La Familia Como Consumidora

La familia como tradicionalmente la conocemos se compones de papá, mamá e hijos, todos como individuos independientes y únicos tienen distintas necesidades que según la etapa de su desarrollo biológico, estas se deben satisfacer, y de que otra forma puede ser en una sociedad capitalista sino adquiriendo los distintas mercancías en los mercados indicados.

Y bien, la pregunta seria, ¿Cuáles son estas necesidades? Empezando por los menores podemos enlistar una serie de mercancías que podrían cubrir sus necesidades: leche, pañales, ropa, juguetes, etc… La lista puede ser enorme y los bebes no vienen con los accesorios incluidos, accesorios muchas veces innecesarios, pero que la publicidad nos vende la idea de que son indispensables para él bebe. Las diferencias de los niños, jóvenes y adultos pueden ser muchas, pero entre todas encontramos satisfactores comunes y realmente básicos en la familia; alimentación, vestido y entretenimiento, por citar algunas que sean fáciles de ejemplificar más adelante.

En la mesa, las decisiones sobre qué productos comprar en una lucha entre gustos y preferencias, sobre un cuadrilátero compuesto por ingresos y precios, el juez sin duda alguna es la restricción presupuestal. Imaginemos pues a una familia en el supermercado; la madre tiene apuntada en una servilleta la lista de productos que hacen falta en casa, sin especificar marcas; cereal, leche, café, carne, pan integral, detergente, y unas playeras rojas para el curso de verano de los niños.

Cada uno de los productos en la lista tiene una gran variedad de marcas y entre ellos los precios varían, algunos, los más baratos, determinan su valor-precio de forma objetiva, debido a que son productos poco conocidos. En cambio otros productos tienen un valor subjetivo, ya que son los favoritos de la televisión; los de moda; los del conejo buena onda; las vacas suizas; el café de las huertas de loma bonita; el pan de los campeones; el detergente que lava solo y la ropa de los artistas

Sin embargo el presupuesto, por llamar de este modo a la fracción que se utiliza del mísero sueldo del padre, representa una restricción presupuestal para los gustos y preferencias de los integrantes de la familia, y claro, a los hijos lo mejor; por lo tanto las playeras serán de la marca del narco ese que salió en la tele, la leche: una caja para todo el mes; cereal: del gallo en vez del conejo; carne: de la barata, y jabón de ese que no huele a nada.

El padre al darse cuenta que lleva consigo sus vales de despensa, se da el gusto de comprarse una botella de ron “antihumano”.

Ya con las compras listas la familia felizmente se retira a su casa; en cuestión de dos o tres días la leche se consume en menor medida, ya que leche es mucha además esta no tarda en caducar, pero los infantes ya están más que saciados, por no decir hartos de leche en el desayuno. El cereal se ha terminado y sin cereal no quieren

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