La Ley de la Cosecha.
Enviado por pzavaleta • 20 de Abril de 2016 • Síntesis • 2.163 Palabras (9 Páginas) • 271 Visitas
La Ley de la cosecha
Selección – efectuada por Pablo Zavaleta – de unos textos comprendidos en el libro “Primero, lo primero” de Stephen R. Covey
Para iniciar
En palabras de George Bernard Shaw:
Ésta es la verdadera alegría en la vida... ser utilizado para un propósito que se reconoce como importante... ser una fuerza de la Naturaleza en lugar de un pequeño simplón egoísta y desasosegado por dolencias y aflicciones, que se queja de que el mundo no quiere hacerlo feliz... Mi opinión es que mi vida pertenece a toda la humanidad y, en tanto viva, es mi privilegio hacer por ella lo que esté a mi alcance. Deseo estar exhausto en el momento de mi muerte. Cuanto más duro trabajo, más vivo. Disfruto de la vida por sí misma. No creo que la vida sea una vela de poca duración; es una especie de antorcha espléndida que debo mantener en alto por el momento. Anhelo que arda lo más resplandecientemente posible antes de transmitírsela a las futuras generaciones.
Qué son los principios: la Ley de la cosecha
Uno de los mejores modos de entender la forma como gobiernan estas realidades extrínsecas reside en tener en cuenta la Ley de la cosecha. En agricultura, admitimos con facilidad que las leyes y los principios naturales gobiernan el trabajo y determinan la cosecha. Pero en las culturas sociales y corporativas, creemos de algún modo que se pueden dejar de lado los procesos naturales, engañar al sistema y, sin embargo, salir triunfantes. Existen muchas pruebas que sustentan esta creencia.
Por ejemplo, ¿alguna vez el lector preparó un examen en la escuela de forma apresurada y descuidada, tras haber haraganeado durante todo el semestre; es decir, pasó una noche en vela antes del gran examen con la intención de meterse en la cabeza todo lo que debió aprender en ese tiempo?
Stephen: Me avergüenza decirlo, pero durante toda la escuela preparatoria me creía inteligente porque no preparaba mis exámenes sino hasta último momento, en que debía estudiarlo todo de forma precipitada. Aprendí a intuir la naturaleza del sistema desde el punto de vista psicológico, a imaginar lo que deseaba el profesor. «¿Cómo califica la profesora? ¿Por lo general según las lecciones dadas? ¡Fantástico! Entonces no debo preocuparme por leer los libros de texto. ¿Qué hay acerca de la otra clase? ¿Debemos leer el libro? Muy bien, ¿dónde consigo los Apuntes Cliff para leer el resumen, en lugar de toda la obra?» Anhelaba graduarme, pero no quería que eso obstaculizara mi estilo de vida.
Luego debí prepararme para la graduación. Todo cambió. Durante los primeros tres meses me dediqué a estudiar de forma intensa y apresurada para compensar los cuatro años de preparatoria en los que siempre había dejado el estudio para el final. Terminé en el hospital con colitis ulcerosa. Intentaba forzar los procesos naturales y averigüé que, a la larga, eso es simplemente imposible. Intenté durante años compensar la tontería de seguir un sistema de valores que no dependía de ningún principio.
¿Puede usted imaginar esta indolencia y acumulación de trabajo en una granja? ¿Olvidar plantar durante la primavera, dormitar todo el verano y realizar todo el trabajo en invierno, es decir, arar la tierra, verter las semillas, regar y cultivar con la esperanza de obtener una abundante cosecha de la noche al día?
En un sistema natural como una granja, acumular el trabajo para hacerlo todo en el último momento no da resultado. Ésa es la diferencia fundamental entre un sistema social y un sistema natural. El sistema social se basa en valores, mientras que el sistema natural se fundamenta en principios. A corto plazo, dejarlo todo para último momento parece funcionar en un sistema social. Usted puede recurrir a técnicas y «soluciones instantáneas» con aparente éxito.
Pero, a largo plazo, la Ley de la cosecha rige sobre todos los aspectos de la vida. ¿Cuántos de nosotros desearíamos hoy no haber haraganeado y estudiado todo en el último momento? Poseemos el diploma, pero no la educación. Por fin reparamos en que existe una diferencia entre el éxito en el sistema social de la escuela y el éxito en el desarrollo mental: la facultad de pensar de forma analítica, creativa, con profundos niveles de abstracción; la aptitud de comunicarnos de forma oral y por escrito, cruzar límites, elevarnos por encima de prácticas fuera de moda y resolver problemas mediante formas más nuevas y mejores.
¿Qué hay acerca del carácter? ¿Puede usted holgazanear y acumular todo el trabajo para hacerlo en el último momento y volverse de repente una persona de integridad y coraje o compasiva? ¿Y la salud física? ¿Puede superar años de patatas fritas, pastelillos de chocolate y falta de ejercicio dedicándose a un intenso entrenamiento en el gimnasio durante toda la noche anterior a la maratón?
¿Y el matrimonio? Ya esté gobernado por la ley de la escuela o la Ley de la cosecha, depende de la duración que usted desee darle. Muchas personas que contraen matrimonio no desean cambiar en absoluto de estilo de vida. Son solteros casados. No destinan tiempo a nutrir las semillas de la visión compartida, la abnegación, el cuidado, la ternura y la consideración. Sin embargo, se sorprenden al cosechar malezas. Los remedios instantáneos del sistema social y las técnicas de ética de la personalidad que intentan aplicar para resolver el problema simplemente no funcionan. Estas «soluciones» no pueden tomar el lugar de las estaciones de la siembra, el cultivo y él cuidado.
¿Y las relaciones con los hijos? Podemos tomar atajos: creernos más grandes, más inteligentes, con mayor autoridad. Regañamos, amenazamos, imponemos nuestra voluntad. Intentamos transmitir la responsabilidad de la educación a escuelas, iglesias o centros de atención diaria. Pero, pasado el tiempo, ¿estos atajos habrán formado adultos responsables, atentos, sabios y con el poder de tomar decisiones efectivas y vivir vidas felices? ¿Redundarán en relaciones excelentes y compensadoras para con aquellos que cuentan con el potencial para convertirse en amigos íntimos?
A corto plazo es posible recurrir a las «soluciones instantáneas» con aparente éxito. Podemos impresionar, conducirnos con encanto. Podemos aprender técnicas de manipulación: empujar tal o cual palanca, oprimir tal o cual tecla para obtener la reacción deseada. Sin embargo, a largo plazo, rige la Ley de la cosecha en todos los ámbitos de la vida. Y no existe forma de falsificar la cosecha. El doctor Sidney Bremer opina:
La naturaleza se halla en total equilibrio. No es posible romperlo, puesto que los seres humanos saben que la ley de causa y efecto equivale a la infalible e inexorable ley de la naturaleza. Sin embargo, no encuentran su propio equilibrio como naciones o individuos porque éstos no aprendieron aún que la misma ley actúa tan inexorablemente en la vida humana y en la sociedad como en la naturaleza: lo que se siembra, se cosecha.
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