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Adolescentes Y Su Familia


Enviado por   •  20 de Marzo de 2013  •  2.941 Palabras (12 Páginas)  •  551 Visitas

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El adolescente y su familia: una guía para su evaluación

Isabel Valadez Figueroa

Siguiendo a Piaget, en el plano intelectual la adolescencia se caracteriza por el paso del período del pensamiento operatorio concreto al del pensamiento formal. Este último se identifica por la sistematización en el empleo y uso de las combinaciones cognitivas y por la comprensión de dichas combinaciones. En esta etapa del pensamiento humano, en la cual "lo real se subordina a lo posible", el adolescente empieza a distinguir "lo hipotético de lo factible, lo posible de lo real", caracteres intelectuales que son la entrada a un nuevo nivel de conocimientos en una estructura mental diferente, en una nueva planificación de la organización cognitiva.

El período del pensamiento operatorio formal tiene como característica la logicidad que opera en relación con la percepción; el sujeto ya no actúa estricta y exclusivamente sobre realidades experienciales, sino que en la adolescencia amplía sus dimensiones, se reestructura, se refuerza y redimensiona, logrando el paso del pensamiento empírico inductivo al pensamiento hipotético deductivo. Mediante este pensamiento hipotético deductivo o formal la realidad empieza a aparecer en el adolescente como formando parte del universo de "los posibles". Esta nueva estructura de pensamiento le permite abordar los problemas de un modo organizado, lo que le posibilita aprender más fácilmente, retener mejor lo que aprende y formular cuestiones indirectas, progresivas, abstractas y jerarquizadas. Utiliza categorías mentales cada vez más estrictas y pone en acción, espontáneamente, una estrategia nueva en el tratamiento de su información, de acuerdo con los rasgos que caracterizan la estructura y la dinámica de su pensamiento formal, con el fin de llegar a una solución y reconstruir abstractamente la realidad.

El nivel de pensamiento operatorio formal, sus formas elaboradas de pensamiento abstracto y la manera perfeccionada de resolver los problemas son el resultado, por un lado, de un organismo desarrollado mediante el ejercicio mental y, por otro, de sus niveles de interacción con lo social. En esta interacción social se encuentra el lenguaje, que sin ser determinante del desarrollo del pensamiento abstracto en el adolescente, no existe duda que lo condiciona, ya que es difícil pensar sobre conceptos abstractos sin lenguaje. Resulta pues un hecho evidente que el pensamiento del adolescente está en estrecha interdependencia con su lenguaje, por lo que el nivel y la estructura del lenguaje del adolescente está en interacción recíproca con el pensamiento y el razonamiento abstractos.

De acuerdo con Fernández, la aparición de este nuevo proceso intelectual provoca en el educando —debido a los cambios que nota— una nueva inestabilidad emotiva, inseguridad intelectual, nostalgia del pasado, un cierto deseo de volver a la tranquilidad que le proporcionaba el período de desarrollo anterior.

El pensamiento formal o la inteligencia abstracta es el instrumento indispensable de los intercambios entre el individuo y el medio, siendo la influencia del entorno la que determina el grado de desarrollo y la naturaleza de la inteligencia misma. Por eso la cantidad y la calidad de las conexiones que el individuo establece con el medio aumentan su habilidad de plantear escalas sociales, de afianzar su punto de vista y de tomar, al mismo tiempo, conciencia del punto de vista de los demás, surgiendo de esta manera una colaboración que desencadena capacidades intelectuales y desarrolla la actividad lógica.

Sin olvidar la importancia del factor biológico, en la diferenciación de los niveles de inteligencia abstracta de los adolescentes existe un predominio de lo social, es decir, del ambiente, de la afectividad, de la motivación, de la escuela. El medio social al que pertenecen o en el que viven los adolescentes posee un papel importantísimo, no sólo en el desarrollo de todas sus facultades cognitivas (percepción, raciocinio, lenguaje, inteligencia, aprendizaje), sino también en la evolución de los caracteres emocionales y de las actitudes de comportamiento.

Así pues, la adolescencia es el período del movimiento por excelencia y del progreso súbito del crecimiento, caracterizado por transformaciones físicopsíquicosociales, tales como la maduración sexual, y la reestructuración y desarrollo cognitivos; esto trae consigo cambios mentales, sociales y emocionales, nuevas experiencias, nuevas responsabilidades y nuevas relaciones con los compañeros. Al coincidir con el período de desarrollo del pensamiento formal o abstracto, la adolescencia es un momento dinámico y de capital importancia, pues además de que distingue al educando del niño y del adulto, pasan a primer plano las exigencias de su personalidad en un constante ir y venir de la preocupación de su cuerpo a la de su Yo psíquico.

En la adolescencia las relaciones familiares son un elemento clave, pues representan el punto de partida para el establecimiento de nuevas relaciones sociales maduras, en las que el grupo de amigos compite y cede importancia con el grupo familiar de referencia. Este nuevo sistema de relaciones demanda negociaciones y reacomodos. En este contexto, los estresores cotidianos desempeñan un papel importante, porque involucran una relación particular entre el individuo y su entorno que rebasa los recursos psicosociales.

La familia, como unidad básica de interacción, es una imagen y un ejercicio de la vida humana que se caracteriza por sus relaciones de intimidad, solidaridad y duración, por lo que se constituye en un agente estabilizador. Es un factor de causa, predisposición y contribución para el desarrollo emocional e intelectual de sus miembros. Según informes de las Naciones Unidas (1988), las funciones y tareas que debe cumplir la familia, sea cual sea su estructura (familias con sólo dos miembros, familias con mujeres a la cabeza, madres y padres solteros, familias con hijos de matrimonios previos y familias seleccionadas por el divorcio), se han mostrado prioritarias para el desarrollo de sus miembros y el funcionamiento de la sociedad, entre las que se puntualizan las siguientes: desarrollar y socializar a los hijos proporcionándoles cuidado, amor, alimento, satisfacción de las necesidades y un medio intelectual, emocional e interpersonal adecuado para favorecer el bienestar psicosocial.

Existen evidencias que demuestran la adversidad del ambiente; las condiciones de pobreza, la psicopatología parental y la conducta agresiva familiar se asocian con problemas sociopatológicos y psicopatológicos y pueden conducir a trastornos en la conducta del niño, cuyas repercusiones en el aprendizaje a largo plazo serían

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