Ensayo sobre innovaciones, ética y emprendimiento.

Ensayo sobre innovaciones, ética y emprendimiento.

Los derechos de propiedad intelectual evolucionan constantemente y cada vez son más homogéneos entre los distintos países a nivel mundial. Esto es gracias a organismos especializados e internacionales como la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), el cual fue fundado en 1967, con la firma del Convenio de Estocolmo, por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para fomentar el uso y la protección de las obras del intelecto humano. La Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), se ha convertido en el foro mundial en lo que atañe a servicios, políticas, información y cooperación en materia de propiedad intelectual (OMPI, 2015). Regula y protege la propiedad intelectual, y tiene siempre presente la necesidad de establecer nuevas normas para mantenerse a la par de los adelantos en el ámbito de la tecnología y de las nuevas metodologías.

Aunque pudiera sonar que la OMPI únicamente se remite a legislaciones y normas, su oficio va más allá de esto, ya que la defensa de la propiedad intelectual puede generar grandes controversias donde éste organismo interviene para solucionar los conflictos de intereses, además de enfrentar los debates éticos en cuanto a la necesidad de proteger la invención e investigación por encima del interés público, no por el interés económico de los creadores o investigadores, sino para dar oportunidad a que la innovación, creatividad y los descubrimientos sigan surgiendo. La propiedad intelectual es un tema que va más allá de la propiedad industrial y el derecho de autor, y es el objetivo de este ensayo reflexionar sobre la necesidad de proteger la innovación y los adelantos en ciencia y tecnología, para que el progreso y desarrollo de la humanidad continúen.

En 2004, Dennis M. Ray publicó un artículo donde exponía que debería haber un cambio en los derechos de propiedad intelectual para atender las necesidades de las personas empobrecidas que son VIH positivos o tienen sida y que viven en países que no cuentan con subsidios para comprar medicamentos contra ésta enfermedad que ha cobrado tantas vidas. Este artículo afirmaba que las patentes son especie de monopolios y que cualquier derecho de propiedad intelectual generado por una iniciativa orientada a salvar o mantener vidas debería ser transferida al dominio público para que aquellas personas que no pudieran solventar su precio pudieran ser beneficiados junto con los creadores de la iniciativa (Ray, 2004). Esto desató una controversia ética que generó la respuesta de Miles, Munilla y Covin, quienes afirmaron, que éste planteamiento no resolvía ni garantizaba el bienestar social, y que por el contrario esto provocaría su disminución a largo plazo al no dar elementos para mantener económicamente éstas iniciativas y fomentar la investigación, el descubrimiento y la invención (Miles, Munilla & Covin, 2004) de nuevos adelantos. El emprendimiento resulta en innovación, y la innovación lleva a adelantos donde la sociedad es el más beneficiado.

Muchas personas como Ray piensan que la propiedad intelectual es un tema asociado a ganancias o regalías, pues la justificación de estos derechos es básicamente de tipo económico, pero no es únicamente su propósito. Las empresas, los nuevos productos, los adelantos en ciencia y tecnología y cualquier proyecto requiere de un sustento económico para poder desarrollarse, y este esfuerzo de los creadores, inventores, investigadores y emprendedores que toman el riesgo de innovar debe ser compensados no por una ganancia, sino para incentivar que tengan los recursos para seguir innovando. La OMPI define que la propiedad intelectual se refiere a la creación de la mente: invenciones, obras literarias y artísticas, así como símbolos, nombres e imágenes utilizadas en el comercio (OMPI, 2015). Sin los recursos para innovar, sin incentivos para desarrollar, sin motivación para crear, ¿en que sociedad se viviría actualmente? Seguramente la revolución industrial no hubiera sucedido con esa rapidez, la medicina estaría aún en el siglo pasado, y miles de personas no habrían sobrevivido al nuevo milenio.

Los derechos de propiedad intelectual no afecta a los individuos, a los investigadores académicos o a los médicos, por ejemplo, una patente de medicina no impide su uso, al final todas las personas pueden tomar medicamentos patentados, solamente da el derecho al laboratorio dueño de impedir que otros la exploten sin su consentimiento, no afecta a la sociedad el proteger el derecho de propiedad intelectual. Pero el no cuidar el derecho de un inventor o un investigador sí puede afectar, en cambio su desarrollo, sus proyectos, por ejemplo, al progreso en la medicina o al desarrollo de medicamentos.

Un ejemplo de ello son las empresas que patentan secuencias de genes, como Celera Genomics. Ésta empresa estadounidense fue fundada en mayo de 1998 con el objetivo primario de secuenciar y ensamblar el genoma humano en el plazo de tres años, utilizando el método shotgun, basado en la rotura del ADN en múltiples trozos, su clonación, y búsqueda de solapamientos con aplicaciones bioinformáticas (Celera, 2015).

Con los avances de ésta empresa y sus descubrimientos bajo el Proyecto Genoma Humano (PGH) se ha logrado la decodificación y aislamiento del ADN, clave para el entendimiento de muchas enfermedades degenerativas o hereditarias. Con este proyecto de genoma humano también surgió el concepto de “patente de genes”. Ésta empresa, que tanto ha invertido en secuenciar genes humanos, decidió proteger sus hallazgos para que nadie se aprovechara de su esfuerzo. Es obvio que empresas privadas como Celera Genomics necesitan obtener un beneficio que supla las grandes inversiones que hacen en investigaciones para obtener posteriormente productos farmacéuticos, desarrollar terapias clínicas u otras aplicaciones, por ello no es del todo ilógico que tratara de ampararse

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