COMO UNA MARCA INDELEBLE
Enviado por educatio • 29 de Noviembre de 2017 • Ensayo • 1.392 Palabras (6 Páginas) • 234 Visitas
COMO UNA MARCA INDELEBLE…
Las experiencias de un niño(a) en el área afectiva son realmente determinantes para el crecimiento y para la vida futura. Y desde ese punto de vista será sumamente importante el contexto en el que ellos(as) se desenvolverán. Por lo que se hace necesario intencionar de buena forma las experiencias y las enseñanzas relativas a la afectividad, tanto en la casa como en la escuela, contextos donde el niño(a) pasa la mayor parte de su tiempo[1].
Hay muchos adultos que no hacen conciencia de los significativos que ellos resultan para ciertos niños(as); creo que si lograran comprender a cabalidad esta dimensión, sería muy diferente su actuar frente a los más pequeños(as). Todo comentario de un adulto significativo para un niño(a) deja huella debido a la alta sensibilidad con que éste vive y actúa en esta etapa de la vida. Es más, la mayoría de estos comentarios y apreciaciones, el niño(a) los recoge y los hace parte de la construcción de su autoimagen.
Existe una memoria afectiva que habita en cada persona, y que actúa de manera selectiva, grabando a fuego ciertos episodios de la vida de las personas. En el caso de los niños(as), registrará cada uno de los acontecimientos que provoquen un impacto emocional en él/ella. Y dependiendo de la valencia que tenga en ellos/as, favorecerá el desarrollo personal o dejará una huella negativa[2]. Es decir, aquellos dichos, palabras, comentarios o experiencias cargadas de significación positiva, cada vez que vuelvan como recuerdo a la vida del niño(a) se convertirán en un estímulo favorable, en una experiencia grata de recordar. Por el contrario, todo aquel comentario descalificador, toda palabra humillante, y toda situación dolorosa, quedarán en el niño(a) asociados a un mal recuerdo y una experiencia negativa.
Al respecto, estamos llenos de ejemplos, ya sea en la literatura o en una gran cantidad de películas autobiográficas. ¿Cuántas veces la trama de estas historias no gira en torno a un mal recuerdo que al venir a la memoria desata un sinfín de situaciones no asumidas, negadas, o definitivamente traumáticas? Y si proliferan películas y relatos de esa índole, quiere decir que la vida diaria –común y corriente- está repleta de estas situaciones, que al parecer se dan con más frecuencia de la que imaginamos. Y en ese sentido, los padres y profesores somos responsables de una buena parte de los recuerdos que quedan en la memoria de los niños(as), especialmente en edad escolar.
La experiencia me ha demostrado, por ejemplo, que aquellos niños(as) que tuvieron un padre o madre muy cercana, con presencia efectiva al interior del hogar y con espacios para la comunicación y la vida en familia, guardan un lugar central para ellos en sus recuerdos. Al contrario de lo que sucede con aquellos niños(as) que en la infancia tuvieron padres que privilegiaban el trabajo por sobre la vida familiar, y que los pocos espacios de convivencia que quedaban tampoco eran bien aprovechados; ellos, tristemente, no guardan el mejor recuerdo de sus progenitores.
Por otra parte, es importante que, tanto padres como profesores, refuercen los logros alcanzados por sus hijos(as) y alumnos(as), que verbalicen esos sentimientos de orgullo y satisfacción por el trabajo realizado o por los logros alcanzados. Increíblemente hay niños(as) que muy pocas veces reciben muestras de afecto y palabras de refuerzo, por lo que se sienten frustrados en lo que hacen y muchas veces comienzan a construir un historial de fracasos que constituye un claro obstáculo para su autoestima y el desarrollo armónico de sus vidas.
Es bueno entonces que, los adultos significativos, nos preguntemos de vez en cuando ¿Qué recuerdos irá a tener nuestro hijo(a) de nosotros? ¿Cómo me recordará este alumno(a) cuando ya no sea mi estudiante? Tal vez eso nos permitiría crear un mejor clima afectivo al interior de casas y aulas, nos ayudaría a evitar la descalificación, la humillación, la indiferencia y un montón de otras situaciones –pequeñas y grandes- que van quedando grabadas dolorosamente en la memoria de los niños(as). “Una madre o un padre que crea espacios gratos y mágicos para compartir con sus hijos(as), y que está ahí para acompañarlos en los momentos críticos, sin duda tendrá un lugar central en sus recuerdos”[3].
El afecto de los adultos significativos, especialmente de los padres, debe ser un amor incondicional que no depende de los logros o las metas alcanzadas por el hijo(a). Él/ella debe sentir que el afecto de sus padres está ahí a pesar de sus fracasos, defectos y limitaciones. Dependiendo de cuán querido(a) -y por lo tanto protegido(a)- se haya sentido el niño(a), es como se situará frente a los otros actores de su contexto social, llámese compañeros y amigos. La experiencia afectiva del niño(a) le permitirá o no sentirse estable, confiar en los otros y resistir las críticas y el rechazo. La falta de afecto hará que el niño(a) dude de sus propias capacidades y sienta temor de enfrentar a sus pares.
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