FREUD: EL INCONSCIENTE

Una idea fundamental en el psicoanálisis freudiana es la represión, que viene representada por aquella idea que no ha llegado a ser consciente, lo cual da lugar a hablar acerca de lo inconsciente, a pesar de que lo inconsciente no está formado sólo por la represión, simplemente es una parte del inconsciente. La única forma de conocer lo inconsciente es a partir de lo consciente, lo cual necesita la eliminación de diferentes barreras. Esto da lugar a un problema debido a que los datos aportados por la conciencia no son suficientes.

Se señala que la conciencia nos presenta una ínfima parte de lo que se halla en el interior de cada hombre, pues todo lo demás se halla en un estado de latencia en nuestra parte inconsciencia, lo cual hace ver que formar una relación de igualdad entre lo consciente y lo psíquico es absolutamente absurdo y carente de sentido, así como equivocado, a partir de lo anteriormente expresado. El problema posterior a este es que la conciencia no da al individuo más que el conocimiento de sus propios estados anímicos, que se entienden como análogos en el resto de los individuos que le rodean.

La parte inconsciente del sujeto está compuesta por actos latentes y temporalmente inconscientes y procesos tales como los reprimidos. Aquí tenemos que distinguir la conciencia de la preconciencia de lo inconsciente. Un acto psíquico en primer lugar llega a nuestro inconsciente y puede ser rechazado al intentar alcanzar a la conciencia, y, por tanto, se le define como reprimido, o frente a ello, puede salir triunfante hacia la conciencia, donde explicaremos que es capaz de conciencia, es aquí donde aparece la preconciencia, la cual comparte sus cualidades con la conciencia. La censura trabaja partiendo de lo inconsciente hacia lo preconsciente. Esta teoría tiene sentido en tanto hasta el momento todos los intentos para fijar una localización de los procesos anímicos han fracasado.

Se puede decir que el proceso para conseguir sacar una idea de lo inconsciente buscando eliminar la represión no se basa en explicar al sujeto tal idea. Con esto conseguimos entender que la idea ha existido en su parte consciente, pues entró a través de sus oídos en el momento de comunicarla y sabemos que también vive esta idea en su parte inconsciente como un recuerdo primitivo. El levantamiento de la represión no tiene efecto hasta que la idea consciente entre en contacto con la huella mnémica inconsciente después de haber vencido las resistencias. Solo el acceso a la conciencia de dicha huella mnémica inconsciente puede acabar con la represión.

La antítesis de lo consciente y lo inconsciente carece de aplicación para el instinto. Si el instinto no se aunara a una idea no podríamos saber nada de ello. Ante una expresión carente de exactitud hablamos de impulsos instintivos, inconscientes o reprimidos. Los sentimientos, emociones y afectos carecerían de cualquier posibilidad de inconsciencia. Puede suceder que un impulso afectivo sea percibido, pero que sea interpretado mal. El empleo de expresiones tales como efecto o emoción inconscientes se refiere en general al instinto. Sabemos que tales destinos son en número tres: el afecto puede perdurar total o fragmentariamente como tal; lo cual puede experimentar una transformación en otro montante de afecto, cualitativamente diferente, ante todo en angustia; o puede ser rechazado, es decir, coartado en su desarrollo. La coerción del desarrollo de afecto es el auténtico fin de la represión y que su labor queda incompleta cuando dicho fin no es alcanzado.

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