Informática, Educación y Sociedad
Enviado por Fede Marchiano • 11 de Mayo de 2017 • Monografía • 4.022 Palabras (17 Páginas) • 240 Visitas
Instagram: #ElReflejoDeLaModernidad
Facultad de Psicología - Universidad de Buenos Aires
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“Informática, Educación y Sociedad”
Titular de Cátedra: Lic. Fernandez Zalazar, Diana Conce
Comisión Nº: 3
Profesores Trabajos Prácticos: Meinardo, Florencia
Alumno: Marchiano, Federico LU: 368072410
Cuatrimestre: Segundo
Fecha de entrega: 13/10/2016
Resumen
En el presente trabajo se intenta brindar un acercamiento a la sociedad occidental de hoy en día a través de los conceptos de Modernidad Liquida y Sociedad de Mercado trabajados por Zygmunt Bauman y Narciso Benbenaste respectivamente. Para ello se realiza un abordaje de distintos modos de vivir y actuar que configuran la manera en la que hoy en día se transita el mundo tomando como ejemplo la red social Instagram, la cual parece reflejar un gran número de características propias de la sociedad actual.
Palabras clave: Modernidad Líquida-Mercado-Capitalismo-Imagen-Consumo-Instagram
Abstract
In the present paper attempts to provide an approach to western society today through the concepts of liquid modernity and market society worked by Zygmunt Bauman and Narciso Benbenaste respectively. This requires a different approach ways of living and acting that shape the way in which today travels the world taking as an example the social network Instagram, which seems to reflect a large number of characteristics of society today is done.
Key Words: Liquid Modernity-Market-Capitalism-Image-Consume-Instagram
INTRODUCCION
En un mundo caracterizado por lo acelerado de la vida, donde parece no haber tiempo para nada y cada segundo hay que exprimirlo al máximo el surgimiento y expansión de las conocidas “redes sociales” parece ajustarse perfecto.
Teniendo un dispositivo móvil uno puede estar en contacto permanente con gente, conocida o no, poner opiniones, subir fotos o videos en cualquier momento.
La vida queda configurada a través de estas redes sociales, queda plasmada en la pantalla de un celular, nuevos modos de vivir se introducen en los sujetos, nuevas formas de pensar y actuar. La inmediatez característica de este tipo de “apps” móviles es propia de una sociedad que busca permanentemente lo concreto en el aquí y ahora, una satisfacción instantánea que intenta llenar con distintas acciones o consumiendo distintos productos. Ya no se vive para uno, sino para el sistema, la satisfacción inmediata vista como individual no es otra cosa que la satisfacción misma del sistema en el cual nos encontramos, que nos incita a consumir y a responder a ciertos estereotipos, modos de ser y vivir.
Vivimos en una época caracterizada como “Modernidad Líquida” por Zygmunt Bauman, quien refiere que hoy en día lo perdurable no tiene incidencia, se busca el corto plazo, el hoy sin pensar en un después o mañana. Esto que describe el sociólogo polaco es propio de una sociedad capitalista dominada por una lógica de mercado que impera en todo ámbito de nuestra vida; y como tal opera de distintas maneras y en distintos lugares.
En el presente trabajo se buscará propiciar un acercamiento al funcionamiento del tipo de sociedad en la que vivimos hoy en día; “líquida y mercantil” y su incidencia directa en el surgimiento y popularidad de la red social “Instagram” la cual a priori puede considerarse un producto ideal y propio de esta modernidad que transitamos.
BREVE RESEÑA A INSTAGRAM
Instagram es una red social y aplicación para subir fotos y videos. Sus usuarios también pueden aplicar efectos fotográficos como filtros, marcos, similitudes térmicas, áreas subyacentes en las bases cóncavas, colores retro y vintage (antiguo), y posteriormente compartir las fotografías en la misma red social o en otras como Facebook, Tumblr, Flickr y Twitter. Una característica distintiva de la aplicación es que da una forma cuadrada a las fotografías en honor a la Kodak Instamatic y las cámaras Polaroid, contrastando con la relación de aspecto 16:9 y 4:3 que actualmente usan la mayoría de las cámaras de teléfonos móviles. Hoy en día, las fotos pueden estar en horizontal y en vertical sin el uso de bordes blancos, aunque estas son recortadas parcialmente.[1]
Comprada por Facebook en abril de 2012, en una cifra descomunal de dinero, y con millones de usuarios, Instagram se consolidó como el fenómeno de las redes sociales de la actualidad. Esta aplicación móvil creada hace unos seis años ya ha superado en cantidad de usuarios incluso a Twitter, red social que en su momento causó un gran revuelo pero que parece estar actualmente en su ocaso.
