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Economia Y Sociedad


Enviado por   •  24 de Mayo de 2015  •  1.678 Palabras (7 Páginas)  •  152 Visitas

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Introducción.

La educación es el eje que articula el crecimiento económico y el desarrollo social. Proporciona los conocimientos y destrezas que permiten aumentar la productividad del trabajo y enfrentar los desafíos de la competitividad. Constituye, al mismo tiempo, uno de los resortes básicos en el proceso de integración social.

Estos son algunos de los consensos expresados en la preocupación creciente de los gobiernos de la región por aumentar la cobertura y calidad de la educación. El problema subsistente es cómo conciliar la eficiencia con la equidad en el logro de dichos objetivos.

El análisis de la eficiencia constituye una preocupación fundamental en el proceso de asignación de recursos. En el campo educativo se traduce en minimizar el costo de los insumos requeridos para maximizar la cobertura. Esta es una condición necesaria para alcanzar los fines perseguidos. La condición suficiente consiste en aumentar, paralelamente, la calidad de la educación, que está desigualmente distribuida como resultado de la estructura social vigente.

Hipótesis

El camino señalado conduce al problema de la equidad, tradicionalmente concebida como contrapuesta a la eficiencia. ¿Es real tal dilema en el campo educativo? Del análisis intra e intersectorial surge claramente que la inversión en educación, sobre todo en educación básica, es la que tiene la mayor tasa de rentabilidad social. Por consiguiente, desde la óptica de la sociedad en su conjunto, la “eficiencia social” se optimiza cuando los recursos se destinan a las áreas más rentables. En esta lógica, la inversión educativa compatibiliza, por definición, los requerimientos que plantean la eficiencia y la equidad, dado que la expansión y mejora de la educación en los sectores carenciados se traducen en incrementales beneficios sociales.

Existe, sin embargo, una dimensión adicional que se puede expresar en una pregunta: ¿cómo asignar eficientemente los recursos disponibles para maximizar el impacto educativo perseguido?

Desarrollo

Ningún sistema educativo es capaz de crear igualdad de conocimientos. La pregunta relevante es, entonces, si existen políticas educativas que produzcan sistemas capaces de acortar las brechas existentes entre los distintos grupos sociales, potenciando el capital humano requerido por el desarrollo económico y social.

La educación es un bien de inversión y, como tal, constituye una contribución relevante al desarrollo económico. Toda inversión supone afrontar costos para obtener los beneficios esperados. La relación existente entre ambos puede ser analizada desde una doble óptica: i) la privada (análisis financiero), que compara los costos y beneficios directos, valorados a precios de mercado, para escoger la alternativa que maximice el volumen y tasa de ganancia para el dueño de los recursos que se asignan al proyecto; y

ii) la social (análisis económico o socioeconómico), en la que se consideran también costos y beneficios indirectos a precios de eficiencia, buscando maximizar el impacto (rentabilidad) de la inversión sobre la sociedad en su conjunto.

Los proyectos son la materialización de las políticas. Cada escuela es un proyecto, porque constituye la unidad mínima de asignación de recursos para el logro de los objetivos educativos perseguidos. Si se opta por el paradigma fundado en criterios de equidad, que se traduce en una oferta desigual para desiguales, corresponde aplicar un modelo de evaluación (asignación de recursos) diferente al que se utiliza actualmente.

Las estrechas relaciones entre educación y desarrollo económico.

En materia de educación, la inversión puede resultar en varios tipos de beneficios que, si bien se encuentran interrelacionados entre sí, resultan analíticamente distinguibles:

• El aumento de conocimientos y destrezas que incrementan la productividad del trabajo.

• El crecimiento del producto nacional (beneficio para el país) y del ingreso (beneficio para el individuo).

• La disminución del tiempo que se requiere para el acceso al mercado laboral, lo que beneficia tanto al individuo como a la sociedad.

Se puede estimar la contribución que la educación realiza a la productividad comparando las diferencias a lo largo del tiempo entre los ingresos percibidos por individuos que tienen diferentes capitales educativos. Aquí caben dos consideraciones. En los países donde la educación se encuentra fuertemente subsidiada, los costos sociales son mayores que los privados en una proporción que es función de la magnitud de las transferencias realizadas. Por lo tanto, la tasa de rentabilidad privada será, en esa misma medida, mayor que la social. Pero también existen externalidades derivadas de la educación, no apropiadas por las personas y que derivan en beneficios para la sociedad, por lo cual los beneficios sociales exceden a los privados. Además, las externalidades son siempre muy difíciles de medir y no se reflejan en ingresos. Por esta razón son normalmente ignoradas. Ello hace que sea razonable suponer que, si se incluyeran las externalidades de la educación, la tasa de retorno social sería superior a la privada.

La educación es un motor y una condición del crecimiento. Esto se expresa en sus altas tasas de rentabilidad social, sobre todo la de educación básica.

Pero queda una tarea pendiente: ¿cómo asignar los recursos disponibles de forma tal que optimicen las relaciones costo-impacto? Esto es, ¿cómo se puede maximizar el impacto al menor costo posible? Este desafío plantea dos exigencias. La primera consiste en diferenciar las poblaciones destinatarias según su grado de

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