Adictos
Enviado por 97martinashmed • 9 de Noviembre de 2014 • Informe • 2.113 Palabras (9 Páginas) • 228 Visitas
El vuelo no es la típica película de catástrofes aéreas. Habla más bien de cómo las sustancias adictivas pueden dirigir el comportamiento de las personas, en este caso del experimentado capitán Whitaker, interpretado por Denzel Washington. Intriga cómo un hombre incapaz de dominar su propia vida puede impedir una catástrofe aérea con una arriesgada maniobra haciendo gala de una gran sangre fría. Tal vez su percepción del peligro estaba alterada, porque el cerebro de las personas que habitualmente consumen drogas se modifica. Las drogas lo “piratean” y alteran la capacidad de planificar, evaluar consecuencias e inhibir comportamientos inadecuados. Los circuitos cerebrales se modifican para lograr un único objetivo: buscar la siguiente dosis.
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Quien espere ver una catástrofe aérea al uso en “El vuelo”, se sorprenderá al encontrarse en realidad con una catástrofe “humana”. Dirigida por Robert Zemeckis, y protagonizada por Denzel Washington, que interpreta al capitán Whip Whitaker, piloto comercial con una larga experiencia, la película narra la historia de un personaje capaz de salvar un vuelo mediante una arriesgada y poco habitual maniobra, pero incapaz de manejar su propia vida, marcada por las drogas. Como señala John Gatins, el guionista, que ha tardado doce años en ver su idea en la gran pantalla, la película “estudia la personalidad de un tipo que está lidiando con sus propios demonios“. Unos demonios que no son otros que la adicción a la cocaína, el alcohol y otras drogas.
Magistralmente interpretado por Washington, que sabe moverse cómodamente en casi cualquier personaje, el capitán Whitaker plantea al espectador una duda muy razonable: cómo un hombre incapaz de controlar su propia vida, puede pilotar un avión y reaccionar con tal frialdad en una situación trágica en la que el resto de los pasajeros y la tripulación están al borde perder el control. ¿Acaso no está percibiendo el riesgo de estrellarse contra el suelo que provoca el pánico en los demás?
Quizá la respuesta sea no. Su cerebro podría no estar en condiciones de apreciar el riesgo como los demás. La corteza prefrontal, la zona del cerebro encargada de planificar, valorar y tomar decisiones, se ve afectada por el uso continuado de drogas, y en concreto de cocaína, como demuestran diversos estudios. Esas alteraciones se traducen en una menor capacidad para inhibir las conductas inadecuadas y una mayor impulsividad. Tal vez por eso, el capitán Whitaker es capaz de acometer una maniobra que causa aún más pánico en los pasajeros del avión que la propia caída en picado. Cuando le preguntan, durante la investigación del accidente, por qué tomó esa decisión, aclara que fue más bien una intuición y que hubo poco razonamiento en ella. Afortunadamente para él, su intuición esta vez fue acertada.
“No cabe la menor duda de que cualquier persona que vea esta película no pueda evitar sorprenderse al principio de la película, cuando Whip comete todos los excesos posibles y después, al cruzar el umbral de la puerta, se vuelve un piloto de confianza,” comenta Steve Starkey, uno de los productores. “Es un shock. Es un giro que nadie espera, y resultó incluso mejor cuando lo rodó Bob, con un sentido del humor inesperado”.
Si sorprendente es la escena de aterrizaje del avión que tiene lugar al inicio de la película, inspirada en el contacto del guionista con experimentados pilotos navales cuando trabajó como consejero para el ejército estadounidense, no lo es menos la fidelidad con que plasma algunos detalles asociados al consumo de drogas, porque también están inspirado en su propia experiencia. Y es que los demonios de Whip Whitaker en la ficción no son más que la proyección de los que en la realidad persiguen a Gatins, como él mismo confiesa. “Parte de mi vida personal se hizo con un hueco en el guión. Para mí fue un ejercicio de análisis de mis propios problemas y demonios, que he tenido a lo largo de mi vida, y de cómo se relacionan con este personaje que se encuentra en medio de un acontecimiento extraordinario,” dice. De ahí que “El vuelo (Flight)”, acabara siendo mucho más que una simple película del género de catástrofes, cuando incluyó detalles de su propia experiencia.
Ese realismo lleva a Denzel Washington, concienzudo en su trabajo hasta el punto de recibir clases de adiestrados pilotos en un simulador de vuelo antes del rodaje, a interesarse también por la experiencia de Gantis: “Entiendo que has investigado sobre todos los aviones que se han estrellado y lo que podría ocurrirle al avión en nuestra película, pero lo que realmente quiero saber es tu historia personal, cómo llegaste a esto, y cuál es tu situación en lo que concierne a la adicción“, le dijo a Gatins. “Tuvimos una conversación muy abierta. Fue increíble en ese sentido”, destaca el guionista. Whasington bebió de la experiencia de Gatins dando gran realismo a sus escenas: “La película no intentaba hacer un crítica de las aerolíneas ni los pilotos. No trata tanto del vuelo como de la adicción, por lo menos en lo que se refiere a mi personaje. Podría trabajar en correos, pero pilotar un avión supone una situación dramática más intensa. La adicción y la negación son la misma cosa”, señala Whasington.
Cambios en el cerebro
Ya sabemos lo que pasa por la mente de Washington cuando interpreta a un piloto adicto a la cocaína, pero ¿qué pasa en el cerebro de un adicto más allá de la ficción cinematográfica? Para empezar, las drogas “pilotan” el cerebro. Se apoderan del sistema dopaminérgico de recompensa, que nos ayudan a sobrevivir y a disfrutar de los pequeños placeres de la vida, y lo vuelven incapaz de responder a casi nada que no sea la continua búsqueda de una nueva dosis de droga. Las sustancias adictivas utilizan los mismos mecanismos cerebrales que los llamados reforzadores naturales (como la comida, el agua o el contacto sexual), que nos ayudan a adaptarnos a nuestro entorno, y los pervierten.
Este pirateo del cerebro lo logran las sustancias adictivas manejando a su antojo el neurotransmisor dopamina principalmente en el estriado, una región del cerebro capaz de integrar la información procedente de otras regiones del cerebrales y del exterior. El estriado forma parte de los núcleos basales, que además de una función puramente motora, están implicados en la totalidad de los comportamientos dirigidos a objetivos, incluyendo las emociones, motivación y cognición. Podría decirse que son los que nos mueven en el sentido literal y figurado (motivación).
En condiciones normales, la cantidad de dopamina liberada en estas zonas del cerebro informa
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