INTERÉS NACIONAL Y GLOBALIZACIÓN
Enviado por Rivierh • 18 de Agosto de 2016 • Ensayo • 2.090 Palabras (9 Páginas) • 288 Visitas
INTERÉS NACIONAL Y GLOBALIZACIÓN
Analizar la relación entre el interés nacional y la globalización requiere en primer lugar proponer una definición para cada uno de estos conceptos que permita tener claridad sobre la noción a partir de la cual se asume una posición, toda vez que a nuestro juicio ambos conceptos son equívocos en el sentido de admitir tantas acepciones como lectores de este escrito.
Así pues, en palabras de Stephen D. Krasner el interés nacional puede ser entendido como los objetivos buscados por los encargados de tomar decisiones a nivel central[1], esto es, los líderes políticos. Si bien existe unanimidad en el hecho que el concepto de interés nacional se relaciona con el interés general y el bien común, la forma en la que estas nociones se llenan de contenido es la que nos da las herramientas necesarias para definir si es posible la defensa del interés nacional en la era de la globalización. En este sentido, adoptamos el análisis propuesto por el autor previamente citado quien plantea que una forma de definir el interés nacional es a través de un análisis “empírico – inductivo”, en el cual, el interés nacional es promovido por las declaraciones y comportamientos de quienes toman las decisiones a nivel central, siempre y cuando cumpla con dos condiciones: i) Las acciones de los líderes deben estar relacionadas con objetivos generales y no con preferencias o necesidades de grupos particulares, o intereses de poder de quienes detentan cargos públicos; y ii) el orden de las preferencias debe permanecer en el tiempo[2]. Finalmente, en palabras de Samuel Huntington, el interés público se define en términos de los intereses concretos de las instituciones gobernantes[3].
Ahora bien, por globalización entendemos el “(…) proceso complejo que describe una serie de tendencias que se relacionan con la interdependencia, interrelación e integración de las relaciones económicas, políticas, culturales, sociales, ecológicas, jurídicas, etc., entre países, personas, economías, bienes y servicios, que hace que esta integración sea cada vez más intensa, y en ocasiones instantánea.”[4].
Definidos los conceptos de interés nacional y globalización en los términos anteriores, sea lo primero afirmar que en nuestro criterio sí es posible la defensa del interés nacional en la era de la globalización toda vez que al ser el interés nacional una construcción eminentemente política, que responde a las necesidades y expectativas de una comunidad en un momento determinado, es decir, que es esencialmente cambiante, se puede armonizar con la interdependencia que implica hoy en día los procesos de globalización.
Cabe aclarar que existen intereses vitales “aquellos intereses por cuya protección un Estado estaría dispuesto a recurrir al uso de la fuerza, bien tomando algún tipo de acción de carácter militar, bien amenazando con ella.”[5] Desde este punto de vista, es claro que el interés vital como la seguridad nacional o la soberanía puede ser plenamente defendida por los estados-nación. Sin afirmar aquí que apoyamos políticas expansionistas (como podría ser el caso de Estados Unidos en la guerra con Irak).
Creemos que ocurrió lo mismo en el caso de Colombia contra Nicaragua sobre el meridiano 82, cuando el Presidente Santos objetó la sentencia de la Corte Internacional de Justicia de La Haya y declaró la inaplicabilidad del fallo y el retiro del Estado Colombiano del Pacto de Bogotá. En este caso, el Estado actuó para salvaguardar la integridad territorial y el ejercicio de la soberanía nacional y sus áreas marítimas.
La defensa del interés nacional y la globalización no son conceptos contrapuestos ni excluyentes, la existencia de un proceso de “(…) integración de las relaciones económicas, políticas, culturales, sociales, ecológicas, jurídicas, etc., entre países, personas, economías, bienes y servicios (…)”[6], no implica la negación de un proceso político que tenga como resultado la definición de los intereses públicos de una comunidad. Por el contrario, consideramos que esa interdependencia puede llegar a ser provechosa en la medida que permite a los ciudadanos exigir procesos políticos transparentes y adecuados a la realidad social del país, teniendo en cuenta experiencias internacionales.
No pretendemos desconocer que el proceso de interrelación al que hace alusión el concepto de “Globalización” implica grandes retos para los Estados, como lo expone Stephen Krasner:
“No somos testigos del fin del Estado, sino más bien del hecho de que los Estados ya no son los únicos sujetos estratégicos o los más importantes en este nuevo orden institucional y, en segundo lugar, que los Estados, incluidos los Estados dominantes, han sufrido profundas transformaciones en algunos de sus componentes institucionales esenciales.”[7]
Pero no es menos cierto que:
“La organización nacional de la estructura estatal siempre ha estado influenciada por tendencias internacionales, ya sea por la formación de la comunidad política protestante en el siglo XVI, por las monarquías absolutistas en el siglo XVII, por las repúblicas del siglo XIX o por los Estados fascistas, comunistas y hoy democráticos en el siglo XX. No hay indicios convincentes que demuestren que el nivel de convergencia es hoy mayor de lo que lo fue en el pasado. La democracia no ha barrido el mundo. El capitalismo adopta diversas formas. El acento liberal individualista en los derechos humanos aceptado en Occidente ha sido rechazado por muchos líderes asiáticos. El fundamentalismo religioso ha adquirido más relevancia, y no menos, en los últimos años. Las reivindicaciones nacionalistas han promovido cambios en ciertas partes del mundo.
No hay verdaderamente nada nuevo en el hecho de que la propagación de ciertas ideas haya influido en la organización de la autoridad política nacional”[8]
Acorde con lo anterior es posible concluir que la definición de los intereses propios de cada Estado siempre ha estado expuesta a la influencia de tendencias y discursos internacionales que no necesariamente han implicado la adopción de dichas posturas. En consecuencia, si bien hoy en día se podría hablar de un lenguaje o discurso dominante, especialmente en lo económico, ello no significa que los Estados se vean privados de la posibilidad de definir intereses sociales y económicos por fuera del orden “dominante” pues finalmente en el mundo existen tantas posibilidades como seres humanos pensantes.
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