EJEMPLO DE MANUAL DE CONTROL INTERNO
Enviado por socrates6104 • 11 de Noviembre de 2013 • 5.845 Palabras (24 Páginas) • 1.478 Visitas
INDICE PÁGINA
INTRODUCCIÓN 2
SLOGAN Y LOGOTIPO DE LA EMPRESA 3
UBICACIÓN DE LA EMPRESA 4 Y 5
PLAN ORGANIZACIONAL
FILOSOFIA, MISIÓN Y VISIÓN 6
ORGANIGRAMA 7
PLAN ESTRATÉGICO 8
PRESUPUESTOS 9
POLÍTICAS 10
F.O.D.A. 11
VALORES 12
CUENTA DE LA EMPRESA
BALANCE (ACTIVO CIRCULANTE-NO CIRCULANTE) 13
BALANCE (PASIVO A CORTO Y LARGO PLAZO) 16
CUENTAS DE RESULTADOS 17
CATÁLOGO DE CUENTAS 19
ESTADOS FINANCIEROS 21
CONTROL INTERNO 22
CONCLUSIÓN DE LA EMPRESA 24
CONCLUSIÓN DE MANUAL 25
BIBLIOGRAFÍA 26
ANEXOS 27
INTRODUCCIÓN
JUSTIFICACIÓN DE LA EMPRESA
Coppel se ubica entre las principales 50 empresas mexicanas por monto anual de ventas y entre los 10 primeros empleadores del país, según encuestas de negocios. Es la primera cadena de tiendas departamentales en términos de piso de ventas y la segunda medida por número de tiendas y ventas totales.
Coppel está enfocada en los segmentos de la población de perfil C y D, cuyo ingreso mensual promedio oscila alrededor de 600 dólares. Este mercado lo componen 50 millones de mexicanos, cerca de la mitad de la población del país, con poder adquisitivo estimado superior a 15,000 millones de dólares. Con base en dicha estimación, Coppel ostentaría una participación de mercado cercana a 30%. La extensa penetración de la Empresa en México se atribuye a una serie de diferenciadores competitivos:
HISTORIA DE COPPEL
Parte I: De 1939 a 1980
El fundador de Coppel es don Enrique Tamayo, nació en Mazatlán Sinaloa, al terminar la primaria, trabajó tres años en una imprenta y en 1939 a la edad de 17 años abrió su primera tienda llamada “El regalo”. Su madre le aportó el capital inicial de $ 5,000.00 pesos, producto de la herencia de una tía. Al principio vendía cristalería, pañuelos y artículos para regalo. Sus dos hermanas le ayudaban y su hermano que trabajaba en un banco, era el contador. Se acostumbraba en esos tiempos que los clientes decían “apártemelo” y don Enrique en una bicicleta se encargaba de ir a cobrar los vales.
A los 2 o 3 años una tía lo invito a ir a Culiacán a poner ahí una tienda igual. Se estaba construyendo la primera presa del estado y se iba abrir al riego una gran superficie, por lo que se esperaba mucha prosperidad. Así que don Enrique fue a Culiacán, rentó un local por la calle rosales e inició su segunda tienda.
Antes todo lo que vendía se lo enviaban de México, pero aquí empezó a ir hasta Dallas, Texas a comprar mercancía. Le fue bien en esta 2ª ida y se quedó a vivir en Culiacán. Cerró la tienda de Mazatlán, pues no le podía atender bien. En 1947 se casó y dos años después invito a su padre, Don Luis a que le ayudara con la tienda ya que le iba muy bien. Don Luis fue comerciante toda su vida, trabajó en una casa alemana en Mazatlán, era muy buen administrador y su orden le ayudó mucho.
La tienda de Culiacán vendía al principio regalos, después ultramarinos (latas, comestibles, fruta, jamones, etc.) hasta tortas, que entregaba en las oficinas personalmente. Un tiempo fue imprenta y luego vendió equipos de oficina marca Rémington. Hasta entonces el crédito que daba era de un mes, pero con la distribución de los radios Philco empezó a dar un año, mismo que le daba el fabricante. Luego con el mismo sistema de abonos empezó a vender relojes Haste y Steelco, bicicletas y muebles, los cuales recibía por tren de México y Guadalajara.
Se cambió a un local un poco más amplio por la calle Ángel Flores cerca de Catedral y a los años, en una ocasión decidió remodelarlo y rento por mientras otro local por la misma calle a dos cuadras. Pero que en tanto realizaba los arreglos a su local, se dió cuenta que el nuevo local vendía bien y tenía muchos clientes nuevos, así que haciendo caso a su clientela, decidió quedarse con las dos tiendas.
Dice Don Enrique que él se fijaba mucho en la competencia, la observaba y les copiaba muchas cosas que hacían bien y así fue mejorando su negocio. Luego abrió una 3ª y 4ª tienda. Hasta llegar a siete tiendas en la misma ciudad. Sentía que ahí había mercado y cosas por mejorar para atender a su clientela, no necesitaba abrir en otra ciudad. Además cada tienda le traía una clientela nueva.
Al principio le daba crédito a los conocidos, luego a los no tan conocidos. Con el tiempo a todo mundo. Se dió cuenta que la gente de menos recursos pagaba mejor y era más agradecida que la clase alta, así que se enfocó cada vez más a este mercado. Muy rara vez usaba a un abogado para cobrar una cuenta. Normalmente si alguno no podía pagar, le pedía el artículo de vuelta. Se usaba que todos dieran aval nunca pagaba, solo ayudaba a localizar al cliente en caso de que se extraviara.
La gente humilde pagaba bien, era más cumplida y responsable, nadie les daba crédito. Se convertían en clientes de crédito de por vida, ya que les era muy difícil ahorrar para comprar de contado. La disciplina del ahorro era escasa, no pedía requisitos, confiaba en las personas y probaba a ver si pagaban bien.
Don Enrique disfrutaba mucho de su trabajo, el detalle al acomodar, las pláticas con los vendedores, con los proveedores, ponía mucho esmero en la limpieza.
En 1970 ya era el
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