¿Cómo se construye la fortaleza en el ser humano? - Fernando Sega
Enviado por Let23 • 6 de Octubre de 2015 • Informe • 1.326 Palabras (6 Páginas) • 193 Visitas
Jornadas de ADEP: “Vulnerabilidad y Fortaleza. Desafíos en el campo psicoanalítico”
¿Cómo se construye la fortaleza en el ser humano? - Fernando Segal
Fortaleza: la consecuencia de los complejos procesos del desarrollo psicosocial, que en la vincularidad, a partir del nacimiento del infante humano, se va produciendo.
El individuo nace con una programación genética que impulsa al desarrollo. Requiere ser asistido por un medio (objetos) maternante, que satisfaga sus necesidades.
Miguel Hoffman, postula: La Elastancia: capacidad de recobrar el rumbo, luego de un “descarrilamiento”, y que esta seria un factor fundamental, para explicar la incidencia relativamente baja de patología severa, en situaciones colectivas de desamparo, lesión, injuria, como son las migraciones masivas por guerra y otras catástrofes.
Según él, el sujeto temprano, ya posee el germen de la resiliencia. Cada bebé, con cada mamá, con mayor o menor fuerza, será capaz de luchar para defender su iniciativa.
La frustración como motor del psiquismo: Kohut proponía pensar la frustración óptima como impulsora del desarrollo. A Fernando Segal, le parece mejor pensar que, aunque lo deseable es evitar la frustración, ciertamente será inevitable, y lo óptimo no será esto sino la actitud del objeto, que reconoce su falla e intenta reparar. Esto hará soportable la frustración y estimulará el desarrollo de la capacidad para tolerarla, y ayudará a afrontar los problemas que se presenten.
Aldo Melillo dice que los padres y/o los cuidadores construyen resiliencia cuando sostienen con los niños y adolescentes, una relación basada en un amor incondicional (lo cual no significa sin límites adecuados) que se expresa en sus actos cuando favorece la autoestima y la autonomía, estimulan la capacidad para resolver problemas y para mantener un buen ánimo en situaciones adversas, e instalan un clima de afecto y alegría.
¿Siempre que lo traumático no aniquila a una persona, hablamos de resiliencia? O hay que diferenciar la capacidad para afrontar la adversidad que incluye la ética, la creatividad, la capacidad de juego, el humor, la empatía, la consideración responsable hacia los otros y la capacidad para experimentar el sentimiento de culpabilidad. En su base encontramos la “memoria”, sobre todo la procedimental, de la buena relación con objetos que posibilitaron el desarrollo de esas potencialidades.
Muchas veces, los niños maltratados de la calle pasan del no lugar de excluidos, expulsados del tejido social, a sentirse y ser sentidos como existentes, cuando con un arma en la mano nos amenazan. Intentan invertir la situación al apropiarse con violencia de lo que sienten que fueron despojados: dinero, bienes, o la vida misma. Y como ya no sienten que tengan algo que perder, también han perdido el miedo. Entonces, serán otros los que temen, y eso procurará el necesitado sentimiento de omnipotencia, que oculte la insoportable sensación de inermidad y carencia. Así se estaría equiparando resiliencia con la capacidad para volver de la exclusión traumática, de cualquier modo, no importa cómo. En esos casos será adoptando defensas extremas, como suelen ser las distintas formas de autocuración patológica. Cuando no se dispone de la fuerza de la salud, se recurre a defensas patológicas frente a la adversidad.
Si encontrara a otros, que, como decía Winnicott, comprendieran y toleraran sin represalia, el valor de molestia, de distinto grado, que produce la tendencia antisocial, tendrían la posibilidad de retomar el curso de su desarrollo que resultó perturbado, desviado. (Esto en la práctica es imposible)
El niño traumatizado, para sobrevivir, tiene que apelar a tan extremas formas de conducta que obtiene lo contrario de lo que necesita. Es perseguido y castigado en lugar de acogido y apoyado, con lo que se realimenta su tendencia antisocial.
Se encuentra refugio en la delincuencia para escapar de los efectos insoportables de lo traumático.
Adolf Hitler es el ejemplo paradigmático de un niño maltratado. Cuando su padre le propinaba la paliza casi diaria, él contaba los azotes, en voz alta con lo que el padre se enfurecía aún más. Desafiaba, en lugar de someterse, pensaba en vengarse…y, lo hizo. Logró tener éxito, millones de personas lo siguieron. Seguramente debían tener odio acumulado (como Hitler) y el nazismo
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