Derechos Humanos; ¿ficción o realidad?
Enviado por andreaverg • 20 de Febrero de 2020 • Trabajo • 2.511 Palabras (11 Páginas) • 143 Visitas
Derechos Humanos; ¿ficción o realidad?
El 10 de Diciembre de 1948, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó y proclamó la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Como respuesta a las atrocidades cometidas durante la Segunda Guerra Mundial, esta proclamación pretendía aspirar a un mundo donde primara la libertad y se respetara la dignidad de todas las personas, sin excepción. Sesenta y cinco años después, en plena era de la tecnología y la globalización mundial, el ser humano aún se encuentra, en mi opinión, a años luz de esa sociedad de la que nos podamos sentir orgullosos, como dice Hessel. Quizás resulte atrevido por mi parte, una simple estudiante de grado de apenas 20 años, restarle importancia a esa fecha histórica; incluso puede sonar hasta hipócrita, cuando me he considerado una fiel defensora de los Derechos Humanos desde que tengo uso de razón. No obstante, con mi corta experiencia y muy a mi pesar, no me ha quedado más remedio que cuestionar seriamente el sentido y utilidad de los Derechos Fundamentales.
Miles de personas mueren de hambre en el mundo cada día, mientras cientos de mujeres son violadas y agredidas físicamente por sus maridos cada semana. Las guerras, la contaminación ambiental, los niños soldados y las torturas siguen siendo uno de los platos fuertes de la Tierra, aunque no sean nuestro pan de cada día. Las organizaciones no gubernamentales como UNICEF y Médicos Sin Fronteras, son solamente una de las numerosas evidencias de que, si por algo se caracteriza el planeta, es por desigualdad y subordinación de unos sobre otros. Y no hay más que encender la televisión cualquier día a las 8:00 para dar con alguna noticia donde el respeto a la dignidad de las personas brilla por su ausencia. El otro día, me propuse contar las veces en que Pedro Piqueras pronunciaba palabras incompatibles con el cumplimiento de los Derechos Humanos durante una única retransmisión de las noticias, y si cabe, mi percepción fue incluso más negativa de lo que ya era. Después del recuento final, me planteé seriamente la idea de comprar los derechos de autor de las palabras “asesinato”, “atentado” y “violación”; y puedo asegurar, con certeza absoluta, que tan solo con un 50% de los beneficios obtenidos por la comisión, hubiera tenido como poco, para salvar a unas cuantas familias de la crisis.
A menudo, nos consideramos miembros de un país desarrollado, moderno, con unos valores y principios éticos asentados. A pesar de que la crisis económica mundial se ha llevado por delante la vida de un número bastante preocupante de ciudadanos y no se ha llevado a cabo todavía reforma alguna en el sistema; seguimos alardeando de ser el ejemplo. Nos contentamos porque aquí no hay guerras de esas que salen en la televisión y acaban con cientos de miles de víctimas a diario. Afirmamos rotundamente que la pobreza y las desigualdades son ajenas a nosotros, remarcamos que los sucesos como los asesinatos o los abusos son hechos esporádicos, las excepciones que confirman la regla. Somos miembros de la ONU y también parte de la Unión Europea desde 1986; y con eso da la sensación de que somos más fuertes y mejores que antes. Por la mente de la mayoría de la gente ronda un pensamiento que paraleliza país desarrollado y moderno con país justo y bueno; parece que la llegada del euro y la posibilidad de afiliaciones con países tan poderosos como Alemania, Francia o Gran Bretaña, nos hace ser mejor país y superor, de la noche a la mañana. Como si con eso ya bastara.
Me pregunto el porqué de esta creencia tan absurda; supongo que como bien dijo el filósofo Leibniz, sobre las cosas que no se conocen, siempre se tiene mejor opinión. Porque si de algo no dudo, es que uno de los aspectos más sobrenaturales que destaca en nuestra sociedad, es la ignorancia. Pero qué le vamos a hacer. Entiendo que es totalmente lógico que cada vez estemos menos informados y menos documentados. Por norma general, hoy en día conocer implica decepcionarse, y a nadie le resulta agradable esa sensación. Tenemos los medios para indagar, tenemos la forma; pero no queremos. Sencillo es, la verdad; tan fácil como hacer “clic” en la barra de búsqueda de Google, para descubrir algunas de las tremendas sombras que hay detrás de toda esa fachada de solidaridad que nos rodea, detrás de todos esos discursos de gente poderosa acerca de la igualdad, detrás de todos y cada una de esas firmas al final de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Conozcamos algunas.
Sin ir muy lejos, dentro de nuestra moderna y maravillosa Unión Europea, dos de cada 3 homosexuales temen dar la mano en público a sus parejas por miedo a intimidaciones y represalias; y eso, cuando su miedo no es pagar una multa por conducta pro-homosexual. Sorprendente sí; pero en nuestro moderno continente, dónde sino todos, la mayoría de los países son miembros de la ONU, hay leyes en vigor que prohíben a los homosexuales muestras de cariño en público. Cito textualmente, Artículo 2 de la Declaración; “Toda persona tiene los derechos y libertades proclamados en esta declaración, sin distinción de sexo, color, raza, idioma, religión, opinión política o cualquier otra índole, origen social o nacional, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición”. Como poco, resulta desconcertante; ¿no es así?
Sin embargo, esto no es todo; porque desgraciadamente, lo injusto llega incluso a traspasar el límite de lo absurdo para convertirse en patético, también dentro de la nuestra querida Europa. Existe actualmente en Tropea, una ciudad costera de Italia, una ley en vigor que prohíbe a las mujeres “feas y gordas” mostrarse desnudas en la playa. Cuando descubrí la existencia de esta ley no supe si echarme a reír o a llorar; supongo no hace falta recalcar en qué lugar queda en esta ocasión la igualdad, desde luego. A cualquiera en su sano juicio, la simple propuesta de una ley de ese estilo le debería parecer surrealista. Y ya no solamente por la vulneración directa de los artículos 1, 2 4, 6 y 7, entre otros; sino porque no hay precisamente nada más relativo y menos objetivo en el mundo que la belleza.
Y aún así; tampoco hace falta ir tan lejos. No debemos mirar ni siquiera hacia fuera para ver este tipo de ataque directo a la dignidad de las personas. Incluso aquí, en España, el 38% de los homosexuales dice sentirse discriminado por su condición sexual; y el 67% de los manifestantes afirma haber sufrido cargas policiales y abuso de autoridad. Sin embargo, como país proclamador y defensor de los mismos, seguimos teniendo nuestra firma al final de la declaración Universal de los Derechos Humanos.
¿Cuántos políticos han utilizado en sus discursos palabras como igualdad, respeto y libertad, sin siquiera dar oportunidad
...