Investigación

ENSAYO

INTRODUCCIÓN

No soy economista ni una investigadora sobresaliente, pero no hace falta serlo, para darse cuenta de la desigualdad en la repartición de puestos directivos debido al género, salario, escolaridad, machismo, etc. Por poner un ejemplo, si entras a un banco, a un bufé jurídico o una oficina de gobierno, verás a hombres y mujeres mezclados hasta cierto nivel, pero cuando necesitas negociar una cita con el gerente, con el juez , es decir atravesar la barrera de la “secretaria”, donde están las oficinas cerradas, no las mamparas; los pisos brillantes y las áreas de café gourmet...entonces estás en el área dominada por los hombres.

Una razón la encontramos en nuestra “cultura”, que teje una sociedad con una estructura muy definida y sexista. La educación que se imparte a los mexicanos alienta a los hombres a llevar el mando y a las mujeres a ser sumisas. La sumisión y la gerencia son sustantivos que no cazan en la misma oración, en su esencia se contraponen. La estructura de familia tradicional es: la mujer cría a los hijos en casa y el hombre aporta económicamente. Sin embargo, debido a las crisis económicas de los últimos años, las mujeres han “evolucionado” en su papel de amas de casa y han salido a trabajar ¿y el hombre? ¿ha “evolucionado” igualmente al aportar en las tareas domésticas? no. Así la mujer debe cumplir con dos roles en la misma escena y resulta, como dice Gina Zabludovski “la organización considera que cuando contrata a un hombre casado está empelando a dos personas ( a él mismo y a su esposa) mientras que cuando contrata a una mujer casada-por las responsabilidades que ésta tiene en el hogar- está ocupando a tan solo “media persona” .

Otra es la discriminación: en tipos de trabajo, sueldos y trato. Es decir, se ofrecen trabajos a mujeres en tareas de apoyo, en recursos humanos, como educadoras, etcétera, solo ciertos trabajos y solo hasta ciertos niveles. Los sueldos de los hombres son superiores a los de las mujeres por el mismo tiempo y tipo de trabajo. Y el machismo y acoso sexual al que se enfrentan definitivamente desmotiva el ánimo de muchas.

Por lo anterior, no sorprende que sean pocas aquellas que con sacrificio e intrepidez han logrado filtrarse en cargos de dirección. El mejor abogado es el tiempo, y seguramente con su desempeño, lograrán abrir camino al “ejército” de mujeres preparadas, dispuestas y capaces que nuestra sociedad gesta.

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