Guerras Comerciales
Enviado por emmilymolly • 11 de Abril de 2015 • 1.349 Palabras (6 Páginas) • 184 Visitas
Las guerras comerciales, o la continuación de la geopolítica por otros medios
Por Marcel Humuza
Hay que terminar de contar portaviones, aviones de combate y misiles, escribió hace poco Phillip Stephens en el Financial Times. El fracaso de los Estados Unidos en Afganistán e Iraq ha hecho ver al mundo los límites del poder militar, según Stephens. Desde entonces —prosigue—, la geopolítica clásica ha sido sustituida por la geoeconomía. Estados Unidos, la zigzagueante potencia mundial, apuesta cada vez más a los acuerdos comerciales para ordenar el sistema internacional según sus intereses.
De hecho, el gobierno de Barack Obama sigue una nueva estrategia, que saca enseñanzas de los excesos militares del gobierno de George W. Bush. Apuesta a las relaciones económicas y financieras como instrumentos estratégicos para consolidar su poder. Su expansión pretende asegurar que Estados Unidos siga siendo en el futuro el centro de la economía mundial. Es que esto pone a Estados Unidos, gracias a nuevos métodos sancionatorios, en condiciones de excluir del comercio internacional y, en especial, del intercambio financiero también a países de envergadura. Si este plan tiene éxito, el potencial de amenaza de la fuerza militar sería solo un instrumento lateral de la gobernanza estadounidense y los Estados Unidos seguirían siendo la potencia reguladora de las relaciones internacionales.
La política comercial es aprovechada hace aún más tiempo por la Unión Europea (UE), con sus modestas estructuras de política exterior, para asegurar y expandir su área de influencia. Sin embargo, lo hace de manera tradicional, especialmente como instrumento de política para el desarrollo. A través de acuerdos de asociación, la UE condicionó políticamente el acceso a los mercados para incentivar reformas en terceros Estados. El objetivo era exportar su propio modelo político, la integración regional, la liberalización y apertura de mercados y el ideal de una paz democrática.
El abandono del multilateralismo
Sin embargo, el ascenso de los países emergentes y la crisis económica y financiera han dado lugar a un contexto internacional con profundas modificaciones. En tal contexto, el crecimiento es un problema no tanto para los socios de la UE, sino para la UE misma. Es por ello que la UE ha dado una nueva orientación estratégica a su política comercial. De lo que se trata es fundamentalmente de la competencia con otras potencias comerciales: la UE quiere defender su lugar como potencia económica, resguardar su acceso a materias primas y energía para el futuro frente a sus competidores, abrir nuevos mercados para sus propias empresas y asegurarse una participación en el crecimiento de los países emergentes.
Por tal motivo, tras la varias veces fracasada Ronda de Doha, la UE ha dado de hecho marcha atrás con el multilateralismo, con lo cual ha comenzado a urdir una red de amplios acuerdos bilaterales y regionales. No solamente con países en desarrollo y emergentes sino también con países industrializados como Japón, Canadá o Estados Unidos. Su política comercial ha pasado, así, de ser un instrumento de ofensiva para exportar el modelo propio a ser un instrumento de defensa contra la formación de potencias competidoras. En este contexto, el propuesto Acuerdo Transatlántico para el Comercio y la Inversión (conocido por el acrónimo en inglés TTIP) adquiere especial importancia tanto para Europa como para Estados Unidos.
¿El TTIP como baluarte?
La intención de quienes iniciaron el TTIP es que establezca una suerte de “estándar de oro” de normas globales para las relaciones económicas internacionales cuya introducción no puede lograrse debido al bloqueo en la OMC en el plano multilateral. Según sus argumentos se trata de la protección del modelo de una economía de mercado basada en reglas y fundamentada en el Estado de Derecho. Conforme a esta argumentación, dicho modelo corre peligro de ser socavado, en medio de la competencia internacional, por los países emergentes cuya economía no está basada en reglas ni está controlada por un Estado de Derecho. Se está aludiendo a China.
Por tal motivo, se arguye que el TTIP debería diseñarse de modo que puedan incluirse los acuerdos existentes y otros Estados puedan adherir a ese estándar ya desarrollado. El acuerdo sería, entonces, complementario al estancado multilateralismo.
No obstante, los críticos ven al TTIP más bien como un baluarte
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