Psicosis en la niñes y pubertad
Enviado por Javier Gonzalo Roberth • 26 de Junio de 2016 • Ensayo • 6.980 Palabras (28 Páginas) • 252 Visitas
TEÓRICO DE PSICOPATOLOGÍA INFANTO JUVENIL
Tema: PSICOSIS EN LA NIÑEZ
Docente: Juan Carlos Fernández
Fecha: 12 de Septiembre de 2011
(Versión no corregida por el docente)
Hoy vamos a trabajar Psicosis en la Niñez y en la Pubertad, pero antes de iniciar quería saber si hay alguna pregunta hasta ahora de lo que hemos visto. En relación a la bibliografía tienen el programa, tienen además si ingresan a la página de la cátedra todos los trabajos que hay en bocetos, los cuales están ahí para que ustedes los puedan consultar y leer, no se indica tal artículo para tal tema. Queda en ustedes tomar allí lo que hay.
Vamos a pensar en relación a dos materiales clínicos. Uno es el de un niño que llega a la consulta cuando tiene 8 años aproximadamente, con una situación muy compleja. Se negaba a comer y había bajado en pocos meses una cantidad muy significativa de kilos, aproximadamente 8 o 10 kilos, lo cual lo ponía en riesgo al seguir en forma ambulatoria; descendía el peso, pero además no quería comer. Lo que voy a tomar es lo que cuenta la mamá, de los momentos ligados al embarazo, cuando cuenta que la pareja más o menos funcionaba bien hasta que quedó embarazada y a partir de ahí fue todo un problema. Problema no de no aceptar proseguir con el embarazo, pero sí de adjudicar que las peleas, los conflictos que empezaron a existir, todos eran producidos por el embarazo.
El padre le decía ya desde la panza a su hijo que estaba todo mal, que la culpa era de él. La madre cuenta que le compraba regalos, juguetes que eran los que él no había usado, o que él no había podido tener, por ejemplo una pista de autos a control remoto, barcos a pilas, etc. Pero no podía pensar en nada que tuviera que ver con un bebé. La madre ante esta situación no quiere ir a los controles, se niega. Va, pero en verdad no hay ninguna convocatoria a ver cómo está, a buscar si estaba todo bien, a pedir como es tan frecuente en esos momentos las ecografías. Cursa el embarazo pero sin anoticiarse demasiado de la existencia del embarazo.
En una oportunidad contrae este niño varicela, contagia a otro de los hermanos, a la mamá y al papá. Están todos en cuarentena. En ese tiempo el padre abiertamente lo maltrata, diciéndole que por culpa de él tenían que estar todos ahí encerrados, y que él tenía la culpa. Le pega y lo sigue degradando en cuanta situación puede.
Vamos a ver que el lugar en relación a los orígenes es un lugar muy particular para este niño. No aparece allí la dimensión de una representación que hable a través del placer de estos padres por desear a ese hijo.
El otro material que quiero introducir para llegar en forma conjunta a un punto es el de Roberto. La madre refiere que sentía que lo que estaba creciendo en su panza la devoraba. Porque era un “feto”, y no refiere a un bebé, sino a un feto de cabeza grande, y que seguramente el tamaño de la cabeza y muchos pelos que él tenía era lo que le producía mucho dolor, ardor en su estómago, y que realmente se empezaba a preocupar cómo iba a ser en momento del parto.
La referencia al tamaño de la cabeza no está dada por ningún estudio médico ni preocupación clínica. Es la madre la que imagina que es un interior que está agrediéndola.
Las grandes peleas son entre el papá y la mamá, una pareja en conflicto muy fuerte. Tanto que durante la internación, porque antes que le den el alta para que se vaya con su hijo, el padre estaba trabajando en otro lugar, llega a la clínica, y aparece una fuerte confrontación entre ambos. Una enfermera interviene y le dice que por favor deje de pelear con su esposa porque va a envenenar la leche que le estaba dando a su hijo. Va a producir un daño que ella lo cifra como envenenar.
La mamá produce una mutilación a los muy pocos días de haber nacido su hijo, porque cuando le estaba dando el pecho tiene lo que ella cuenta como una visión horrible, no ve a su bebé, sino que en lugar de su bebé ve la cara del padre. Esa situación le produce espanto, por lo cual lo retira del pecho y nunca más vuelve a darle el pecho. Es la cara del padre del niño, del esposo de ella.
No hay un destete. Destete sería la posibilidad de que el pecho pudiera caer en un momento en donde ese “entre” ya llegó a un punto donde se puede dejar caer. Es el tiempo de pensar que la boca ya no necesita de ese pecho, puede pasar al elemento de la mamadera, la papilla. Es el destete que se produce al igual que el objeto transicional, cae. No hay un tiempo, más allá de que en algunos manuales de pediatría pueda decir que a tales meses corresponde tal relación con tal objeto. En realidad lo que nosotros podemos pensar es que hay un tiempo para que esto caiga. La madre allí mutila, produce el retiro del pecho y cae allí una forma particular que estaba estableciendo el niño con ese darse de comer a sí mismo a través de ese pecho.
Decía que podemos encontrar que en esa escena de horror la madre no ve nada de ella en ese hijo. Pareciera que es un hijo solamente producido por el padre. No es el rostro del niño mismo, en donde habrá algunos representantes del rostro de la mamá, del papá, pero en su diferencia. Sino que es casi como un doble. En ese doble uno puede ligar allí un punto particular de cómo se conecta la mamá con el cuerpo de ese bebé. Acá la experiencia de placer va a estar seriamente perturbada. La madre ingresa al horror, al espanto, y arranca en forma de mutilación al niño de su pecho.
Entonces tenemos dos materiales en donde vemos que lo que se dice por ausencia o por una presencia intolerable, es inadmisible al yo. Cuando en el enunciado de los orígenes, aquello que cuenta una escena de dos dando lugar a un tercero a través del placer… Cuando en el enunciado de los orígenes hay una falta, o lo que se dice es intolerable, encontramos una seria perturbación para el yo. Al hablar de los orígenes estamos haciendo referencia a la escena donde la pareja se encuentran en el placer para dar origen a otro, que es un hijo. Ese origen ligado al placer es lo que habla del deseo de existencia y del placer de la existencia de esos que dieron origen al niño, al yo.
Vemos que en el caso primero es difícil encontrar, más allá del lugar de que todo es culpa, una representación. O en el caso de este feto que devora a la madre, resulta junto con las peleas, algo intolerable para el yo. Pensarse no como acunado a través del placer, sino a través del odio o de la pelea de la pareja. Entonces ante esta situación, que es cuando no existe un enunciado sobre los orígenes, o cuando el enunciado es intolerable, allí hay necesidad de producir un sentido que se torne tolerable y aceptable al yo, por más que ese sentido sea contradictorio a la lógica del resto.
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