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LA NATURALEZA EN NUESTRAS MANOS


Enviado por   •  12 de Septiembre de 2017  •  Ensayo  •  1.052 Palabras (5 Páginas)  •  194 Visitas

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“AÑO DEL BUEN SERVICIO AL CIUDADANO[pic 1]

Universidad Nacional de Tumbes

        Facultad de Ciencias Sociales        

        

 

  • Escuela: Psicología

  • Materia: Filosofía

  • Nombre del Profesor: Marco Cabrera Atoche
  • Nombre del estudiante: Silvana Céspedes Lavalle
  • Tema del trabajo: Ensayo “La Naturaleza en nuestras Manos”

 

 

27 de julio, 2017

 

LA NATURALEZA EN NUESTRAS MANOS

En los primeros tiempos de su existencia, el hombre mantuvo una relación con la naturaleza que se distinguía por la apropiación de lo que ella generosamente le brindaba: frutas, hojas raíces, animales, etc.; a través de la recolección la caza y la pesca y para ello utilizaba muy pocos recursos: palos y piedras sobre todo, además el número poblacional y el espacio en que actuaban las primeras comunidades humanas era reducido, sus fuentes principales de alimentos provenían de ríos, lagos y mares, ricos en proteínas, de ello se deriva que la influencia del hombre sobre el medio natural fuera limitada. Además entre los hombres predominaban relaciones de cooperación basadas en la propiedad comunitaria lo que determinaba la distribución equitativa de los bienes entre todos.

La aparición de la agricultura y de la ganadería significó el paso de una economía netamente de apropiación a una productora, ahora el hombre con lo que le da la naturaleza crea, produce, y a su vez la va transformando y sometiendo a su beneficio, tala y quema bosques para dedicar las tierras al cultivo. La actividad de los hombres entonces,  ha sido un factor importante para el “estado” actual de la naturaleza. Estado que hoy en día se traduce en una crisis ambiental donde impera la codicia de los hombres por satisfacer sus propias necesidades.

Nos encontramos en el siglo XXI  y esta problemática en vez de reducirse, se incrementa es por ello que se necesita una tarea urgente de la filosofía  que consiste en disponer el terreno ideológico para el ejercicio de una verdadera convivencia humana; pero no basta con que la filosofía enfrente el problema de la convivencia humana. Hoy en día es necesario afrontar igualmente la consolidación de una sociedad en relación con una nueva convivencia con la naturaleza. Pero si hablamos de convivencia nos damos cuenta que esta se encuentra profundamente deteriorada como evidencia de una sociedad degradada; es por ello que mientras no se logre restablecer la comunicación entre los hombres, no hay camino posible para llegar a la naturaleza. En vano hablamos del medio ambiente en una sociedad establecida sobre la desigualdad o construida para el odio, la intolerancia y la guerra. Pues bien,  restablecer los caminos de la comunicación humana supone que debemos  superar el camino de la desigualdad.

Cabe la necesidad entonces,  de pensar en una sociedad nueva, donde se requiere de tener el conocimiento de que las responsabilidades ambientales de la especie humana sólo pueden comprenderse si se acepta que ella es parte de la evolución,  recalco así que el ser humano es una peligrosa maravilla que se encuentra en evolución y que por lo tanto tiene en sus manos en este momento el destino de la naturaleza, ¿Será que como nos dice F. Engels “El hombre (…) modifica la naturaleza y la obliga así a servirle..”?, yo me encuentro convencida de que es así, sin embargo, “no debemos dejarnos llevar por el entusiasmo ante nuestras victorias sobre la naturaleza porque después de cada una de estas victorias la naturaleza toma su venganza…” F Engels. Así como sucedió con “Los hombres que en Mesopotamia, Grecia, Asia Menor y otras regiones talaban los bosques para obtener tierra de labor, pero  ni siquiera podían imaginarse que, al eliminar con los bosques los centros de acumulación y reserva de humedad, estaban sentando las bases de la actual aridez de esas tierras” o como “Los italianos de los Alpes, que talaron en las laderas meridionales los bosques de pinos, conservados con tanto celo en las laderas septentrionales, pero que ni siquiera tenían  idea de que con ello destruían las raíces de la industria lechera en su región; y mucho menos podían prever que, al proceder así, dejaban la mayor parte del año sin agua sus fuentes de montaña, con lo que les permitían, al llegar el período de las lluvias, vomitar con tanta mayor furia sus torrentes sobre la planicie”. Como estos ejemplos existen muchos más, que nos evidencian la certeza en las palabras de Engels.

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