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Celos infantiles


Enviado por   •  13 de Noviembre de 2017  •  Resumen  •  3.262 Palabras (14 Páginas)  •  212 Visitas

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Celos infantiles

Los celos se dan dado a que aquel niño que en un momento dado de su vida fue el centro de atención de sus padres deja de serlo repentinamente. La llegada de un nuevo hermano resulta estresante para el niño, que vive este episodio con ansiedad, desánimo e incluso sensación de abandono. Los estudios realizados por las psicólogas Judy  Dum y Carol Kendrik demuestran cómo ante el nacimiento de un hermano el 93% de los niños estudiados se volvieron más demandantes y traviesos; más del 50% tuvieron conductas regresivas y un 25% sufrieron alteraciones del sueño.

No se conoce bien si existe relación entre los celos de la infancia y los celos de adulto. Los celos emergen como consecuencia de la falta de atención a las múltiples necesidades internas del niño. Éste sufre cuando comprueba que sus necesidades emocionales no se satisfacen como antes y que ha perdido la exclusividad. Para que los celos aparezcan, previamente debe establecerse el apego hacia la figura materna, es decir, se debe poseer el cuidado, atención, protección y cariño de la madre. Este tipo de relación es el vínculo afectivo que se establece entre ambos durante el primer año de vida. Un niño que siente la amenaza de perder el afecto y amor de la madre reaccionará con rechazo y odio hacia el nuevo hermano, que es visto como un competidor. La llegada de este intruso suele coincidir con la aparición de exigencias y normas imprevistas de las que estaba exento hasta el momento. Esta etapa suele ocurrir principalmente entre los dos y los cuatro años de edad, cuando el niño entra en un conflicto de alejamiento y acercamiento hacia los padres.

Todo esto hace que el niño viva una especie de duelo, con tres períodos bien diferenciados: un período de protesta, otro de desesperación y finalmente otro de resignación en que acepta la nueva situación. Los celos se basan en dos pilares fundamentales: destronamiento y culpabilidad. Cuando aparecen, afectan negativamente a la autoestima del niño ya que se echa la culpa a sí mismo de que los padres no le presten tanta atención y no le quieran igual. Pero los celos son una más de las tantas conductas evolutivas normales que presenta el niño y que le sirven para adaptarse a una nueva situación producida por el nacimiento de un hermano.

Factores que favorecen la aparición de los celos

En este apartado vamos a encontrar 3 tipos de factores que influyen en los celos y estos va a ser: los predisponentes, los desencadenantes y los de mantenimiento y estos básicamente se refieren al desarrollo de los celos por asi decirlo ya que estos son los factores observados desde el pasado, el presente y finalmente los celos a futuro.

Factores predisponentes: Los celos tienen su mayor incidencia entre los 2 y los 4 años. Esto se da ya que a esta edad el niño aún depende en gran medida de su madre y el vínculo se altera con mayor intensidad. Cuando los hermanos se llevan más de 3 años entre sí es más difícil que aparezcan los celos ya que el mayor ha alcanzado cierta independencia y no considera al pequeño como un rival directo aunque en estas etapas se desarrollan más otros sentimientos tomando como un ejemplo la envidia. En las nuevas estructuras familiares de padres separados o madres solteras la preferencia del hijo por el padre/madre ausente o la preferencia de éste por uno de los hermanos puede acentuar los celos. En cuanto a los hermanos, el hijo primogénito es el que recibe con mayor impacto un nuevo nacimiento. Hasta ese momento acaparaba todo el cariño y atención y ahora tiene que compartirlos.

Los niños dependientes, sumisos, emotivos, malhumorados, con un yo débil o carácter histriónico manifiestan celos con mayor facilidad. Si el niño está acostumbrado a recibir con prontitud la atención de los padres, tolerará de mala gana las inevitables demoras que se producen al tener que atender al bebé. En este momento se desarrolla una baja tolerancia a la frustración, pues reclamará mediante rabietas u otras manifestaciones la atención inmediata. Si además en la relación madre-hijo previa al nacimiento existe enfrentamiento mediante habituales prohibiciones y limitaciones, es más probable que la relación entre hermanos sea conflictiva. Lógicamente una madre triste, irritable, cansada o deprimida durante el postparto no podrá dedicar una correcta atención a la crianza.

Factores desencadenantes: El principal y podría decirse que único es el nacimiento del hermano, que repercute en el niño con cambios en el estilo de interacción y comunicación con los padres, desapego madre-hijo y, en algunos casos, transformaciones en el ambiente familiar.

Factores de mantenimiento: 1.-Comparación innecesaria entre hermanos: en la comparación siempre sale perdiendo alguien y el niño celoso se siente continuamente despreciado respecto a su hermano, que, además de ser más pequeño, pareciera que todo lo hace mejor.

2.-Incremento de órdenes y exigencias: resulta chocante para el niño que de pronto se le exija que haga cosas que antes no eran de su competencia.

3.-Excesiva atención dispensada al hermano menor por padres y familiares.

4.-Ser hermanos del mismo sexo.

5.-Excesiva intervención de los padres en la resolución de los conflictos.

Cómo se manifiestan los celos en los niños

Desobedeciendo el niño responde a la doble finalidad de fastidiar a los padres y obtener su atención aunque sea a través del regaño. Algunos niños se vuelven más introvertidos tras el nacimiento del hermano, esta reacción se relaciona con un descenso de la autoestima al sentirse apartados; El niño parece desinteresado por todo lo que le rodea, se muestra apático, despistado y aburrido, como si estuviera muy adentrado en su propio mundo. Es común que el niño celoso interrumpa constantemente a los padres, se muestre muy alborotado o trate de molestar cuando se está atendiendo al hermano pequeño. Las conductas suelen ser más llamativas cuanto más las ignoran los padres. Ante la falta de respuesta, el niño necesitará incrementar la frecuencia e intensidad de su comportamiento. El incremento del llanto y de los berrinches es una de las estrategias más eficaces pues es fácil que los padres pierdan los nervios. El llanto no debe convertirse en la vía de interacción entre padres e hijos. Los adultos deben procurar ignorar el llanto como forma de contacto y potenciar los momentos en los que el niño solicita las cosas correctamente.

El niño puede irritar deliberadamente al bebé despertándole de su sueño, quitándole el chupón o abrumándole con una excesiva atención física. La aparición de pesadillas, insomnio, terrores nocturnos e inapetencia es característica como señal del malestar y, en cierto modo, muestra de un estado depresivo en el niño. Existe una importante relación entre el incremento de prohibiciones y el aumento de problemas de sueño. La agresividad aparece cuando hay baja tolerancia a la frustración, falta de autocontrol e ineficacia en la expresión y solución del conflicto emocional. Se manifiesta en forma de irritabilidad, insultos, golpes e incluso agresión física hacia sí mismo o a personas u objetos relacionados con la persona hacia la que se proyectan los celos. A veces para reconquistar el afecto y la atención perdidos los niños vuelven a un habla infantil, a usar chupón, desean dormir en la cuna o muestran mayor apego. Merece mención especial, por el estrés que genera, la pérdida de control de esfínteres. Estos comportamientos responden a la imitación que el mayor hace del pequeño como una interpretación errónea por parte del niño de que así logrará la atención y el cariño de los padres.

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