Ambivalencia afectiva en la maternidad en embarazo, parto y puerperio
Enviado por Maria Nayar • 25 de Agosto de 2022 • Ensayo • 1.906 Palabras (8 Páginas) • 78 Visitas
Ambivalencia afectiva en la maternidad en embarazo, parto y puerperio
«Madre, madre, tú me besas,
pero yo te beso más,
y el enjambre de mis besos
no te deja ni mirar…»
(Caricias - Gabriela Mistral)
En el presente trabajo me propongo abordar aquel tema que en el transcurso del programa me despertó mayores cuestionamientos e interés. Lo referido a la ambivalencia y fluctuación afectiva en la maternidad en embarazo, parto y puerperio.
Tradicionalmente se ha pensado a la madre como portadora de un saber instintivo, natural y exclusivo de ella como mujer. Asumido desde una concepción biologicista que propone esto como “normalidad”. Como resultado, se desdibuja y se niegan la variedad de emociones y vivencias posibles a desplegarse a lo largo del embarazo, parto y puerperio, imponiéndole a estas madres el imperativo de ser felices y seguras frente a dichas experiencias. De no ser así esto llega a ser juzgado y supuesto como una anormalidad o falla, propiciando culpa, angustia y cerrando las vías de expresión que le permitieran una salida más sana.
¿Cómo se presenta esta ambivalencia? ¿Cuáles son las posibilidades de una madre frente a la maternidad? ¿Cómo dar lugar a una mirada más humana y realista? Para intentar arrojar luces sobre estos interrogantes abordaremos los siguientes ítems:
¿Hay instinto?
Oiberman dice “El instinto materno no existe”. Generalmente se cree que la mujer sabe qué hacer con un bebe desde un saber impreso en el código genético y que se manifiesta como un instinto. Esta autora llega a calificarlo como una violencia contra la mujer, ya que esta queda privada de su derecho a aprender, a dudar, a pedir ayuda y ser asistida. Ante esto las mujeres se ven forzadas a hacer como que saben. El puerperio es un importante ejemplo del desterramiento de este instinto, que no existe, para poder dar lugar a lo que sí existe. Lo que se puede dar es cierta predisposición emocional hacia el bebé, un saber ya no instintivo, sino intuitivo que brinda confianza, que se acompaña de la tendencia humana al aprendizaje hacia aquello que motiva y despierta experiencias profundas. Consideramos también la posibilidad de que esto no se dé, pero si en el mejor de los casos se da, funciona como un motor que le permite ubicar que no se sabe siempre que hacer, que está conociendo a este nuevo ser, pero que como lo ama hará lo posible por aprender.
Distinguimos maternidad de maternaje, entendiendo al primero como un hecho biológico y al maternaje como una conjunción de numerosas capacidades que están “casi” siempre disponibles para el bebé.
Esto es posible gracias a la preocupación maternal primaria que permite el desarrollo de una mayor sensibilidad y capacidad ante las necesidades del bebé.
Es esperable experimentar sensaciones encontradas, tristeza, irritabilidad, etc. Esto se relaciona con importantes cambios físicos, hormonales, corporales y sociales que desencadena la maternidad. Y si la madre se encuentra en un entorno contenedor, facilitador y adecuado desarrollara este maternaje del que estamos hablando. Una predisposición a adecuarse a las necesidades del bebé.
Hay dos procesos psíquicos que nos permiten comprender lo que aquí acontece:
Preocupación materna primaria (Winnicott)
Unas semanas antes del parto y el tiempo inmediatamente posterior, durante el cual la madre se muestra especialmente "capaz de adaptarse a las primeras necesidades del recién nacido, con delicadeza y sensibilidad". Recogería señales que sería capaz de decodificar e interpretar con extrema eficiencia. Este estado duraría las semanas posteriores al nacimiento y el autor lo compara con un retraimiento, con una disociación, incluso con un estado esquizoide, una "enfermedad mental normal" de la que la madre se recuperará. Winnicott también indica la existencia de variaciones individuales.
La transparencia psíquica de la embarazada (Bydlowski)
Un particular funcionamiento psíquico materno, caracterizado por la bajada de la habitual resistencia frente al inconsciente reprimido, y marcado por una sobreinversión de su historia personal y sus conflictos infantiles. La futura madre, y especialmente durante la segunda mitad del embarazo, se inclinará rápidamente hacia temas egocéntricos que son inaccesibles para la mayoría de las mujeres, fuera de este período de su existencia. El embarazo inaugura la experiencia de un encuentro íntimo con uno mismo. Se observarán grandes variaciones, desde la joven embarazada que, habiendo constituido un buen objeto interno cuando ella misma era un bebé, luego tendrá un embarazo pacífico, hasta la que por el contrario habiendo tenido la precoz experiencia de intrusión o insuficiencia, puede, durante su embarazo, revivir ansiedades primitivas.
Lo “Normal”
El maternaje es un proceso psico-afectivo que puede desarrollarse o no en la mujer. El amor maternal es ambiguo porque el recién nacido es vivido como ajeno y propio a la vez; es ambivalente porque el bebé la requiere a cada instante lo cual puede generar fastidio por parte de la madre y esta corriente agresiva es totalmente natural. Y también que las etapas de evolución del bebé se reflejan en la realidad psíquica de la madre.
Hay muchas vivencias normales que se dan durante el postparto donde lo característico es la inestabilidad emocional. Se expresa en cambios de ánimo marcados y frecuentes; llanto y angustia profunda; irritabilidad o bronca; sensación de desborde; dudas sobre su capacidad para poder desempeñarse en el nuevo rol materno. Es esperable que, con el tiempo en base a darse la posibilidad de aprendizaje y la construcción de este criterio personal e intuitivo, la madre vaya sintiéndose más estable, a la vez que aumenta su seguridad y auto confianza. Al ubicar que de a poco va convirtiéndose en una madre suficientemente buena para su bebe, que no implica por supuesto su perfección. Al decir de Winnicott Una madre suficientemente buena, no ideal y que hace lo que puede, con sus dificultades y destrezas, que intenta hacer lo mejor que puede en sus circunstancias.
En contraposición a los ideales que se suelen proponer socialmente, el conocer esta información y comprender que aquello que se suele catalogar como anormal es justamente lo normal en estos procesos, permite asimilar que estos aspectos aparentemente contradictorios se integran en el complejo proceso del maternaje. Propicia que las expectativas poco realistas puedan ir dando lugar a la aceptación de esta realidad fluctuante, compleja y ambivalente.
Lo transgeneracional
Los posibles desenlaces frente a la maternidad van a estar fuertemente influenciados por el entorno de la madre, el cual puede presentar distintas características. Un ambiente contenedor y seguro favorecerá que se lleven a cabo los procesos psíquicos y la predisposición al aprendizaje que le permitirán adecuarse a las necesidades del bebé. Por el contrario, un entorno hostil y poco contenedor tendería a propiciar el efecto contrario.
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