Agresividad
Enviado por yahelgaxiola • 12 de Marzo de 2014 • 2.422 Palabras (10 Páginas) • 150 Visitas
Estimados Padres de Familia, Tíos y Abuelitos que nos ayudan en los cuidados de ___________________, les deseamos informar que ¬¬¬_______ se encuentra en una nueva etapa en su desarrollo y como apoyo a ello les brindamos un artículo que estamos seguras será de gran apoyo para que juntos la apoyemos para que esta etapa transcurra y logre dominar sus impulsos, __________ es un excelente niño solo necesita de nuestra guía y trabajando en equipo será como lograremos que cada uno de sus días sea feliz.
La agresividad: Qué hacer cuando los niños golpean, muerden y son agresivos con los demás
• Por qué se portan así
Aunque el comportamiento agresivo de tu niño pequeño te asombre (a ti y a quienes lo observen), es importante que sepas que es parte de su desarrollo normal. De los 12 meses a los 3 años, los niños todavía están desarrollando sus habilidades lingüísticas, tienen un fuerte deseo de hacerse independientes, y a la vez no poseen aún la capacidad de controlar sus impulsos, por eso son tan susceptibles a reaccionar físicamente. Un cierto grado de agresiones a través de golpes y mordiscos es completamente normal en los niños pequeños. Pero eso no significa que debas ignorar esas actitudes. Puedes y debes explicarle a tu hijito que los comportamientos agresivos son inaceptables, y enseñarle otras formas de expresar sus sentimientos.
• Qué hacer
Responde con consecuencias lógicas. Si tu hijo empieza a tirarles arena o juguetes a otros niños en el parque, apártalo, siéntalo a tu lado y explícale que podrá volver a participar cuando esté listo para jugar sin hacer daño a otros niños. No trates de razonar con tu niño preguntándole cómo se sentiría él si alguien le tirara un juguete o arena. A esta edad, los niños todavía no tienen la madurez cognitiva necesaria para ponerse en el lugar de otras personas, o cambiar su comportamiento basándose en la razón. Pero sí son capaces de entender que sus acciones tienen consecuencias.
Mantén la calma. Si le gritas, le pegas o le dices que es "malo", en lugar de refrenar su comportamiento, lo único que lograrás es enojarlo más y darle más ejemplos de cómo ser agresivo. Si, por otro lado, tu hijo observa cómo te controlas tú, ése será el primer paso para que aprenda a controlar su propio temperamento.
Impón límites claros. Procura responder inmediatamente siempre que tu hijo se ponga agresivo. No esperes a que pegue por tercera vez a su hermanito para decirle, "¡Ya basta!". Tu niño tiene que saber inmediatamente que ha hecho algo malo. Apártalo de esa situación conflictiva y castígalo dejándolo solo por unos minutos (a esta edad basta un minuto o dos). Ésta es la mejor manera de permitir que se tranquilice, y al cabo de un rato asociará su comportamiento a la consecuencia. O sea, se dará cuenta de que si golpea o muerde, termina solito.
Disciplínalo con constancia. Siempre que sea posible, responde a cada episodio de agresividad de la misma forma que lo hiciste la última vez. Al responder de forma predecible ("Has mordido otra vez a Miguel, eso significa que otra vez te tienes que sentar solito") enfatizas un patrón que tu hijo aprenderá a reconocer y a esperar. Con el tiempo entenderá que siempre que se porta mal lo castigan dejándolo un rato solo. Y no permitas que la vergüenza o el coraje haga que le grites o pierdas el control cuando tu niñito haga de las suyas en un lugar público. Recuerda que tienes que mantener la calma y reaccionar de manera constante y, además, todos los padres han pasado por estas situaciones. Si la gente mira, simplemente di algo como: "No es fácil tener un niño de 2 años", y luego castígalo como de costumbre.
Enséñale alternativas. Espera a que tu hijito esté más calmado, y háblale tranquilamente sobre lo que acaba de ocurrir. Pídele que te cuente qué pasó y enfatiza (¡en pocas palabras!) que es natural que se enoje, pero no está bien que lo demuestre pegando, pateando o mordiendo. Anímalo a encontrar una mejor manera de responder a sus sentimientos "con sus palabras" ("Pedro, ¡me estoy enojando!") o pidiendo a un adulto que le ayude. Asegúrate que tu niñito entienda que tiene que pedir perdón tras haberle hecho daño a alguien. Aunque al principio no lo diga con sinceridad, poco a poco irá aprendiendo la lección. A esta edad, los fuertes impulsos de los niños a veces le ganan a su compasión natural, pero con el tiempo se acostumbrará a disculparse siempre que lastime a alguien.
Recompénsalo por su buen comportamiento. En lugar de darle tu atención sólo cuando se comporte mal, procura "pillarlo portándose bien". Cuando le pida a otro niño que le deje subirse un rato al columpio en lugar de empujarlo, elógialo por haber expresado verbalmente lo que quería ("¡Qué bien le pediste que te prestara el columpio!") y, con el tiempo, se dará cuenta del poder de sus palabras.
Limita su tiempo frente a la televisión. Los dibujos animados y otros programas diseñados para niños a menudo contienen muchos gritos, amenazas, empujones, y hasta golpes y puntapiés, a veces presentados como algo cómico. Selecciona de antemano los programas que le permitas ver, especialmente si tu hijito tiene propensión al comportamiento agresivo, y cuando le dejes verlos, siéntate a su lado y haz comentarios sobre las situaciones que se presenten: "Ese niñito tenía que haber pedido prestado el balón en lugar de quitárselo al otro de las manos, ¿no crees?". La Academia Estadounidense de Pediatría recomienda que los niños menores de 2 años no vean nunca la televisión.
Proporciónale mucha actividad física. Seguramente te darás cuenta de que cuando tu niño no tiene la oportunidad de gastar su energía fuera de la casa, se vuelve un verdadero terror dentro de ella. Si tienes un niñito muy activo, permítele que corra, salte, haga volteretas, juegue a la pelota... de preferencia al aire libre, para que pueda gastar un poco de toda esa energía.
No temas buscar ayuda. A veces el coraje excesivo de los niños requiere más acción que la disciplina de los padres. Si tu niño parece comportarse agresivamente la mayor parte del tiempo, si parece asustar o molestar a otros niños, o si tus intentos de aliviar la situación no parecen tener mucho efecto, habla con el médico de tu hijito, quien te podría recomendar a un consejero o psicólogo infantil. Juntos podrán determinar la base del problema y ayudar a solucionarlo. Recuerda que tu hijito es todavía muy pequeño. Si procuras ayudarlo con paciencia y creatividad, es probable que pronto lo único que quede de sus tendencias combativas sea el recuerdo.
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