GESTIONARSE A SI MISMO
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30 Harvard Business Review | Diciembre 2011 | hbral.com L
Davey Thompson
Publicación original:
marzo - abril de 1999
por Peter F. Drucker
El éxito en la economía del conocimiento llega a quienes se conocen a sí
mismos; sus fortalezas, sus valores y cómo se desempeñan mejor.
Gestionarse a sí
mismo
Vivimos en una época de oportunidad sin precedentes: si se tiene ambición e inteligencia,
se puede llegar a la cima de la profesión escogida, sin importar dónde se comenzó.
Pero con la oportunidad viene la responsabilidad. Las empresas de hoy no están gestionando
las carreras de sus empleados; los trabajadores del conocimiento deben, en
la práctica, ser sus propios CEO. Depende de cada uno abrirse un lugar, saber cuándo
cambiar de rumbo y mantenerse comprometido y productivo durante una vida laboral
que podría abarcar unos 50 años. Para hacer todo esto bien, se debe cultivar una profunda
comprensión de sí mismo; no sólo de cuáles son sus fortalezas y debilidades, sino
también de cómo se aprende, cómo se trabaja con otros, cuáles son los propios valores
y dónde se puede hacer la mayor contribución. Porque sólo cuando se opera a partir de
fortalezas se puede alcanzar la verdadera excelencia.
Los grandes ejemplos de logro en la historia –un Napoleón, un Da Vinci, un Mozart–
siempre se han gestionado a sí mismos. Eso, en gran medida, es lo que los hace grandes
ejemplos de logro. Pero son raras excepciones, tan inusuales en sus talentos y realizaciones
que se consideran fuera de los límites de la existencia humana corriente. Hoy la mayoría
de nosotros, incluso los menos dotados, tendremos que aprender a gestionarnos a nosotros
mismos. Tendremos que aprender a desarrollarnos por cuenta propia. Tendremos que
situarnos allí donde podamos hacer la mayor contribución. Y tendremos que permanecer
mentalmente alertas y comprometidos durante una vida laboral de 50 años, lo que significa
saber cómo y cuándo cambiar el trabajo que hacemos.
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¿Cuáles son mis fortalezas?
La mayoría de las personas creen saber en qué son buenas.
Por lo general se equivocan. Con mayor frecuencia, saben en
qué no son buenas, y aun así son más las que se equivocan
que las que aciertan. Y, sin embargo, una persona sólo puede
desempeñarse a partir de fortalezas. Uno no puede basar su
desempeño en debilidades, y mucho menos en algo que no
puede hacer en lo absoluto.
A través de la historia, las personas han tenido poca necesidad
de conocer sus fortalezas. Una persona nacía en una
posición y en una línea de trabajo: el hijo de un campesino
también sería campesino; la hija de un artesano sería la esposa
de un artesano, y así sucesivamente. Pero hoy la gente tiene
opciones. Necesitamos conocer nuestras fortalezas para saber
cuál es nuestro sitio.
La única manera de descubrir sus fortalezas es mediante
el análisis de feedback. Cada vez que usted toma una decisión
o una acción clave, escriba lo que espera que ocurrirá.
Nueve o 12 meses más tarde, compare los resultados reales
con sus expectativas. He practicado este método por 15 ó 20
años, y cada vez que lo hago me sorprendo. El análisis de
feedback me mostró, por ejemplo –y para mi gran sorpresa–,
que poseo una comprensión intuitiva de la gente técnica,
sean ingenieros, contadores o investigadores de mercado.
También me mostró que realmente no sintonizo con los
generalistas.
El análisis de feedback no es nada nuevo. Fue inventado
en algún momento del siglo 14 por un teólogo alemán totalmente
desconocido y recogido bastante autónomamente,
unos 150 años después, por Juan Calvino e Ignacio de Loyola,
cada uno de los cuales lo incorporó a la práctica de sus seguidores.
De hecho, el tenaz foco en el desempeño y en los
resultados que este hábito produce explica por qué las instituciones
que estos dos hombres fundaron, la iglesia calvinista
y la orden jesuita, llegaron a dominar Europa en menos de
30 años.
Practicado consistentemente, este simple método le
mostrará al cabo de un tiempo bastante breve, tal vez dos a
tres años, dónde radican sus fortalezas; y esto es lo más importante
que debe saber. El método le mostrará qué está haciendo
o dejando de hacer que lo priva de los plenos beneficios de sus
fortalezas. Le mostrará dónde usted no es particularmente
competente. Y, por último, le mostrará dónde no posee fortalezas
y no puede desempeñarse.
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Gestionarse a sí mismo
Varias implicaciones para la acción se derivan del análisis
de feedback. Lo primero y más importante: concéntrese en
sus fortalezas. Sitúese donde esas fortalezas puedan producir
resultados.
Segundo, trabaje en mejorar sus fortalezas. El análisis rápidamente
le mostrará dónde necesita mejorar sus habilidades
o adquirir otras nuevas. También le mostrará las brechas en su
conocimiento, las que normalmente pueden solucionarse. Los
matemáticos nacen, pero todos pueden aprender trigonometría.
Tercero, descubra dónde su arrogancia intelectual está provocando
una ignorancia paralizante, y supérela. Demasiadas
personas –especialmente aquellas con gran experticia en un
área– menosprecian el conocimiento en otras áreas o creen
que la inteligencia es un sustituto del saber. Los ingenieros de
primer nivel, por ejemplo, tienden a enorgullecerse de no saber
nada sobre las personas. Piensan que los seres humanos son
demasiado desordenados para una buena mente ingenieril. En
contraste, los profesionales de recursos humanos suelen jactarse
de su ignorancia en contabilidad elemental o en métodos cuantitativos
en general. Pero enorgullecerse de tal ignorancia es autodestructivo.
Procure adquirir las habilidades y conocimientos
que necesita para materializar plenamente sus fortalezas.
Es igualmente esencial corregir sus malos hábitos: las cosas
que usted hace o deja de hacer que inhiben su eficacia
y desempeño.
Estos hábitos rápidamente aparecerán en el
feedback. Por ejemplo, un planificador
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