Al frente de la clase

Reporte

“Al frente de la clase”

En lo personal, esta es una de las mejores películas que he visto. Transmite un fuerte mensaje de que no debemos darnos por vencidos si en realidad deseamos algo, enfrentando todos y cada uno de los obstáculos que la vida nos ponga enfrente.

El gusto de Brad Cohen por la docencia, sin importar su síndrome, es a lo que yo llamo “tener vocación”, y siento que no cualquiera la tiene. Como lo mencionaba en mi texto pasado de “Identidad docente”, pienso que la vocación es el gusto por algo desde una corta edad, o que poco a poco se va adquiriendo. En este caso, Cohen nació con un don, el don de enseñar. Pero comparándolo con nuestra realidad, son muy pocas las personas que de corazón desean ser maestros. Muchos estudian por imposición o porque no les queda de otra, más no por gusto. A pesar de eso, es común que poco a poco el gusto por dar clase se vaya adquiriendo con la práctica, pero nunca igualará al el gusto que se tiene desde una temprana edad.

También nos muestra que nada nos debe de impedir para alcanzar

nuestros ideales, y que nunca hay que darse por vencido aunque la vida nos de la espalda y se nos cierren miles y miles de puertas. El síndrome de Tourette que Cohen padecía fue el principal obstáculo que se pretendía vencer. Nadie dijo que era fácil, pero tampoco nadie dijo que era imposible. En los intentos fallidos de Cohen por obtener el empleo de maestro hacen que nos demos cuenta de la gran decepción que vivimos en la sociedad actual, en donde muchos solo se fijan en el “qué dirán”, vivimos en un mundo en el que todo debe ser perfecto, fijándose sólo en la superficialidad. Dos ejemplos de esto es al principio, donde la maestra de Cohen en la primaria trata de ridiculizarlo sin saber que esos ruidos que provoca son resultado de una enfermedad incurable; y el otro ejemplo es cuando va a pedir trabajo en una escuela, y desafortunadamente el director no se fija en las ganas de Cohen por desempeñar la docencia, sino en el “qué dirán” los alumnos por el síndrome que padece.

Esta película la relacioné con una frase que escuché hace mucho tiempo:

“Si trabajas en lo que en verdad te gusta, jamás tendrás que trabajar el resto de tu vida”. Si uno disfruta lo que hace, nunca va a costar trabajo hacerlo. Es lo que pasa con Cohen y lo que es necesario que pase con nosotros como futuros docentes. Verse frente a un grupo ahora ya no está tan difícil puesto a que ya se han asistido varias veces a prácticas de ejecución; así que sería un enorme gusto si yo pudiera verme como Cohen cuando está con su grupo de segundo grado, pero claro, no es tan fácil, al menos para mí, pero me gustaría hacer de esto lo que me gusta y aplicar dicha frase en un futuro.

Para finalizar, reitero que ésta película me llegó mucho, la verdad no sé por qué, pero sinceramente me parece una historia

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