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Adolescencia


Enviado por   •  20 de Abril de 2014  •  4.188 Palabras (17 Páginas)  •  267 Visitas

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ADOLESCENCIA

Patricia Weissmann

Universidad Nacional Mar del Plata, Argentina

1. INTRODUCCIÓN

Los adolescentes desafían las teorías con las que intentamos sistematizar sus particularidades para

comprenderlos. Cada adolescente, - como todo ser humano, por cierto -, es distinto, tiene su historia

particular. Sin embargo, la experiencia clínica y la labor docente permiten afirmar que hay ciertos procesos,

as como determinadas características y situaciones que suelen reiterarse una y otra vez, que a quien se

proponga trabajar con adolescentes conviene conocer. Desde una perspectiva sociológica, Marcelo Urresti

(1) concibe la adolescencia como un período en la vida de las personas que se define en relación al lugar

que uno ocupa en la serie de las generaciones: hay una cierta experiencia compartida por haber venido al

mundo en un momento histórico determinado y no en otro (es esta diferencia la que permite hablar de los

adolescentes de los sesenta, o de los noventa). Desde un punto de vista psicológico, la consideramos como

una etapa de la vida humana que comienza con la pubertad y se prolonga durante el tiempo que demanda a

cada joven la realización de ciertas tareas que le permiten alcanzar la autonomía y hacerse responsable de

su propia vida. La forma que adquiere la realización de estas tareas est supeditada a las características de

la poca en que al adolescente le toque vivir, amén de su particular situación familiar, de lugar, de género, de

clase social.

Las tareas en cuestión han sido definidas de diversos modos, pero todos los autores coinciden en

que es el momento en que se abandona la identidad infantil y se construye la de adulto, al mismo tiempo

que se elabora la separación de la familia de origen. Francoise Dolto (2), psicoanalista francesa, describe

este pasaje metafricamente como un segundo nacimiento (lo mismo proponía Rousseau hace más de un

siglo), en el que el joven debe desprenderse poco a poco de la protección familiar, como al nacer se

desprendió de la placenta. Esta autora compara el tiempo de la adolescencia con el momento en que las

langostas pierden su caparazón y quedan indefensas mientras construyen uno nuevo. Para Antonio Gomes

da Costa (3), docente y pedagogo brasilero, las dos tareas más importantes a realizar en la adolescencia

son la construcción de la identidad y el proyecto de vida. Afirma que el primer paso para lograrlo es

comprenderse, aceptarse, y quererse a sí mismo. Esto permite, por un lado, aceptar y querer a los demás

(aprender a convivir), y, por otro, mirar el futuro sin temor, tener un sueño, darle a la vida sentido. Rubén

Efron (4), consultor de UNICEF para Argentina, propone que en esta etapa deben realizarse tres

operaciones básicas, íntimamente ligadas entre sí: la construcción de la identidad, la construcción del

espacio subjetivo y el proceso de emancipación. La característica clave de este recorrido es para él la

vulnerabilidad (lo que Dolto llamaba el complejo de la langosta).

A diferencia de otras pocas, hoy en día no existe un modelo de adulto perfectamente constituido al

que habría que aspirar. En general, los adultos no tienen en la actualidad una identidad claramente definida,

ni sexual, ni social, ni laboral. No hay garantía de que un trabajo o una profesión van a poder sostenerse a

lo largo de la vida. Más allá de los límites generacionales, todos se ven inmersos en una continua carrera de Weissmann, P.: Adolescencia

Revista Iberoamericana de Educación (ISSN: 1681-5653)

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méritos, en un lugar siempre incierto. Durante la adolescencia se constituye una serie de identificaciones

nuevas, sin renunciar por completo a las primeras identificaciones infantiles. Los nuevos modelos pueden

ser adultos ajenos a la familia, pero también otros jóvenes. Los compañeros, los amigos, son el espejo en

que el adolescente se mira en busca de aceptación y aprobación.

2. LOS ADOLESCENTES

En el transcurso de este proceso de transformación, que no le resulta fácil, que muchas veces lo

desconcierta o le provoca miedo e inseguridad, el adolescente suele presentar algunas manifestaciones

preocupantes del punto de vista de los adultos de su entorno. Estas manifestaciones pueden abarcar,

desde desprolijidad en su aspecto físico, falta de interés por la limpieza y el orden, desafío a la autoridad,

provocación directa de los adultos, bajo rendimiento escolar, repetición del año, abandono de la escuela,

dormir en exceso, o vagar, hasta conductas que lo ponen en franca situación de riesgo, como ejercicio

prematuro de la sexualidad, fugas del hogar, consumo abusivo de alcohol y/o drogas, conducir sin licencia o

con temeridad, trastornos alimentarios, actos delictivos e intentos de suicidio (que, lamentablemente, en

muchos casos son exitosos).

El adolescente se siente extraño. Los juegos y las cosas que antes le interesaban ya no ocupan su

pensamiento. Apropiarse de su cuerpo y su sexualidad le lleva un tiempo, no es un proceso que se realice

de un día para otro. Al principio disfruta de sus nuevos olores, su suciedad, su fealdad. Luego comienza a

cuidarse, está pendiente de sentirse lindo, pasa horas y horas en el gimnasio o frente al espejo,

aprendiendo a reconocerse en ese desconocido que éste le devuelve y en las nuevas sensaciones y

urgencias que lo invaden. La ropa, los adornos, cobran en esta etapa una enorme importancia, forman parte

de la nueva imagen de sí.

Ya no puede volverse a los padres en busca de consejo, porque ellos han dejado de representar

para él el lugar del saber. Antes de adoptar un rol de adulto el adolescente se prepara mediante juegos y

fantasías. Juega con ideologías, juega con la sexualidad, juega con pseudoadicciones (que cumplen para

él la misma función que para el niño pequeño cumpla ese no con que responda al mandato adulto: le

permiten diferenciarse del otro). Juega a tomar riesgos, juega, sobre todo, a ser grande, mucho antes de

sentirse tal. Es reservado con relación a los adultos, pero al mismo tiempo que se esconde y defiende su

intimidad, busca también exhibirse, escandalizar. La amenaza de pérdida de amor puede sumirlo en la

depresión. Y la agresión que no puede expresar, por temor a destruir a los padres o provocar su angustia,

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