Empresa arca continental
Enviado por Daniela Rosales • 13 de Octubre de 2020 • Apuntes • 7.199 Palabras (29 Páginas) • 192 Visitas
Universidad del Noreste de México A.C.
UNIDAD MATAMOROS
LICENCIATURA EN ADMINISTRACIÓN DE EMPRESAS
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Nombre del profesor: Juan de Dios Benavides Castillo.
Alumno: Lidia Daniela Gracia Rosales.
III Semestre administración de empresas.
Arca Continental es una empresa dedicada a la producción, distribución y venta de bebidas no alcohólicas de las marcas propiedad de The Coca-Cola Company, así como botanas saladas bajo las marcas Bokados en México, Inalecsa en Ecuador y Wise y Deep River en los Estados Unidos.
Con una destacada trayectoria de más de 94 años, Arca Continental es la segunda embotelladora de Coca-Cola más grande de América Latina y una de las más importante del mundo. En su franquicia de Coca-Cola, la empresa atiende a una población de más de 123 millones en la región norte y occidente de México, así como en Ecuador, Perú, la región norte de Argentina y la región suroeste de Estados Unidos. Arca Continental cotiza en la Bolsa Mexicana de Valores bajo el símbolo "AC".
Idea porque se genero
En el caso de Nuevo León, y en particular del área metropolitana de su capital, no sólo la escasez de agua ha provocado situaciones problemáticas, sino también las severas inundaciones de las que la ciudad ha sido testigo. De alguna manera el destino y crecimiento del estado ha estado influenciado por la presencia de este líquido. A finales del siglo XVI, el acta fundacional de Monterrey fue realizada por Diego Díaz de Berlanga, quien dejaba en claro los límites del paisaje, que van desde el Río Santa Catarina, protagonista de las inundaciones de 1909, 1988 y 2010, y hasta las labores del Cerro del Topo, lugar que alberga manantiales y arroyos, que adquirieron gran fama desde tiempos prehispánicos debido a sus propiedades curativas. Se desconoce la causa por la que los exploradores españoles concedieron el nombre del Topo Chico al cerro con dirección norponiente de la ciudad de Monterrey; sin embargo, una leyenda alrededor de dicho cerro está asociada con una de las hijas de Moctezuma I. Según el relato, la joven tenía una enfermedad incurable y, tras llegar los rumores a Tenochtitlán sobre las propiedades curativas de los manantiales, un grupo de personas trasladó a la hija de Moctezuma I hasta ese lugar para que bebiera y se bañara en dichas aguas, y una vez ahí los manantiales le regresaron la salud a la joven azteca. Esta leyenda fue fuertemente asociada con el lugar y sobre todo con las aguas que de ahí brotan.
Historia
Antes de mencionar el ingreso y la destacada labor que desarrolló Manuel L. Barragán en la Embotelladora Topo Chico, conviene apuntar un esbozo de su vida y trayectoria previa, ya que este hombre regiomontano de carácter y actitud, nació en 1888 en la casa de su abuela Prudencia Flores, ubicada en el número 825 de la calle Matamoros, entre Diego de Montemayor y Dr. Coss. La situación de sus padres era humilde, lo que provocó que cambiaran de domicilio en varias ocasiones hasta su instalación en una casa entre las calles Gral. Naranjo y Padre Mier; fue en esta etapa que comenzó los estudios de primaria. Durante su educación, Manuel L. Barragán fue alumno de Serafín Peña, quien fue nombrado Benemérito de la Educación ‖ el 8 de diciembre de 1912 por su labor pedagógica y su elaboración de textos para alumnos y maestros.
Posteriormente, estudió en el Colegio Hidalgo de Monterrey y por la noche tomó clases de inglés en el Círculo Mercantil Mutualista de Monterrey. El aprendizaje de este idioma sería fundamental en el momento de entablar relaciones comerciales directas en el extranjero para la adquisición de nuevas marcas de refrescos y bebidas. En 1903, Prisciliano Barragán, tío de Manuel L. Barragán, trabajaba como administrador del Casino Monterrey, por lo que tenía cierta influencia entre la alta élite regiomontana, y fue así que recomendó a su sobrino Manuel ante Francisco G. Sada, gerente general de la Cervecería Cuauhtémoc, para que ocupara un puesto como trabajador en dicha empresa. Durante 1905, Manuel L. Barragán laboraba en la Cervecería Cuauhtémoc y pudo continuar con sus estudios, que esta vez eran de taquigrafía bilingüe, así como también en los conocimientos de publicidad y propaganda, estudios que realizó por correspondencia en una institución norteamericana.
