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Adolescencia


Enviado por   •  1 de Diciembre de 2014  •  2.049 Palabras (9 Páginas)  •  178 Visitas

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EL PROCESO DE TRANSICIÓN DE LOS JÓVENES A LA VIDA ADULTA.

Sergio Rascovan: O. Vocacional, una perspectiva crítica. Cap. 2-

Paidos 2005 Después de escalar una montaña muy alta, descubrimos que hay muchas otras montañas por escalar.

Nelson Mandela.

La transición

¿Qué es ser adolescente? ¿Cómo es el proceso de transición de los jóvenes a la vida adulta?

Las preguntas por la infancia, la adolescencia, la juventud y la adultez nos invitan a promover un trabajo de des-naturalización. Justamente porque las edades de la vida no responden a razones naturales sino a la cultura, nos interesa sustraerlas de ese lugar y de volverlas al mundo simbólico de las significaciones históricas.

Hablar de adolescencia y de la juventud, entonces, nos remite a una construcción histórica, social, política, económica y cultural. Se trata de representaciones que es necesario reformular para comprender su compleja configuración.

Podemos decir que la infancia y la adolescencia moderna se constituyeron alrededor de dos instituciones sociales básicas: la escuela y la familia. A través de estas instituciones se moldeo una forma particular de subjetividad que fue delineando trayectorias relativamente previsibles de la vida humana y determinando ciertas pautas de comportamiento asociadas a las diferentes edades de la vida.

La íntima relación sujeto-institución nos lleva a plantear una conjetura centrada alrededor de una evidencia: las instituciones no son eternas. Nacieron en algún momento y morirán en otro. Y, si las instituciones tienen un carácter histórico, mutan, se metamorfosean, podemos suponer que lo propio ocurrirá con la subjetividad.

Partimos de considerar la escuela y la familia actual diferentes de las de su origen moderno. Si bien no es el objetivo de esta obra analizar en profundidad qué subjetividad producen en el presente dichas instituciones sociales, nos interesa revisar como se desarrollan los procesos de transición de los jóvenes a la vida adulta.

Hablamos de transición en aquellas circunstancias de la vida social en las que los sujetos “saltan” de una institución a otra. Este tránsito entraña inevitables riesgos, con intensidades diferentes de acuerdo con la singularidad de cada sujeto. Sin embargo, son las coordenadas propias de cada época los principios condicionantes en los procesos de transición. Si alguna vez fueron escenarios sociales más fijos y estables, hoy aparecen como más variables y cambiantes.

En las sociedades actuales, la finalización de la escuela secundaria implica un proceso de cambio, de readaptación, de reacomodamiento subjetivo. Un “salto” que para muchos tiene la marca, el estigma, “de salto al vacío”. Viven este proceso con el temos a caer, en una sociedad que no garantiza la existencia de una red protectora. Terminar de estudiar los estudios de enseñanza media, es comenzar a transitar un camino marcado por el pasaje- más o menos rápido, más o menos prolongado-de la adolescencia a la adultez.

La finalización de la escolaridad marca el inicio de la transición al llamado mundo adulto, representado por dispositivos de educación distintos de los propios de la vida adolescente y, principalmente, por la aparición del empleo. La particularidad de este proceso de transición es que no está asegurado el pasaje y que se ve agravado por la amenaza de la exclusión social.

Del mismo modo que el trabajo para los adultos, la escuela, durante la infancia y la adolescencia, funciona como un ordenador-organizador de la vida cotidiana, estableciendo los tiempos de actividad y descanso. La escuela regula la vida de los niños y de los adolecentes, más allá de la modalidad personal con la que se la encara. En una institución social cuya principal función es promover procesos de enseñanza y de aprendizaje de contenidos significativos para el desarrollo del sujeto en la vida colectiva, aunque también, en tanto espacio de intercambio social, en su interior se construyen relaciones afectivas que, en ocasiones, perduran toda la vida. Terminar de cursar los estudios de enseñanza media es, entonces, un proceso crítico en cuanto a la reestructuración de la vida cotidiana de los jóvenes y de sus relaciones intersubjetivas.

Por lo dicho, la culminación de la escuela secundaria o del polimodal es, en nuestra sociedad, un hito sobresaliente en el pasaje a la vida adulta. Marca un punto de inflexión, un antes y un después, producido por una forma particular del contexto social de época.

Es muy importante insistir en la relación sujeto-institución. Ser niño o adulto no es un problema de edad. Si al siglo XIX se lo reconoció como el de la “invención” de la niñez y al siglo XX como el de la “invención” de la adolescencia, ello n o significa que no haya habido seres humanos de 5 o 15 años en la historia de la humanidad. Lo que puntualizamos es que no es lo mismo tener 5 años que ser significado como niño. Tampoco tener 15 años implica necesariamente ser adolescente. No es un tema de edad sino de cultura, de instituciones. Para decirlo con más precisión: es una cuestión de instituciones sociales de época. En este sentido, no nos sorprenderá reconocer cuánto hizo la escuela para construir niños y adolescentes.

Los cambios en las instituciones modernas, así como el surgimiento de nuevas instituciones sociales como, por ejemplo, los medios de comunicación masiva, han producido cambios en la configuración de la subjetividad. Cambio en la forma de ser niño, adolescente y adulto, y cambios en los procesos de transición también. Debemos reconocer, entonces, que habrá niños, adolescentes y adultos tan distintos como clases sociales, regiones geográficas y culturas locales existan. Lo propio ocurrirá respecto a los procesos de transición. Podemos decir que los procesos de transición de los jóvenes a la vida adulta tiene,

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