Trabajo Colaborativo 1
Enviado por dandre07 • 5 de Septiembre de 2014 • 25.519 Palabras (103 Páginas) • 198 Visitas
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La teoría de la localización
Néstor Duch Brown
Universitat de Barcelona
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0. Introducción
La literatura económica reciente, especialmente aquella que se ocupa de explicar las
causas del crecimiento económico, ha focalizado su análisis en el papel del territorio y
de sus determinantes históricos. La introducción de la dimensión espacial en la teoría
económica convencional supone modificaciones rigurosas a los resultados tradicionales
del análisis competitivo, sobre todo en referencia a su influencia sobre la organización
industrial local y su capacidad de potenciar el crecimiento.
Las decisiones locacionales, mediante las cuales se elige un lugar determinado para
instalar una empresa, generan una distribución espacial de las actividades económicas,
que pueden estar concentradas en algunos puntos o dispersas por todo un territorio.
Estas decisiones pueden obedecer a ciertas regularidades o ser totalmente aleatorias. La
teoría tradicional de la localización ha tenido un enfoque incompleto ante el problema
de explicar los patrones de localización y los factores que los determinan, muchas veces
sin siquiera hacer explícitos los mecanismos microeconómicos que inducen a las
empresas y a los consumidores a ubicarse los unos cerca de los otros.
Los avances en la teoría de la organización industrial y del crecimiento económico,
ocurridos durante la década de los setenta, han permitido la aparición de modelos
basados en los principios de la competencia imperfecta, que permiten un análisis más
profundo de la realidad económica y que encajan muy bien en el estudio de la
localización. En este planteamiento, se considera que el espacio actúa como fallo de
mercado, por lo que asumir la existencia de competencia perfecta es, aunque
teóricamente válido, un supuesto en exceso restrictivo. De esta forma, las economías de
escala en la producción juegan un papel preponderante en la explicación de no pocos
fenómenos económicos. Los modelos con externalidades se han constituido como una
alternativa lo suficientemente rigurosa para hacer frente a la teoría económica
tradicional, apuntalada en la competencia perfecta y los rendimientos constantes a escala
y resultan especialmente atractivos para el análisis de la aglomeración de las actividades
económicas.
Para que la teoría de la localización tenga sentido, es necesario alejarse del enfoque de
rendimientos constantes a escala y mercados competitivos, ya que la introducción del
espacio limita la competencia. La propia localización se constituye como una barrera a
la entrada y proporciona un cierto poder de mercado a las empresas ahí ubicadas. Los
rendimientos crecientes son fundamentales para explicar la concentración territorial de
la producción. Si nos enfrentáramos a rendimientos no crecientes, sería deseable para
cada empresa distribuir sus actividades entre todas las áreas de consumo posible, en
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donde el nivel de producción sería el que satisface la demanda local. Los costes de
transporte se ahorrarían y cada mercado sería una autarquía. Sin embargo, las ciudades
son la evidencia más convincente de la magnitud de las externalidades en las economías
reales. La concentración espacial provee a las empresas de una serie de beneficios que
generan un tipo especial de economías externas: las economías de aglomeración, por
medio de las cuales se reducen los costes locales de producción . Dichas economías se
derivan del aglutinamiento territorial de las actividades económicas. En el territorio, las
economías son internas, pero a nivel de la empresa individual, las economías son
externas. Existen, además, otro tipo de efectos externos, o externalidades, que afectan
las decisiones locacionales: las externalidades tecnológicas (o no pecuniarias) que se
refieren a las ventajas que disfrutan las empresas de la capacidad innovadora de otras
geográficamente próximas.
Las razones de la marginación del espacio en la teoría económica todavía se
desconocen. Blaug (1985) sostiene que von Thünen adolecía de falta de claridad en sus
trabajos mientras que Launhardt desarrolló sus teorías siguiendo un formalismo poco
accesible para su época. Sin embargo, la explicación de haber carecido de precursores
eminentes parece poco satisfactoria. Para que la economía espacial tenga relevancia, es
necesario que los teóricos del espacio demuestren la importancia real que tiene éste en el
seno de la teoría económica. El interés de un modelo no reside en el realismo de sus
hipótesis, sino en su poder explicativo. En este sentido, los teóricos del espacio deben
reconocer la importancia y multitud de problemas económicos fundamentales que
pueden estudiarse de manera profunda a partir de modelos puntuales (no espaciales).
Resulta equivocado inferir de lo anterior que el espacio es económicamente neutro y que
debe ser menospreciado como objeto de análisis, aun cuando muchos de los intentos
serios por construir teorías del espacio económico se contabilicen como fracasos.
Paradójicamente, el espacio juega un papel fundamental en el funcionamiento real de los
mercados, pero está ausente de los modelos teóricos. La paradoja resulta aparente, ya
que integrar espacio y competencia exige alejarse de la comodidad de los principios del
análisis competitivo e impone restricciones complejas sobre cualquier otra forma de
competencia. Por consiguiente, resulta más cómodo jugar con los triángulos de Weber o
los hexágonos de Lösch, dando la impresión de que la economía espacial se reduce a
cuestiones de geometría aplicada, sin considerar las implicaciones fundamentales que
tiene la interdependencia espacial y el territorio en el análisis económico.
El nuevo enfoque del análisis locacional justifica la concentración espacial de las
actividades económicas mediante la existencia de economías externas de aglomeración
que reducen los costes de producción dentro de unos determinados límites territoriales.
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Este proceso genera, asimismo, una dinámica industrial capaz de atraer actividades
complementarias y de generar servicios especializados, así como de fomentar la
innovación tecnológica. Este nuevo enfoque recupera la tradición de Marshall sobre las
economías
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