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Desafios Y Retos De La Globalizacion


Enviado por   •  1 de Abril de 2014  •  1.898 Palabras (8 Páginas)  •  586 Visitas

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Desafíos de la globalización

La humanidad está viviendo un cambio de era, marcado por el fenómeno de la globalización. Pasamos de la sociedad industrial a la sociedad de la información, del conocimiento, con rapidez y profundidad desconocidas en anteriores cambios históricos.

Con la globalización de la información, de la economía, del comercio y de los movimientos de capital, se abren espacios de oportunidad completamente nuevos, que permiten iniciativas transformadoras de dimensiones extraordinarias, como muestra la incorporación de nuevos países y regiones al desarrollo y los avances científicos en materia de medicina o en la producción alimentaria. Hasta hoy, sin embargo, los efectos más llamativos son los lacerantes incrementos de la desigualdad en todas las sociedades nacionales y entre las distintas zonas del mundo.

Por ello, los rasgos que más se resaltan ante la opinión pública son:

 La globalización de la información, como revolución comunicacional que acorta tiempo y distancia, estableciendo relaciones, en tiempo real, con cualquier rincón del planeta y sobre cualquier materia. Su carácter preferentemente unidireccional, sin el diálogo necesario para conocer al otro, está provocando rechazos culturales, afirmaciones de identidad frente a lo que se siente como una amenaza homogeneizadora.

 La globalización de la economía y el comercio, que produce una alteración sustancial de la dimensión y estructura de las empresas y de los mercados, de las relaciones industriales y de la localización de las inversiones. Aumenta la productividad, se produce paro tecnológico, se reparten sin equidad los excedentes y se cuestiona el concepto tradicional de empleo.

 La globalización del sistema financiero y el aumento exponencial de los movimientos de capital a muy corto plazo, sin marco regulatorio que los haga previsibles. Más del 90% de estos flujos de capital se realizan en un plazo inferior a una semana, sin que respondan a las clásicas operaciones de intercambio de bienes o servicios. Desde el comienzo de la década, continuas crisis azotan a países y regiones enteras, amenazando con generalizarse y provocando fuertes caídas del crecimiento, la renta y el empleo de las zonas afectadas. El fenómeno tiende a aumentar con la liberación del ahorro disponible, tras los ajustes presupuestarios de la mayor parte de los países del mundo. Las crisis financieras de esta década, han puesto de manifiesto el efecto perverso del doctrinarismo neoliberal.

La gran paradoja de este momento histórico, es que nunca antes se habían ofrecido a los seres humanos más posibilidades de luchar contra problemas ancestrales de desigualdad, de hambre, de enfermedad o carencias de educación. Pero las oportunidades están siendo utilizadas para aumentar las distancias, no para acortarlas. Nuestra decisión es cambiar esta orientación, para utilizar la globalización en beneficio del progreso humano.

Una de las más graves desigualdades que aún persisten es la que se da entre hombres y mujeres, a pesar de que el movimiento feminista ha supuesto uno de los más importantes avances de este siglo.

La interdependencia es cada vez mayor, en la medida en que la escala de los grandes problemas se hace planetaria, ya se trate de crisis financieras, de flujos migratorios, de deterioro medioambiental o de conflictos bélicos.

Los países centrales han sido capaces de periferizar las consecuencias más graves de las crisis financieras, evitando el contagio y limitando sus efectos a los países y regiones emergentes, pero cada vez resulta más claro que no pueden permanecer al margen de ninguno de estos estallidos. El Sudeste Asiático, Rusia y América Latina amenazan con contagiar la epidemia, transformándola en pandemia.

La destrucción de las selvas tropicales preocupa gravemente en los países centrales como una prioridad más acuciante que la de los países que las poseen acompañadas de hambre y subdesarrollo.

Los efectos de la revolución tecnológica, de la globalización económica y financiera y de la desaparición de los bloques antagónicos, están siendo trascendentales en el ámbito de realización de la democracia y la soberanía: el Estado Nación.

Las políticas macroeconómicas, constreñidas por el funcionamiento de los mercados financieros globales, han visto reducirse sus márgenes de maniobra, obligadas a cumplir severos requerimientos en materia de déficit, inflación etc. El terreno de las alternativas se ha trasladado, no sin dificultades conocidas, a la discusión sobre la mezcla de ingresos y gastos que han de producir el resultado macro requerido, no al resultado mismo que nadie cuestiona seriamente. Hay, también, dificultades para armonizar políticas monetarias de estabilidad de precios y políticas de crecimiento generadoras de empleo.

La propia estructura del Estado Nación está cambiando en un doble proceso de descentralización: hacia arriba, creando ámbitos supranacionales que buscan mayor capacidad de respuesta a los nuevos desafíos, ante la insuficiencia del espacio nacional conocido; hacia abajo, en procesos de distribución territorial interna del poder, a la búsqueda de mayor flexibilidad, mayor proximidad al representado y, a veces, mayor adecuación a las identidades diversas. Se abre paso el criterio de la subsidiariedad como guía del reparto del poder, pero aún se menosprecian los criterios de identidad y de cohesión de los conjuntos resultantes, sin los que los riesgos de desintegración social y territorial pueden aumentar. Las estructuras centralizadas y llenas de intervencionismos exagerados de cualquier naturaleza, han pasado a la historia, abriendo la discusión sobre la dimensión necesaria del Estado para la nueva era. En los procesos de descentralización hacia arriba y hacia abajo, el Estado Nación es el verdadero garante de la cohesión de esos conjuntos. Por eso su papel es imprescindible.

Las funciones mismas de la política se están alterando. La tendencia al Estado Mínimo, propia de la ideología neoliberal que impregna al nuevo conservadurismo, está siendo acompañada del reforzamiento de los nuevos actores de la que se pretende sociedad de mercado, más que economía de mercado, en vez de sociedad democrática. La confusión lleva a un individualismo desintegrador del espacio

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