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Enviado por majoap • 12 de Septiembre de 2013 • 2.123 Palabras (9 Páginas) • 303 Visitas
Las autoridades de política económica se enfrentan al dilema de decidir la mejor forma de
responder a los desafíos que plantean la contracción de la actividad mundial y la persistente
volatilidad financiera, sin perder de vista sus necesidades de ajuste a mediano plazo. En los
países que disponen de espacio fiscal, el ritmo de los planes de ajuste fiscal a corto plazo
debería calibrarse de modo tal de evitar presiones excesivas sobre la actividad y el empleo.
Según las proyecciones, en 2012 los déficits de las economías avanzadas disminuirán, en
promedio, alrededor de 1 punto porcentual del producto interno bruto (PIB), en términos
ajustados en función del ciclo, y la reducción será un poco más rápida en 2013. En general,
esto es apropiado, aunque los países con suficiente espacio fiscal podrían considerar un ritmo
de ajuste a corto plazo un poco más lento a fin de reducir los riesgos a la baja. Si el
crecimiento se desacelerara aún más, los países con margen de maniobra fiscal deberían
permitir que los estabilizadores automáticos operaran libremente y dejar que el déficit
aumentara a fin de evitar una excesiva contracción fiscal, que podría empeorar las
condiciones económicas. Pero el hecho de actuar con cautela a corto plazo no debe ser una
excusa para desacelerar o postergar las medidas necesarias a fin de fortalecer las finanzas
públicas a mediano plazo, dado que este sigue siendo un requisito clave para un crecimiento
sostenible. En las economías emergentes el ajuste fiscal se desacelerará considerablemente
este año. También en este caso, en el contexto de un crecimiento algo más débil, esta
desaceleración resulta apropiada, considerando asimismo que en estas economías la posición
fiscal es más sólida que en las economías avanzadas. Sin embargo, a mediano plazo debería
recomponerse el espacio fiscal utilizado durante 2008–09, de manera tal de crear la
flexibilidad necesaria para responder a futuras desaceleraciones.
En ese contexto, en esta edición de Monitor Fiscal se analiza con mayor detalle el concepto
de espacio fiscal, o el margen de maniobra de que disponen las autoridades para calibrar el
ritmo del ajuste fiscal sin menoscabar la sostenibilidad de las finanzas públicas. Entre las
conclusiones que se desprenden de este análisis cabe mencionar las siguientes:
A corto y mediano plazo muchos países siguen siendo vulnerables a shocks
inesperados, lo cual deja escaso margen para errores de política. Si bien se espera que
los coeficientes de endeudamiento comiencen a estabilizarse para 2015 en la gran
mayoría de los países, el riesgo de un retroceso es alto, lo cual limita las opciones de
política económica.
En el actual contexto recesivo, cabe esperar que el ajuste fiscal tenga un fuerte
impacto negativo en la actividad, como ha quedado confirmado por los nuevos
trabajos sobre el tamaño de los multiplicadores fiscales durante períodos de
debilitamiento de la actividad económica. Cuando los multiplicadores fiscales tienden
a ser altos, el impacto benéfico del ajuste fiscal sobre los coeficientes de
endeudamiento y sobre los diferenciales de la deuda puede verse retrasado. Esta es
otra razón por la cual, en la medida en que el financiamiento lo permita, un ritmo de 2
ajuste gradual pero continuo parece preferible a un fuerte ajuste en una primera etapa.
El ajuste debe ir acompañado de estrategias de comunicación amplias y proactivas
que estimulen la confianza y la credibilidad.
Desde 2008 es posible que el aumento de los coeficientes de endeudamiento bruto del
gobierno general haya sobrestimado las presiones a corto plazo sobre las finanzas
públicas en algunos países, principalmente debido al fuerte aumento del señoreaje y
la acumulación de activos (incluidos títulos públicos) por parte de los bancos
centrales. Esto se hace patente cuando se observan los balances netos consolidados de
los gobiernos y los bancos centrales. Sin embargo, las cuantiosas tenencias de deuda
pública y otro activos en poder de los bancos centrales deberán ser liquidadas o
transferidas al sector privado a medida que la demanda de base monetaria vuelva a
situarse en niveles más normales, lo cual significa que la deuda bruta del gobierno
general, junto con la deuda neta, sigue siendo un indicador clave de la deuda pública
a más largo plazo. Será difícil manejar el proceso de reducción de los balances del
banco central sin que previa o paralelamente se lleve a cabo una consolidación fiscal
a mediano plazo.
Los países pueden disponer de flexibilidad en el corto plazo pero no a más largo
plazo. La necesidad de reducir los coeficientes de endeudamiento y de mitigar las
presiones generadas por el gasto en prestaciones sociales significa que son muy pocos
los países que disponen de espacio fiscal a largo plazo. Por consiguiente, sigue siendo
requisito sine qua non diseñar y aplicar planes de ajuste a mediano plazo creíbles en
la mayoría de las economías avanzadas y en varias economías en desarrollo. Se están
acelerando los progresos en este terreno, pero aún es mucho el camino por recorrer,
incluso en las economías más grandes.
Un número cada vez mayor de países están aplicando reglas fiscales. Si bien estas
reglas no son un sustituto de los planes de ajuste específicos a largo plazo, las reglas
fiscales pueden generar confianza y facilitar el logro de un consenso político en
materia de política fiscal. Las reglas fiscales de segunda generación típicamente son
más complejas que las versiones anteriores, y ofrecen mayor flexibilidad para
responder a los ciclos económicos aunque imponen correcciones más rigurosas para
subsanar desviaciones pasadas. En este sentido, también plantean considerables
desafíos a la hora de exigir y monitorear su cumplimiento.
En términos generales, los riesgos fiscales siguen siendo elevados, aunque hay indicios de
que en algunos aspectos clave son menos agudos que hace seis meses. Las medidas de
consolidación fiscal aplicadas en el pasado están empezando a dar su fruto, sobre todo en los
casos en que están apuntaladas por compromisos institucionales creíbles. No obstante, en
muchas economías avanzadas los coeficientes
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