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Desafíos de la comunidad peruana LGBTIQ+


Enviado por   •  21 de Noviembre de 2021  •  Ensayo  •  2.292 Palabras (10 Páginas)  •  109 Visitas

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Desafíos de la Comunidad Peruana LGBTIQ+

A lo largo de la historia, muchas voces por todo el mundo han surgido para expresarse frente a la desigualdad, discriminación e invisibilización histórica hacia la comunidad LGBTIQ+. En el Perú, se trata de una lucha constante, pues si bien hoy en día se observan ciertos avances, los derechos humanos de la comunidad aún no son reconocidos ni apoyados por el Estado en su totalidad. Además de evidenciarse actos de odio por parte de la misma población, la cual suele demonizarles, ocasionando que las personas LGBTIQ+ lleguen a sufrir varios tipos de violencia, acusaciones de conducta inmoral y, en el peor de los casos, la muerte. Es por ello que, en las siguientes líneas, se responderá desde una perspectiva histórica y sociocultural la siguiente pregunta: ¿Cuáles y a qué se deben los desafíos que tienen que enfrentar la población peruana LGBTIQ+? Para desarrollarla se realizará, en primer lugar, la aclaración de algunos conceptos relacionados al colectivo. En segundo lugar, se abordará la influencia del sistema colonial en el pensamiento de la sociedad y sus implicaciones en el país.

Para empezar a articular conceptos referentes al colectivo, como Machuca et al. (2016) plantean, se debe tener en cuenta que estos no son absolutos mientras aludan a prácticas e identidades construidas sobre experiencias individuales, pues son cambiantes en el tiempo y espacio. Por ello, solo se explicará que la sigla LGBTIQ+ se usa para englobar a las lesbianas, gays, bisexuales, trans, intersex, queer, entre otros. En sí, hace referencia al conjunto de individuos que no son heterosexuales y/o no se identifican con su género designado al nacer y/o cuya anatomía no encaja con las concepciones tradicionales de los sexos masculino y femenino.

Asimismo, es de igual importancia conocer la distinción entre sexo y género, ya que ambos términos suelen confundirse y debido a esto se crean defensas para actos de discriminación. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos concibe al sexo como la suma de características intrínsecas biológicas, hormonales, anatómicas y fisiológicas que diferencian a las personas en hombres, mujeres o intersex. Mientras que el género es un constructo social que refiere a las identidades, funciones y atributos que se esperan de las personas en base de su sexo. El género, a diferencia del término anteriormente señalado, es variable ya que depende del contexto cultural y el momento histórico; además, genera relaciones de poder al atribuir expectativas y oportunidades diferentes.

En cuanto a la identidad de género, esta refleja la percepción y vivencia propia de una persona sobre cómo se concibe y siente conforme a los modelos de género dados por la sociedad. Si coincide con su género asignado al nacer, se le denomina cisgénero. Si no se identifica con el asignado, se le conocerá como persona trans, cuyo término suele utilizarse como ‘paraguas’ para albergar diversas identidades y expresiones de género. Se consideran incluidas las personas transgénero, no binarias como de género fluido, entre otras. A veces se podrá encontrar el término «trans*» con un asterisco, como señala Platero (2015), el cual representa la heterogeneidad que existe al momento de concebir el cuerpo, identidades y vivencias que superan las normas sociales binarias impuestas.

En el país se suele creer que las identidades de género u orientaciones sexuales son recientes, por lo tanto, ‘anormales’, y que solo se han puesto de moda en la sociedad actual o incluso que son “ideologías de occidente”. Sin embargo, es preciso enfatizar el pasado histórico del Perú, pues se ha encontrado la existencia de figuras que rompen la cisheteronormatividad hegemónica. Para darles visibilidad, se hará uso de algunos hallazgos recopilados de las investigaciones de Gallegos (2018) y Duviols (1997) respectivamente.

Según se encontró en la cultura andina, el género se comprende por un principio de complementariedad, en ella lo “femenino” y “masculino” corresponden a una misma identidad. Horswell (2013, como se citó en Gallegos, 2018) da a conocer al tinkuy, con representatividad andrógina, quien nace de la unión de opuestos complementarios evocados en un ritual llamado Cchullu. Dicha figura, mencionada por Gallegos a través del colectivo No Tengo Miedo, resulta importante para comprender la disidencia de género bajo sus propios paradigmas, pues se empezaría a entender la presencia del tercer género como un ritual fundamental para llevar a los géneros opuestos a la armonía.

Por otra parte, en nuestro pasado se encuentra la figura del Chuquichinchay. Duviols (1997) indica que Juan Pachacuti en una crónica escribe de él como una deidad felina de varios colores, apu de los otorongos y protector de “yndios de dos naturas”. La investigación de Gallegos (2018) señala que el Chuquichinchay es invocado por chamanes andróginos, llamades qariwarmi. Dichas personas poseían atribuciones tanto femeninas como masculinas y al ser símbolos de complementariedad, se les conocía como personas sabias y mediadores entre la cosmología y vida andina.

Es importante conocer sobre estas figuras representativas de la comunidad y compartir su existencia, puesto que así se construirá una memoria decolonizada en conjunto. De igual

manera, estas visibilizan que tanto las orientaciones sexuales, como identidades o expresiones de género son parte de las muchas formas de diversidad humana.

Como se mencionó anteriormente, la confusión o ignorancia referente al colectivo deriva muchas veces en actos de discriminación y negación del goce de sus derechos. Esto no se da en sí por la orientación sexual o identidad de género del individuo, sino por una estigmatización o perduración de estereotipos negativos que se le relacionan. Esto, en nuestro país, se puede explicar debido a que en la época colonial y en adelante, se estableció un sistema en el cual personajes representativos del mundo andino fueron perseguidos y castigados bajo pretextos religiosos, dando como resultado información limitada sobre nuestros orígenes y desarrollarnos en el mundo cisheteronormativo que conocemos (Gallegos, 2018).

Las implicancias respecto a lo último son los distintos tipos de violencia ejercidos hacia las personas LGBTIQ+ en el país que, como se indicó, no solo se producen por parte de un Estado indiferente, sino también del ámbito social. Por ello, encontramos actos de violencia como la agresión, chantaje, acoso, ‘terapias de conversión’, discriminación, ausencia de protección institucional, marginalización, exclusión, entre otros.

Como Gallegos (2018) señala, aquella violencia que reciben llega a interiorizarse en la mente y accionar de todes, incluyendo a uno mismo. No obstante, se debe reconocer que cada grupo identitario es afectado de diferente manera y para analizar el nivel de impacto de dicha violencia, y si se intenta buscar la creación de políticas públicas adecuadas, se tienen que considerar aspectos como el nivel socioeconómico, el origen étnico, el grupo generacional, el género, la creencia religiosa, nacionalidad, entre otros.

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