Ensayo Crítico 1 De Jesus Alberto Jiménez García
Enviado por ajimenez79 • 14 de Julio de 2015 • 1.903 Palabras (8 Páginas) • 196 Visitas
Ensayo Crítico sobre el artículo:
“La mecanización toma el mando: la organización como máquina”
I. Introducción
Distinguir cómo está estructurada una organización siempre resulta de gran utilidad para aquellos que pasamos gran parte de nuestro tiempo trabajando dentro de sus confines y parámetros.
No siempre las organizaciones fueron lo que son hoy en día, y su forma, ha ido cambiando y evolucionando hasta la era actual. Sin duda, han habido muchos autores que han descrito sus estructuras y procesos, y hasta se ha llegado a afirmar, que las organizaciones algún día serán gobernadas por las máquinas inteligentes que por ahora solo vemos en las películas de ciencia ficción, a pesar que cada día más robots se incorporan al proceso productivo de automóviles y manufacturas.
Uno de esos conspicuos autores sobre la estructura organizacional es, qué duda cabe, Gareth Morgan, quien en 1986 escribió su libro “Images of Organization” en el cual reflexiona sobre la mecanización y su impacto en la organización.
Morgan hace alusión a la opinión de diferentes autores respecto de los beneficios y perjuicios que la mecanización ha traído a la humanidad.
El presente trabajo presenta de manera sucinta la posición del autor respecto del proceso de mecanización en la organización y los efectos fundamentales que trajo consigo la aparición de la organización burocrática.
En la sección II se presenta una revisión de las distintas posiciones de diferentes autores sobre la mecanización de los procesos en las organizaciones así como los antecedentes de la organización burocrática. En la Sección III se analizará la crítica de Morgan al pensamiento mecanicista y al modelo burocrático. Finalmente, en la Sección IV se presentan las conclusiones.
II. Antecedentes del pensamiento mecanicista y la organización burocrática
El empleo de las máquinas ha ido reconfigurando cada vez más la productividad del trabajo y la forma en que las personas viven dentro de la sociedad.
Posiblemente no hay nada que más impacto haya causado en la vida del ser humano que la aparición de las máquinas y por ende de los procesos mecanizados. La imaginación y el poder transformador de la tecnología no tienen límites hasta ahora, y es por eso, que muchos se preguntan si no estamos cerca de una dependencia nociva y alienante de las máquinas y sus procesos.
Las organizaciones rara vez se crean como un fin en sí mismas, más bien son instrumentos creados para conseguir unos fines determinados. Esto se puede ver claramente en los orígenes de la palabra organización, que se deriva de la palabra griega “organon” que significa instrumento. Así entonces, conceptos como “objetivos”, “tareas”, “fines” son bastante afines al de organización. Los instrumentos vienen a ser dispositivos mecánicos desarrollados para ayudarnos a realizar tareas con un fin determinado.
No es extraño que las primeras organizaciones que existieron en la humanidad se valieran de instrumentos para construir castillos, pirámides o ejércitos. No obstante, es con el advenimiento de la Revolución Industrial en la segunda mitad del Siglo XVIII primero en Europa y en América después, que los conceptos de organización se mecanizan.
Al examinarse los cambios ocurridos en las organizaciones en pleno desarrollo de la Revolución Industrial, se puede encontrar un aumento de la tendencia a la burocracia y a la rutinización de las tareas en general. Muchas familias abandonaron sus faenas artesanales para establecer factorías y nuevos centros de trabajo mecanizado.
Las ventajas de la especialización del trabajo advertidas por el economista escocés Adam Smith, en su obra “The Wealth of Nations” (1776), incrementaron e intensificaron la productividad de las tareas mecanizadas dando como resultado la introducción de una mayor disciplina en el trabajo realizado y de una mayor supervisión de los trabajadores en las fábricas.
Durante el Siglo XIX se hicieron numerosos y denodados esfuerzos por promover y codificar las ideas o aportes conceptuales que posibilitaran una organización y división del trabajo más eficientes. Así, además del aporte de Adam Smith sobre la división del trabajo, en 1801 Eli Whitney hizo una demostración en público de la forma de ensamblar un fusil con piezas intercambiables lo que podría luego hacerse como producción en serie. En 1832, Charles Babbage, quien había inventado una primitiva máquina para hacer cálculos numéricos, publicó un tratado en el que hacía una cerrada defensa de la aplicación científica a la gestión y a la organización. Sin embargo, no sería sino hasta principios del Siglo XX que estas ideas serían desarrolladas y sistematizadas en una teoría general de la organización y la dirección.
Una de las principales contribuciones a la teoría general de la organización fue, sin duda, la del alemán Max Weber (1864-1920), quien postuló su teoría sobre las estructuras de autoridad, en la que sostiene que se puede caracterizar a las organizaciones sociales en base a las relaciones de autoridad que se desarrollan dentro de ella. Weber sostiene que se debe diferenciar entre “poder” que es la habilidad para forzar a las personas a obedecer sin tomar en cuenta su resistencia, y “autoridad” que es la situación en la que las órdenes se cumplen voluntariamente por quienes la reciben. Es en el trabajo de Weber que aparece la primera definición concreta de burocracia como una forma de organización. Él hizo notar que la burocracia rutiniza los procesos de administración exactamente como la mecanización rutiniza la producción.
Otras contribuciones importantes provinieron de un grupo de teóricos y prácticos de Norteamérica y Europa quienes sentaron las bases de la denominada “Teoría Clásica de la Gestión Científica”. En ella, a diferencia de Weber, se aboga firmemente por la burocracia y, además, se exponen los principios y métodos a través de los cuales este modelo de organización podría ser exitoso si se llegara a implementar.
Los representantes de la Teoría Clásica de la Organización fueron el francés Henry Fayol, el norteamericano James D. Mooney y el inglés Lyndall Urwick. Su propuesta estaba basada en la concepción de una organización en la que se desarrollaran secuencialmente los procesos de planificar, organizar, mandar, coordinar y controlar.
Los teóricos clásicos prestaron poca atención a los aspectos humanos de la organización aunque reconocían con frecuencia
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