Posteriormente le fue otorgado el puesto de la Jefatura del Departamento de Anuncios, lo que le permitió relacionarse con los directores de periódicos, impresores y litógrafos de la región, entre ellos quienes laboraban en El Porvenir. Durante ese periodo Barragán tuvo en sus manos la oportunidad de poner por primera vez en práctica su conocimiento de marketing y publicidad, tomando como centro de trabajo la imagen de la cerveza. Esta experiencia fue fundamental en las futuras campañas publicitarias de la bebida Topo Chico realizadas por Barragán. Por otro lado, mientras que el país vivía uno de los procesos más transformadores de su historia durante la segunda década del siglo XX debido a la Revolución, el Ejército Constitucionalista, dirigido por Venustiano Carranza, llevó a cabo la política de incautación de varios centros industriales en Monterrey; éste también fue el caso de haciendas y ranchos vacunos, como el San Patricio y El Álamo; además, se vieron afectadas las propiedades de la élite regiomontana, poniendo en la mira a los Calderón-Muguerza y Garza Muguerza-Sada. El 2 de mayo de 1914 el ejército incautó la Cervecería Cuauhtémoc al servicio de la guerra, ya que su gerente, Francisco G. Sada, había sido ex senador porfirista y todo lo que representaba el viejo régimen era blanco de los revolucionarios. La familia empresarial decidió salir del país y radicar en Texas, pues para ese momento a la élite estatal no le quedaron más alternativas. Dentro de la Cervecería Cuauhtémoc, los revolucionarios designaron como nuevo gerente a Antonio Elosúa, y éste mismo convocó al personal a una reunión para que continuaran sus actividades dentro de la compañía a cambio de un aumento de sueldo. Bajo estas circunstancias, Manuel L. Barragán se negó a seguir dentro de la Cervecería Cuauhtémoc y optó por renunciar. Fue entonces que su amigo Leónides Páez ingresó a la Compañía Topo Chico y al poco tiempo Barragán, gracias a Páez, logró conseguir un puesto dentro de la misma embotelladora; ambos fueron contratados por Eugene E. Lastinger. A Manuel L. Barragán lo había ingresado por sus estudios y experiencia dentro de Cervecería Cuauhtémoc y, por esa razón, se quedó con el puesto de publicidad y ventas dentro de la embotelladora. Tras su entrada a la fábrica, Barragán se encontró con un producto que para su comercialización presentaba una botella de vidrio ―ancha‖ 30 con un tapón de corcho, y en la etiqueta se representaban imágenes del paisaje local, pero con algunas incongruencias respecto al espacio en el que se distribuía, ya que en ella se ilustraba un arroyo proveniente del Cerro de la Silla, lo cual era totalmente incorrecto, pues tal cerro queda al oriente de la ciudad, es decir, lejos de la zona de donde se encuentran los manantiales y arroyos que provienen del Cerro del Topo Chico, de igual manera, sobre la etiqueta contaba con un paisaje paradisíaco que mostraba una abundante vegetación, muy diferente a las condiciones áridas y semiáridas que caracterizan la geografía del norte de México. Para el año de 1914 la Embotelladora Topo Chico seguía manteniendo una deficiente administración a distancia por parte de los accionistas que pertenecían a Wilson and Company, mismos que, como ya se ha dicho, radicaban en Nueva York. De igual forma, las constantes ausencias de Lastinger como representante de Wilson and Company en Topo Chico, debido a los viajes que realizaba a Texas para visitar a su familia, provocaron que durante la ausencia de éste la gerencia fuera ocupada por Cayetano Ancira y, dado el mal momento económico provocado por las bajas ventas y el contexto de inseguridad que mantenía el conflicto revolucionario, Ancira tomó la decisión de dar de baja a varios empleados que laboraban en la embotelladora. Esta decisión por parte de Ancira le costó muy caro a la embotelladora, pues entre los empleados que Ancira había dado de baja se encontraba Juan Calvillo, a quien a su salida de la fábrica y por falta de recursos, la embotelladora lo indemnizó otorgándole dos antiguas máquinas para embotellar. Y fue así que ese mismo año Calvillo instaló su propia planta embotelladora, poniendo a trabajar las dos máquinas que había recibido como pago por parte de Topo Chico. La Embotelladora Monterrey, fundada por Calvillo, se localizó en el centro de la ciudad de Monterrey sobre la calle Isaac Garza33 y, al igual que Topo Chico, Calvillo optó por embotellar un producto de agua mineralizada y refrescos de sabor. Cabe señalar que la nueva empresa que Calvillo y su familia habían logrado consolidar llegó a ser la competencia más férrea para el agua mineralizada Topo Chico durante más de la mitad del siglo XX, bajo el producto de ―Peña Blanca‖, llegando a superarla en ventas y por ende en el número de consumidores, incluso tomando en cuenta que en las siguientes décadas en la localidad la palabra ―peña‖ fue sinónimo de agua mineral entre los consumidores de este tipo de bebidas. Al igual que ―Peña Blanca‖ ya existían otros refrescos o sodas como eran en su mayoría conocidas las bebidas gaseosas, las cuales eran identificadas por su sabor entre los consumidores: soda de limón, soda de fresa, etc. Siendo el sabor el elemento principal que las hacía diferentes a las bebidas de agua mineral. Uno de los refrescos más solicitados por los consumidores era el que llevaba el nombre de ―Sidra‖, por estar fabricado con base en esencia de manzana, así también gozó en ese tiempo de una gran popularidad el refresco de líquido oscuro llamado ―Iron Brew‖. Para contrarrestar la competencia que representaban estos refrescos y la embotelladora de Calvillo, Topo Chico lanzó una nueva gama de productos, los cuales por primera vez incluirían diferentes sabores.
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