INSTAGRAM, SINÓNIMO DE MODERNIDAD LÍQUIDA
Siguiendo postulados de Bauman en su libro “Modernidad Líquida”, la modernidad tiene diferentes significados, para algunos es el advenimiento de los avances tecnológicos con su correspondientes implicaciones, es la evolución de la sociedad moderada y conservadora a la de sociedad liberal y sin control, para otros es la separación del tiempo y del espacio en el contexto vital del ser humano.
No han sido pocos los años donde las estructuras sociales se mantenían sin variaciones; los valores, modos de vivir y pensar eran incuestionables y eran mantenidos e incluso reproducidos por la misma sociedad que sólo se encargaba de replicarlos incluso inconscientemente, por tenerlos tan interiorizados y sin margen para someterlos a algún tipo de cuestionamiento.
Bauman confiere a aquella época, el mote de “modernidad sólida”. Aquella época donde la sociedad estaba compuesta por un cúmulo de instituciones “rígidas” o “sólidas” (en el lenguaje de Bauman) donde se le otorgaba valor a lo perdurable en el tiempo, las tradiciones, lo duradero y el largo plazo era visto como la única opción en distintos ámbitos de la vida, siendo ejemplo de ello cuestiones como la familia y el matrimonio.
Hoy en día dichas características “sólidas” de la modernidad han virado drásticamente, según el decir de Bauman, ya que en nuestro tiempo; lo efímero, el corto plazo, el aquí y ahora parecen haberse impuesto como lo natural de una modernidad a la que el autor denomina “liquida”.
Una sociedad donde pareciera no haber ningún tipo de limitación para hacer y deshacer, ninguna guía a priori que nos indica por donde transitar y donde todo fluye libremente, al igual que los líquidos. Una sociedad donde prima lo inmediato y no lo perdurable, donde todo adquiere formas inestables y cortoplacistas. En estos tiempos pareciera que la vida no tiene un rumbo,”…las pautas y configuraciones ya no están determinadas y no resultan autoevidentes de ningún modo, hay demasiadas...”[2], pues debido a la liquidez que caracteriza esta época y por consiguiente a la vida en ella, no es probable que esta pueda mantener un mismo camino por mucho tiempo.
De esta manera, al dejar de lado un planeamiento a largo plazo y no establecer una construcción de un objetivo futuro al cual aferrarse, hoy en día la principal preocupación pasa por no quedar fuera del ciclo de actualizaciones constantes que se producen en todo lo que nos rodea y los lugares donde nos desenvolvemos. El principal objetivo de la sociedad actual pasa por estar en permanente amoldamiento a cambios y actualizaciones que se dan a diario y ser parte de ellos, es decir no quedar marginados de esa volatilidad que configura los nuevos modos de ser y vivir en la modernidad líquida. Esto puede verse claro en el pensamiento de Bauman quien habla de esta modernidad líquida como “la sociedad donde las condiciones de actuación de sus miembros cambian antes de que las formas puedan consolidarse en unos hábitos y en una rutina determinada”[3]. A lo que me permito agregar que nos encontramos dentro de una lógica que no comprende de estabilidades, lo que hoy sirve o resulta actual, dentro de un día pasa a la historia y hay que volver a actualizarse, ya pasó, ya ha quedado arcaico. Estamos en continuo movimiento tratando de llenar un vacío que la misma sociedad provoca en nosotros, pero que no se llena nunca, o sí; pero sólo durante un momento o unos minutos, luego hay que reactualizarse para no quedarse anclado en un pasado que a la lógica de estos tiempos nos parece lejano y obsoleto.
