Pirenne, Henri. Historia Económica y Social de la Edad Media. Extracto
Enviado por Jorge Cerro Larizbeascoa • 2 de Diciembre de 2017 • Trabajo • 1.631 Palabras (7 Páginas) • 410 Visitas
Pirenne, Henri. Historia Económica y Social de la Edad Media. Extracto
Resumen:
Se habla de un renacimiento económico en Europa Occidental a partir del siglo XI, periodo conocido como la Baja Edad Media.
La Europa Occidental de la Edad Media se caracterizaba por tener un carácter mediterráneo, el cual heredaba del período anterior. Los imperios, reinos bárbaros y básicamente cualquier civilización europea del mundo antiguo se asentaron a orillas del Mar Mediterráneo, el cual sirvió como vehículo para las ideas y comercio del hombre de la antigüedad.
Sin embargo, en este periodo de transición, debido a la intervención de los islamitas que tomaron posesión de sus costas orientales, el Mediterráneo dejó de servir como canal entre las civilizaciones de Oriente y Occidente y se convirtió en una barrera.
A partir del Siglo VIII, el comercio europeo fue desapareciendo del Mediterráneo, debido a la confrontación entre cristianos y musulmanes. Este conflicto fue intensivo en la parte Occidental por el enfrentamiento entre cristianos europeos y musulmanes sarracenos que atacaban Europa desde África, llegando a posicionarse en la zona continental. En contraste, por el lado Oriental de Europa, se siguió desarrollando el comercio con algunos países árabes. Al final estos enfrentamientos terminaron con la navegación mediterránea occidental.
Esto trajo consigo la desaparición del comercio, lo que tuvo repercusiones sobre la vida urbana. Solo las grandes ciudades romanas lograron mantenerse, sufriendo aun así del empobrecimiento general que afectó a la población europea.
A diferencia de la creencia popular, hubo un retroceso económico durante el periodo de Carlomagno, ocasionado por el cierre del Mediterráneo que trajo consigo el fin del comercio marítimo. Se decía que el valle del Danubio reemplazo al Mediterráneo como vínculo entre oriente y occidente, sin embargo, los normandos borraron esta posibilidad al destruir los dos puertos más importantes.
A partir del siglo IX, la sociedad europea tomó un carácter más orientado hacia la agricultura. La tierra adquirió un valor como el activo más importante que podía tener una persona, ya que toda la renta provenía de los productos del suelo. Debido a estos fenómenos es que se manifiesta el feudalismo en la Europa de la Edad Media, que es entendido como una regresión de la sociedad a una civilización puramente rural.
Este periodo también se caracterizó por la ausencia de mercados exteriores. Como sabemos, la organización económica-social del momento eran los latifundios, los cuales no eran novedosos, pero su funcionamiento a partir de la desaparición del comercio y las ciudades sí fue una innovación. Antes, los latifundios participaban en la actividad económica como productores y consumidores de objetos manufacturados, viviendo en estado de intercambios recíprocos con el exterior; pero toda la situación cambió con la desaparición del comercio. Ahora los latifundios producían y consumían dicha producción, sin existir la posibilidad de exportar el excedente a otros fundos, adoptando así un comportamiento de economía cerrada. El señor feudal tuvo que tomar esta posición cerrada, no por decisión propia, sino porque no tenía con quien comerciar; también aseguró, de esta manera, su propio dominio, ya que no existía otra forma de asegurar su autonomía.
Ante posibles situaciones de escasez de alimentos, se desarrolló una especia de comercio accidental, donde se enviaba ciervos a recolectar granos a los latifundios vecinos con excedente para lograr subsistir, asimismo, en ocasiones de abundancia, se enviaban productos al exterior, por lo que si existía circulación entre los caminos, sin embargo, no se puede considerar esta actividad como comercio, pues las actividades de compraventa no son la actividad de nadie, sino una manifestación de una necesidad a la que las personas se adaptan. No había comercio bien establecido y cada latifundio trataba de lograr un estado de autarquía, donde no necesitaba de sus vecinos para poder desarrollarse.
Se desarrollaron algunos mercados semanales, pero sus niveles de transacciones eran por cantidades despreciables y había una única feria en Francia que atraía mercaderes y peregrinos anualmente.
Si se habla de mercaderes en la época se puede hablar estrictamente de los judíos, a tal punto que la palabra judío y mercader eran considerados casi sinónimos a inicios de la época carolingia. Los judíos llegaban de los países musulmanes de África y se adentraban por Europa en caravanas vendiendo productos de oriente (telas preciosas y especias). Se considera, sin embargo, que su papel comercial fue accesorio: no se hubiera perdido nada si desaparecían.
Se puede resumir que la situación de la Europa medieval ofrece el aspecto de una sociedad rural, donde el intercambio cayó al grado más bajo en el que podía estar. Tener tierra era sinónimo de tener libertad y poder, y a su vez, gente bajo su cargo. Esta gente del pueblo estaba condenada a la servidumbre de la vida agrícola.
Durante esta época siempre fue fuerte la presencia de la Iglesia, la cual ocupaba un lugar en la cima de la jerarquía medieval. La Iglesia superaba a los nobles por la cantidad de tierras de las que disponían, así como por su nivel de instrucción elevado, característico de los monjes estudiosos de la época, que eran de las pocas personas que sabían leer y escribir. Gracias a las donaciones que recibían, podían disponer de un fondo para préstamos para los laicos necesitados o los terratenientes que necesitaban comprar grano en época de escasez. Los reinos necesitaban gente del clero para gobernar, pues solo ellos con su elevado grado de instrucción podían cumplir los roles necesarios para la gestión del gobierno. Esto definió a la Iglesia no solo como la autoridad moral de la época, sino que también poseía un gran poder financiero, al manejar las cuentas de los reinos.
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