente espacios de actividad económica al margen del sistema de planificación central (Naughton 2007).

El sector agrícola fue el punto de partida de la reforma, dado que fue considerado, por diversas cuestiones, el sector prioritario por el gobierno de China. De acuerdo con este sistema, las relaciones del campesinado con el Estado comenzaron a formalizarse a través de contratos, en los cuales se plasmaba el compromiso del campesino a vender al Estado —a un precio especial, administrativamente fijado— una cantidad previamente pactada de su cosecha. El resto de la misma podía ser vendida en los mercados libres a los precios fijados por la oferta y la demanda, muy superiores a los pagados por el Estado (Chaparro Africano, 201).

El atractivo de este modelo chino se da por dos hechos. En primer lugar, por la crisis económica, que está teniendo resultados devastadores para los países en desarrollo pero de cuyas causas éstos no se consideran responsables. “La crisis tiene su origen en los países industrializados, en la codicia de muchos agentes económicos y en la ineficiencia de los sistemas de control por parte de las autoridades económicas” (Alamá, 2008). En segundo lugar, el atractivo del modelo chino se basa en los espectaculares resultados que ha tenido. En una perspectiva a largo plazo, China, con una tasa anual media de crecimiento de un 10% durante las tres últimas décadas, ha protagonizado la mayor revolución económica en la historia de la humanidad, en el sentido de que nunca hasta ahora se había registrado un proceso por el cual un colectivo tan grande de población hubiera cambiado sus condiciones materiales

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