Dentro de esta sociedad líquida quienes son ponderados son aquellos que pueden introducirse de lleno en esa lógica de constante movimiento, quienes pueden mostrarse en el aquí y ahora como actualizados y novedosos, que siempre pueden mostrarse llenando ese vacío del que antes hice mención.
Esta característica de liquidez propia de la sociedad actual, al decir de Bauman puede encontrarse a diario en un ámbito sumamente instalado en el mundo de hoy y entre personas de todas las edades, me refiero a las redes sociales las cuales han llegado hace unos años y parecería que han llegado para quedarse. La liquidez dentro de las mencionadas redes sociales puede observarse en muchos aspectos, el tipo de relación que crean, el concepto de “amigos” o “seguidores” que introducen, el tratamiento que le dan a la imagen; son señales que dan cuenta del estilo de vida de la sociedad actual.
Habiendo hecho mención a las redes sociales, y tal como hace alusión la introducción del presente trabajo, me permito tomar como ejemplo de la modernidad líquida a una de ellas; Instagram.
A diferencia de otras redes sociales tales como Facebook o Twitter, Instagram posee un diseño e interface más sencillo y simple. La lógica de la aplicación supone lograr acumular “likes” y “seguidores” en las fotos y videos que los usuarios suben normalmente acompañados de una breve descripción mediante palabras a las cuales se les agrega el símbolo #, configurando los llamados “hashtags” (al margen que puedan enviarse mensajes directos o comentar las fotos estas funciones están en segundo plano y no son tan propias de esta red social como si pueden serlo en Facebook). Instagram es sencillamente ello funciona como un álbum fotográfico, el cual confecciona el propio usuario a través de lo que capta con su celular, dato no menor ya que el uso de Instagram requiere ser poseedor de un celular o tablet siendo que a diferencia de otras redes no apunta a ser usado desde una computadora “hogareña”, por más que si es posible conlleva varias desventajas.
El subir una foto o un video tras otro y esperar el “me gusta” o “like” de otras personas. Se sube contenido y se espera la aprobación del Otro, sea conocido o no, ya que si uno no tiene su cuenta “protegida” cualquier usuario (sea o no seguidor) puede ver las fotos y videos de uno y otorgarle el tan ansiado “like”.
La característica propia de esta aplicación comprende la posibilidad de edición de la fotografía antes de ser subida. El usuario puede aplicarle filtros a la foto para hacerla aún más relumbrante o darle un aspecto profesional que hace que la fotografía quede mejor y sea susceptible de acumular más “likes”.
Instagram es sinónimo de rapidez, puede descargarse prácticamente en cualquier teléfono celular de los que circulan en el mercado, es fácil de usar, su diseño es simple y su función también lo es. Por ello no causa asombro el nivel de popularidad que ha cobrado. A mi criterio son todas características propias de la modernidad líquida descripta por Bauman a las cuales puedo sumar el tipo de relación que genera entre los usuarios esta red social, el tratamiento de la imagen y la lógica de acumulación de fotos, seguidores, y “likes”. Naturalmente Instagram es una traducción perfecta de la manera liquida con la que se vive actualmente.
No parece importar el tipo de vínculo que se tenga con la persona que nos sigue por las fotos que subimos (ya sea por nuestra propia imagen como por el contenido extra que pueden poseer) tampoco parece importar el lugar de donde provenga, sólo importa la aprobación de ese o esos otros que miran nuestras fotos y nos siguen por ello. Brinda la satisfacción inmediata de esta sociedad, una aprobación rápida a una imagen propia (acción que puede aumentar el ego o autoestima, como también el efecto contrario si no se obtienen los tan asiados “likes”), pero una vez conseguido aquello, esa satisfacción se esfuma y se debe subir otra foto o video para tratar de acumular más likes que la anterior y seguir aumentando el número de seguidores sin siquiera tener interacción real con ellos/as más allá del “me gusta” que le ha otorgado a la imagen subida.
En esta línea puedo hacer alusión a Bauman cuando plantea que el tipo de relaciones forjadas en la actualidad (familia, amistades, parejas como las más relevantes) se caracterizan por su fragilidad, por no durar en el tiempo. Esos lazos que nos unen a los otros cada vez tienen la propiedad de ser efímeros (en el caso de Instagram con un “like” basta), de ser sólo momentos “líquidos” que más temprano que tarde fluirán hacia otro lado y dando lugar a nuevos lazos con las mismas características. Ese componente frágil de las relaciones de hoy en día parece tener su sustento en una inmediatez que gobierna todo aspecto de la vida en la sociedad “líquida”, esa inmediatez de satisfacer un deseo sin poder esperar, es aquí y ahora no contemplando posibilidad de mirar hacia adelante. Una vez que esta satisfacción se calma en lo inmediato, la sociedad ya nos impone desechar aquello no quedarse amarrado a lo que ya sucedió y nos invita a introducirnos nuevamente en esta rueda de satisfacción inmediata, en caso de Instagram sería el subir un nuevo contenido a la espera de la aprobación del otro.
La modernidad líquida moldea formas de actuar y subjetividades, exige la adaptación a un sociedad donde priman los cambios constantes a velocidades inimaginables, por lo que se debe de estar preparado para responder y no quedar fuera para ello el poseer una identidad susceptible de versatilidad y flexibilidad sería la clave para poder “sobrevivir” en la liquides donde estamos inmersos.
Lógicamente la tecnología no es un actor secundario en dicha sociedad y comienza a determinar las nuevas lógicas de relaciones, que lejos están de ser aquellas profundas relaciones propias de la “modernidad sólida” virando hacia relaciones mediadas por la cantidad de fotos que subimos, los “like” que acumulamos y la cantidad de seguidores que uno posee. El término “relación” parecería quedarle grande a este tipo de vínculo, los cuales parecerían ser más “conexiones” que otra cosa, de esta manera uno se puede conectarse con muchísima gente sin profundizar en nada la relación. Incluso esto puede verse claramente en las descripciones que acompañan a las fotos subidas, donde los usuarios no suelen escribir demasiado, ni frases con sentido, sino sólo palabras o “hashtags” a modo de descripción de la imagen, lo que configura otra muestra de fluidez de la sociedad actual, la cual parece ni poder detenerse un momento para poder ahondar en una descripción, sino que sólo basta con palabras “sueltas” dando paso a nuevas formas de comunicación con los otros. Ya que en Instagram la imagen es lo que vale, por lo que la comunicación parece no tener lugar, o si, pero adoptando nuevas formas: #Hashtags.
INSTAGRAM, UN PRODUCTO DE LA SOCIEDAD DE MERCADO
Una característica fundamental de la modernidad actual, “liquida” en términos de Bauman es la capacidad de transformar todo lo que nos rodea en objetos para ser consumidos, objetos que son pasibles de satisfacer necesidades en la inmediatez, que la misma sociedad y el sistema replica constantemente.
“La lógica inmanente de la dinámica del mercado es convertir a todos los aspectos de la vida social en mercancías”[4], afirma N.Benbenaste. Estamos inmersos en una sociedad capitalista donde la lógica de mercado está presente en todo ámbito en el que uno transita. Se convive con una necesidad impuesta y que simplemente no se cuestiona, sólo se replica consciente o inconscientemente, de que todo ha de tener un valor ya sea un objeto o una persona, ya sea ajeno o propio, lo que el sistema necesita ha de ser que todo sea medido por un valor cuantificable mayoritariamente traducido en dinero.
En esta sociedad, líquida y de mercado, el consumo es su sustento y a su vez la manera que encuentra este sistema para reproducirse constantemente. Se generan así sujetos que intentan canalizar sus deseos y necesidades (creadas por el sistema) a través del consumo. El cual parece nunca tener fin, ya que esta lógica de mercado renueva constantemente las necesidades de los sujetos creando nuevos productos y ofrecimientos que el individuo añorará comprar y tener acceso a ellos rápidamente. Tal como puede leerse en el texto de Benbenaste “…a más tensión, más inducción a los placeres inmediatistas…”[5]
En esta sociedad actual, la amplitud que poseen las pautas de ese consumo es tal que logra acaparar todos los aspectos y actividades del día a día. Dándose una introducción del mercado en áreas y aspectos de la vida que exceden en otras condiciones excederían al mercado pero ahora son reducidas a él. Tales son los casos de la salud, la educación y la cultura. Demostrando que el capitalismo y su lógica no entienden de ética y se imponen en todo lugar y ámbito, mercantilizando todo aspecto vital.
Incluso el ámbito de las relaciones humanas no escapa a esta mercantilización y lógica de costo/beneficio. Producto de estos modelos de vida actuales de la sociedad consumista, nuestras relaciones también caen en esta mercantilización y se mantienen siempre en pos de un beneficio que pueden traernos. Una vez que ese beneficio ya fue exprimido la sociedad nos invita a desechar aquello que ya se ha utilizado e ir en busca de otro objeto (en este caso una relación, la cual dentro de esta lógica es tratada como un objeto) que nos proporcione aquel beneficio pasible de medición que la sociedad impone.
El consumismo no comprende el sólo atesorar bienes, sino su utilización y posterior desecho para dar paso a lo nuevo. “La vida líquida es una vida devoradora, asigna al mundo, personas y todo lo demás el papel de objeto de consumo que pierde su utilidad en el transcurso mismo del acto de ser usados” [6]afirma Bauman exponiendo lo que él define como una mercantilización de la existencia misma.
En esta idea de sociedad, donde todo es visto como objeto susceptible de valor, nuestra imagen no escapa a ello y la red social Instagram lo pone en evidencia de sobremanera. Esta red social impone a sus usuarios una lógica de acumulación, típica de la sociedad capitalista y de mercado. El acumular seguidores y likes no es otra cosa que una lógica mercantil traducida en una red social. Lo peligroso de esto es que aquello que tiene valor cuantificable es nuestra propia imagen, nuestras fotos y videos, nuestros recuerdos o momentos, los cuales son publicados para que el “mercado” (en este caso quienes ven el contenido que subimos) les asigne un valor a través del like. Instagram fomenta la acumulación de likes en la imagen del usuario, de esta manera su ego sube generando una ilusión de “afecto” o “popularidad” sobre los otros. Instagram puede generar sentimientos de alegría en quien obtiene más seguidores (sin importar quienes sean, lo importante es que estén allí y la cantidad aumente) incluso comparándose con otros usuarios de la red. La imposición por acumular likes y seguidores queda expuesta totalmente en una de las curiosas funciones que posee esta red social, llamada “guste o no” en la cual el usuario simplemente va viendo imágenes aleatorias de distintos usuarios y puede o no darles “like” configurando otra muestra de liquidez propia de esta red social (el usuario simplemente va pasando las imágenes, sin detenerse a quien pertenece, y da su aprobación o no) y otorgando o no valor a una foto.
A su vez, esta situación generada a partir de la imagen puede tener un fin que hace a la construcción de una identidad de uno mismo como así también el reconocimiento (en forma de “likes”) que se espera obtener de un otro, configurado por la sociedad en general. Esta identidad que puede configurarse a través de Instagram en relación a la propia imagen no es algo aleatorio sino es una identidad que debe amoldarse a las representaciones sociales que subyugan en esta sociedad, las cuales como afirma Jodelet “…las representaciones también son consideradas la expresión de una sociedad determinada…”.[7] Como así también a los estereotipos vanagloriados, a las marcas bien ponderadas por ello no ha de asombrarnos la cantidad de ediciones y filtros que puede sufrir una fotografía antes de ser publicada, con el fin de hacerla más deseada tanto para uno como para el otro que va a configurar mi identidad a través de su aprobación mediante el like. En la lógica que motoriza Instagram el mercado también se hace presente condicionando las formas en que se presenta la imagen al público espectador que espera ver determinado tipo de imagen, con cierta calidad, ciertos modos de vestir y de cierta esencia ya prefijada; “…Entonces el valor mercantil implica que cada sujeto más que actuar según sus determinadas pautas arraigadas, tiene una actitud de comportarse en función de cómo el público lo valora, lo demanda…”[8] afirma Benbenaste.
A partir de ello puede entenderse a Instagram como otra de las herramientas propias del mercado que sostiene la lógica mercantil y de acumulación. Y que crea una necesidad constante de aprobación del otro que convierte a nuestra propia imagen como otro producto de la sociedad de consumo.
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